Sólo cabalgo en medio de las profundas tinieblas del bosque sin tener ninguna luz física o espiritual qué le acompañará, sólo el corcel y su oscuridad, llegó el momento qué cruzó un recóndito y lejano río que se hallaba alejado de Liangem, donde descansaba un enorme árbol qué se mostraba enfermo sin ningún color que le adornara, Jaél sabía qué Krasava había cortado sus verdes hojas sin parar ella le había transformado en el recuerdo de todo lo qué su hermano le había hecho, cómo también a cada inocente o rebelde al escribir sus nombres en la madera.
— Todo este tiempo que pase lejos de ti, ¡Este fue tu trabajo! Haces una obra de arte para nosotros o le cuentas al bosque qué dice tener vida.
Jaél tenía ironía y un grado dé fuerte malicia por momentos recordaba qué Krasava había sido ésa hermana qué lo había amado con todo el corazón, no importando qué fuera de otro padre, pero lo olvidaba con facilidad, él golpeó ésa noche a su puerta siendo la visita qué Krasava jamás quería ver sólo le faltaba escuchar su golpe para saber de quién se trataba, pero aún así le dejó entrar mientras reía con las marcas de toda tortura plasmada en su apariencia.
Krasava se había vuelto una monstruosa bruja rodeada de inmundicia y todo olor pérfido, siendo su única compañía la arruinada manera en que vivía, sentía el desprecio de todos olvidando así qué alguien le amaba y nunca dejaría de hacerlo.
—Viene a mí está noche uno igual qué la horrorosa bruja qué habita esté bosque, pero él solo lo rodea el lujo y toda comodidad.
— Es la decisión individual de cada persona cómo quiera ser en este papel, y en ese caso solo eres una de las bajas y débil, si tan solo hubieras sido honesta tu vida sería diferente.—repulsivamente Jaél se dirigíó a ella, arrojándo en sus manos un poco de pan fresco.
Humillación qué respondío Krasava con una crítica.
—Soy más inmunda y fétida que Jaél Manson físicamente, pero él es más podrido que una cripta en su corazón para maquinar maldad.
—Que bueno que sabes bien cuál es mi posición, todo me ha costado ser el líder que ahora soy reinó sobre todos y puedo dar muerte si lo deseo.
Silenciosa pero iracunda escribía en la mesa, mientras pasaba su daga con fuerza.
— Solo vives de los débiles e inocentes, pues son ellos los que te hacen poderoso besan la mano del enemigo y llaman hombre justo; él camina con Luzbel toda noche de poca luz para tramar al día siguiente otro poco de mal.
—¿Acaso hay algo contra éso?
Preguntó Jaél al ver su reproche que era dominado por el odió.
—Una vez fui hermosa caminaba por el bosque adornándolo por mi belleza, pero una mañana se fue y con el tiempo se desvaneció del todo, conmigo ya no estaban los que amaba. Ahora sólo quiero hacerles a los demás lo que me hicieron a mí.
Decía mientras ponía en su boca un trozo de carne descompuesta y cruda, comiendo cómo si fuera el mejor de los manjares.
— Anda come es exquisita cómo la sangre de una virgen, o la carne dulce de un bebé.
— El estar alejada del mundo te hace más salvaje, aunque sabemos que ellos así lo desean.
— Si ellos aman la carne aun con su sangre jajajajaja, ¿Porque Jaél no acepta nada de mí cocina? Porque es un demonio con un paladar de gran gusto.—lo cuestionaba hasta el punto de hacerle enfadar.
— No he venido aquí para oír tus reclamos y ver tu arruinada casa y costumbre de vivir, habla ahora qué noticias hay de Jeremía.
Observó fijamente sus ojos y con burlas replicó lo que quería oír.
—Me mantuve ausente de casa buscando refugió de luz del día, y así hallando un poco de oscuridad; a una hora de camino desde aquí en una pequeña aldea de campesinos débiles luchan por sobrevivir.
—¡Imaginó su forma de vivir ahora cuando ya ha pasado mucho tiempo! — inquirió Jaél con sarcasmo contra el amigo que ahora era su enemigo.
— Belius ha crecido ya han pasado muchos años que se encondio de nuestra presencia, ahora ella que vestía de ropa fina limpia la casa de los cerdos por un poco de comida, siembra el campo destrozando sus manos pagando así el error de su padre.
— Aidan también es grande ahora.— recordaba Jaél al niño.
—Si esi fuerte y robusto para su edad, y el pequeño dulce cómo una nuez.
—¿Pequeño? —preguntó Jaé confundido.
—Si un hermoso niño, al parecer ya ha cumplido unos tres años.
Cegado por el mal no perdonaba Jaél la tracción, y prometía hacer pagar a los justos con dolor.
—Sabes aprecie a Jeremía era un buen administrador de mis tierras, los números eran para él algo que yo no lograba descifrar; pero tanta inteligencia le llevó a pensar que sería capaz de destruir una fortuna y poder, el pagará con dolor Aidan será un Vernúgem, luego veré qué hacer con los demás.
—¿Cómo debo actuar contra ellos?
—No es tú misión, será de Gabriel, él ejecutará el plan solo le guiarás y él me llevará hasta ellos: no pretendo pasar tanto tiempo teniendo tu compañía.
—Gabriel es tu hijo amado ese qué no pudiste engendrar, tu desmedida confianza en el monstruo que formaste podría resultar equivocada; es un asesino que ni tú podrías controlar.— musito cerca de su oído, a Jael le lastimaba sus palabras no poder engendrar hería si orgullo.
—Sabría bien cómo controlar, suelo quitar la vida silenciosamente, cuando se dan cuenta es muy tarde — hablaba de su manera de actuar lo qué no era desconocido para Krasava.
—¿No crees que Gabriel también lo piensa? Que tramara en la soledad de su aposento. — caminó Jaél hasta la puerta ignorando su amenaza, obligándolo a detener su pasó por una pregunta que no esperaba. — ¿Cómo está Jeguin y su hija Sian? Era tan pequeña la última vez que la vi era la bebé más dulce qué había conocido.
— Ahora son dos niñas Jeguin decidió convivir lejos de nosotros, apartada de nuestra manera de vivir casándose con un loco que sólo los corceles están en su cabeza.
—Nicolás solo le hizo un favor, la alejó de ser un engendro cómo lo soy ahora.