Catástrofe

Capítulo 1

Emma (Actualidad)

Mis manos sudan y mi corazón palpita fuertemente contra mi pecho, siempre me pongo nerviosa cada vez que me toca ir a una casa nueva, conocer una nueva familia e intentar "agradables"... Eso nunca sucede por supuesto.

Seamos honestos, ¿Quien adoptaria a una adolescente de 16 años con "problemas de carácter"?. Pues déjenme responder eso... Nadie. Esa es la respuesta. 

—Emma ya sabes que debes comportarte— aquí viene la señorita Mary y sus sermones de siempre —esta pareja es muy educada.— no puedo evitar poner los ojos en blanco.

A pesar de todo y sus sermones aburridos, la señorita Mary es una mujer muy dulce y buena, de tés morena y siempre lleva sus trajes bien planchados y su cabello recogido con un bonito broche. Ella trabaja en servicios infantiles.

—¿Me estás escuchando?— me pregunta mientras yo miró por la ventana. Las casas son hermosas. Nunca hé estado en lugares así. —Siempre parece que andas en las nubes, pequeña—

—Si Mary, te estoy escuchando y si me comportare— le respondo.

—¿Lo prometes?, Siempre me dices que te vas a comportar y terminan llamándome al día siguiente— esta vez sí me despego de la ventana y la miró.

—Intentare comportarme si eso te hace feliz— la cara de Mary muestra desaprobación.

—No, no es por mi felicidad si no por la tuya que quiero que te comportes y te des una oportunidad de ser feliz con esta familia, Emma— sujeta mis manos entre las suyas y se que lo dice de verdad. Es una buena mujer y algunas veces me siento mal por causarle tantos problemas. No tengo tiempo de responderle ya que ella dice en un tono jovial: —¡Llegamos!.

La casa es muy bella de un color rosa pálido y se ve demasiado grande para dos personas, las cuales están de pie al frente de la enorme puerta de madera, abrazados y notablemente felices. Salimos del auto y nos acercamos a los Davis.

—¡Hola!, Emma esta muy feliz de poder conocerlos al fin.— Mary siempre hablando por mi.

—¿Como estas cariño?, mi nombre es Cristopher Davis— El señor Davis tiene el cabello negro y corto, una piel tostada por el sol, unos ojos marrón oscuro y una mandíbula cuadrada. Debe tener unos 35 o 40 años. —Y ella es mi esposa Sara— le sonríe a la mujer que tiene al lado. Es hermosa, alta y rubia, con ojos color avellana y su tés es más clara que la de el señor Davis. La mujer me tiende la mano y espera unos segundos hasta que decido estrecharla.

—Bien— respondo de la manera más seca que consigo.

Después de un rato Mary se despide, el señor Davis saca mi pequeña maleta vieja y gastada del auto y me pide que entre.

***

—Sientate Emma, preparé café. ¿Tomas café?— pregunta la señorita Davis dirigiéndose hacia una puerta que supongo da a la cocina.

—Si...— Juraría que puedo escuchar a Mary diciendo "tus modales Emma" —Por favor— Me siento en un sofá marrón oscuro y el señor Davis se sienta al frente con una sonrisa. Estas personas no saben hacer otra cosa que sonreír. Duramos un rato en silencio.

—Y bueno... Te preparamos una habitación muy bonita que te encantará y tiene su propio baño.— No respondí. No sabía que decir. Hasta que salió la señorita Davis con una bandeja en sus manos y tres tazas de café humeante sobre ella. La coloco sobre la mesa y me ofreció una, yo la agarré y tome despacio. Debo emitir que sabía delicioso.

Cuando terminamos los Davis me dirigen hacia las escaleras, subimos y entramos a la primera habitación a mano derecha. Tenía una cama en el medio y una pequeña mesita al lado con una lámpara muy bonita y lo que parece laptop encima de la mesa, también hay una puerta que se dirigía al baño, en la parte lejana hay un armario de madera, el cual probablemente no usaré. Era una de las habitaciones más grandes en las que e estado. 

Hay una ventana, me dirijo hacía ella y la abro, al hacerlo me doy cuenta que da lugar a un balcón y se ve perfectamente la casa de al lado y parte del vecindario.

—¿Te gusta?— Me pregunta la señorita Davis. Señalando la laptop.

—¿Es para mi?— pregunto un tanto sorprendida.

—Si, queríamos darte un regalo de bienvenida— respondo Sara.

—No debieron hacerlo.— Digo en un tono cortante y metí mis manos en los bolsillos de mi sudadera.

—Bueno yo voy a preparar algo para almorzar— intenta aliviar el ambiente de tensión la señorita Davis.

—Emma dejame decirte que mi esposa cocina delicioso y créeme, te va a encantar su comida— el señor Davis abraza a su esposa y le sonríe de una manera muy dulce.




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