Nunca le había mentido a su hermano, pero no podía hablar con él de su atracción por Jackson. Ni siquiera ella podía explicar su complicada situación. Ese era uno de los momentos donde su madre podría ayudarla.
Jackson la había acorralado como a un conejito asustado. Si su abuelo se enteraba podía enviarle a leerle cuentos a los pingüinos del polo norte. Sin importar la necesidad de sentir a Jackson cerca de ella, no iba a dejar que sus hormonas vinieran a arruinar su propósito en esta manada. Ella iba a resistir la tentación y cumplir con su objetivo.
Conseguir el diamante y hacer el trato para recuperar a su madre.
Anker desgarró el cuello del vampiro.
Desde que sus hijos llegaron los ataques habían aumentado considerablemente, su prioridad era alejarlos del peligro. Dustin le advirtió de que ellos no podían pelear durante un tiempo, estarían débiles por su último ataque a los sirvientes de Caín. Aún eran muy jóvenes para usar sus habilidades como licántropos. Él no dejaría que el cazador los alejara de su lado y de su protección.
Otro vampiro llegó a su costado derribando su cuerpo, Anker giró con rapidez antes de caer al suelo sujetándolo de la cintura. El vampiro mordió su brazo bebiendo de su sangre. Él le golpeó el rostro con el codo separándolo, lo suficiente para desgarrar la garganta.
Su lobo se mostró en todo su esplendor cuando cinco vampiros más le rodearon. Uno por uno fueron despedazados. Siempre disfrutaría causar una carnicería con sus enemigos y está vez no era la excepción.
Regresó a su parte humana cuando sus lobos aullaron en victoria.
Sus lobos dejaron a uno con vida para obtener información.
—¿Qué están haciendo en está manada?
Él tomó el cuello del último vampiro con una mirada inyectada en sangre.
—Queremos a los hermanos cazadores. No tiene nada que ver contigo lobo.
—¿Cómo saben de los jóvenes?
—Son un premio para cualquier criatura que pueda capturarlos.
Anker apretó el agarre en la garganta de la criatura.
—¿Por qué alguien querría tener a los jóvenes? Hasta dónde sé ellos son simplemente un par de aprendices. No tienen nada especial.
Él preguntó midiendo sus palabras. No quería que se corriera algún rumor de que ellos eran descendientes de dos especies tan poderosas, eso provocaría un conflicto entre especies. ¿Estaba dispuesto a empezar una guerra por su familia y su gente? Sí, de eso no tenía ninguna duda.
Su mujer estuvo dispuesta a sacrificar su vida para que sus hijos nacieran.
Él estaba dispuesto a dar la suya para garantizar su futuro.
—Estás ciego lobo, ellos no son lo que parecen.
—¿Entonces qué son?
—Haces muchas preguntas lobo. Algo me dice qué sabes más de lo que aparentas.
—Eso no es tu asunto —Anker rió—. Es mejor que me respondas o te voy a dar una muerte lenta y dolorosa.
Ethan llegó a su lado desnudo y lleno de sangre, él también lo estaba.
—Fue un ataque de unos cuarenta vampiros, hemos acabado con todos y dejado a uno como dicta la ley —Ethan suspiró—. Había uno ocultando su rostro y su olor, el sujeto tiene que ser alguien importante para guiar un ataque. Él escapó como un cobarde antes de poder darle caza.
—Buen trabajo. Quiero a este en el calabozo muy bien custodiado, sabe demasiado y él va a cantar como un pajarito mañana.
—¡Sí, señor!
Ethan se retiró con dos lobos más, llevando consigo al vampiro.
Dustin le había dicho que nadie excepto su familia, estaban enterados de la existencia de los chicos.
Horas más tarde estaba en su casa sentado en una silla en su despacho. Tenía una llamada en línea a Rumania.
—¿Puedes decirme por qué tus sanguijuelas vienen y atacan sin control alguno, mi manada?
El enojo en su tono de su voz era evidente.
—No tengo la menor idea de qué me estás hablando.
La frialdad que él usaba para hablar era perturbadora.
—¿Por qué tu raza busca a descendientes de nuestras especies?
Fue directo al punto. Ambos eran hombres de poca paciencia.
—No entiendo, tampoco sé nada del asunto.
—Un grupo de vampiros ha atacado la manada en la madrugada. Estaban buscando a un par de descendientes Mestizos.
—Ambos sabemos que a veces nace un descendiente cada siglo, eso nunca ha sido un problema para ninguna especie.
Anker puso los dedos en el puente de su nariz en señal de frustración.
—¿Qué tan probable es qué nazcan dos al mismo tiempo con una mezcla perfecta de dos especies?
—Eso es extremadamente raro, por no decir imposible.
—¿Por qué?
—Cuando es un nacimiento doble, siempre uno heredará más poder y fueza que el otro. El segundo hijo será casi humano, algunos mueren días después de su nacimiento. Aunque pueda pasar si los padres eran compañeros.
—¿La línea es segura? —preguntó caminando hasta pararse en la ventana y observar el amanecer.
—¿Crees qué sería tan estúpido para hablar contigo, si no fuera así? Nunca me subestimes lobo.
Eso era un sí.
—¿Has oído de alguno dónde ambos tengan las habilidades de ambos progenitores? Me refiero a un lobo y un cazador.
Silencio...
Pasos...
—No. Te imaginas a una mujer no con uno sino dos niños que podrían matarla.
Dustin le dijo de lo complicado que fueron los últimos meses del embarazo de su mujer. En ese momento se sintió como la mierda por no estar con ella. Ella no podría tener más hijos, los niños eran demasiado fuertes para que su cuerpo pudiera soportar. Ella casi muere en el parto por la pérdida de sangre, sin mencionar el daño a su útero.
—¿Qué pasaría sí hubiera un nacimiento así?
—¿Es en serio? Hoy estás muy preguntón.
—Contesta y deja el drama. Nunca me hubiera tomado la molestia de llamar si esto no fuera importante.
—Nada. No pasaría nada. Aun siendo hijos de un lobo y una cazadora o viceversa nunca podrían llegar a ser tan peligrosos como un sangre pura de nuestras especies.
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Editado: 16.11.2019