Cazadores de Demonios

CAPÍTULO 15

JENNA

 

Acababa de servirle a Kyle una taza de chocolate caliente cuando escuché el sonido de las llaves en la puerta de casa. Habíamos abandonado el instituto y habíamos caminado hasta el loft, pero no había habido realmente ningún intercambio de palabras entre nosotros. Él había controlado a Kahla. Yo había estado a punto de morir. Ambos estábamos agotados, asustados, y demasiado confusos como para hablar.

 

En cuanto la puerta se abrió, abandoné mi posición en el sofá y corrí a la entrada a recibir a mis hermanos. Kaleb caminaba apoyado en el brazo de Frey, y rápidamente, con el corazón disparado, pasé una mano por debajo de su otro brazo para ayudarlo a avanzar hasta el sofá.

 

- ¿Estáis bien?

 

- Sí. ¿Y tú?- en cuanto Kaleb se hubo sentado, Frey me agarró con ambas manos por las mejillas, comprobando que estaba de una pieza, y después, para mi sorpresa, me rodeó con ambos brazos en un abrazo.

 

- Estoy bien, Frey- le tranquilicé, apartándolo un poco; todo lo que había en sus ojos en ese momento era una enorme preocupación.- Estoy viva, gracias a Kyle. Él ha controlado al Shinigami y me ha salvado.

 

Las mejillas del rubio se sonrojaron cuando Frey clavó sus azulados ojos en él. Toda aquella reunión estaba siendo bastante incómoda, dado el hecho que hasta hacía pocas horas mi hermano mantenía la decisión de llamar a Whittemore, a pesar de que este fuese, probablemente, a matar a Kyle, o incluso a hacerle algo peor.

 

- ¿Has conseguido controlar al Shinigami?- preguntó Frey, y Kyle asintió, jugando nerviosamente con sus manos.

 

- Y me ha salvado la vida- le repetí, alzando una ceja en su dirección.- Lo que significa que le debemos… que le debes, un favor- indiqué.

 

- Jenna...- murmuró Kyle, pero le mandé callar señalándole con el dedo.

 

- Lo justo sería que prometieras no llamar a Whittemore, hermano.

 

- Jenna, acabamos de venir de matar a un demonio. A ti casi te mata otro. Tú hermano está agotado, y yo también. Creo que podemos…

 

- No lo dejaremos para otro momento, Frey- le advertí. De pronto, todo el éxtasis por lo ocurrido se había transformado en energía que me mantenía en pie, incapaz de detener el golpeteo de mi pie sobre la alfombra.

 

- Jenna tiene razón- finalizó Kaleb, después de la mirada retadora que Frey y yo intercambiamos.- Si antes tu idea de llamar a Whittemore era una locura, ahora es… simplemente imposible. Él ha controlado a su demonio interior, y ha controlado a un Shinigami, también. Puede que sea el arma que necesitamos para acabar con ellos.

 

- ¡Espera!- había estado asintiendo complacida con cada palabra que Kaleb decía, pero de pronto todo mi cuerpo se había congelado. Vi la mirada de Kyle clavada en mí, y abrí y cerré la boca varias veces, sacudiendo rápidamente la cabeza.- ¿Cómo que ‘arma’?

 

- Tal vez he sonado… brusco- suspiró él, acomodándose mejor contra los cojines. El sólo movimiento provocó un gesto de cansancio en su rostro; al fin y al cabo, estaba ‘digiriendo’ el alma oscura de un demonio muy, muy malo.- Aliado. Esa sería la palabra. El aliado que necesitamos.

 

Como si eso sonase mejor.

 

- De todas formas...- sacudí la cabeza, tomando al fin asiento en el sofá.- ¿Qué diablos ha ocurrido esta noche? ¿Cómo habéis acabado matando a un Shinigami?

 

- Fuimos a la vieja iglesia de Greenwoods- me explicó Frey, que era el único que seguía en pie, caminando de un lado para el otro con pasos cortos.- Si vamos a tener que destruir también al demonio que invocó a los Shinigami, el lugar en el que lo hizo era el mejor por el que empezar a investigar.

 

- Y resulta que los Shinigami se refugian allí- siguió mi otro hermano, bebiéndose el chocolate de mi taza.- Debía saber quiénes éramos, porque nos atacó al poco de entrar.

 

- ¿Fue difícil matarlo?- sin poder evitarlo, me vino a la mente el momento en el que el demonio del instituto me tenía agarrada por el cuello, y me estremecí.

 

- No lo habría sido si no hubiese habido otro hombre allí- tanto Kyle como yo nos tensamos ante aquello.- Creemos que era el dueño de la otra mitad de Kahla. Era… el demonio corpóreo más fuerte que hayamos visto nunca.

 

- Gabriel- murmuré, frotándome los ojos.- Es… nuestro profesor.

 

- ¿Vuestro profesor?- Frey frunció el ceño, perplejo.- ¿Por qué no nos lo habías dicho?

 

- Nos hemos enterado hoy- suspiré.- Kyle ha obligado al Shinigami a decírnoslo.

 

- ¿Has conseguido hacerle hablar?- Frey se detuvo en medio del salón, congelado, y noté el brinco que pegó Kyle cuando mi hermano lo taladró con la mirada.

 

- Te he dicho que él lo ha conseguido controlar- murmuré, frunciendo el ceño.

 

- Sí, es cierto, pero esto es diferente. Si has conseguido que el Shinigami revelase el nombre de su otro dueño, significa que has pasado por encima de las órdenes que Kahla. Al fin y al cabo, ella estaba impidiendo por todos los medios que conocieseis su identidad, ¿no?

 

Hasta el momento no lo había pensado, pero Frey tenía razón. Kyle no sólo había controlado al Shinigami, si no que había pasado por encima de los deseos de Kahla, por encima del control que ella ejercía sobre Gabriel, impidiéndole revelarnos su nombre.

 

- Bueno, ahora que sabemos quién es, debería ser más fácil terminar con todo esto- murmuró Kaleb, pero yo no estaba tan segura de ello.

 

Pese a que era un alivio que no hubiesen matado a Gabriel (pues no teníamos ni idea de cómo podría afectar eso a Kyle), el que hubiese un demonio al que mis hermanos no podían matar me aterró hasta la médula. Era cierto que muchas veces las tareas que debían llevar a cabo se les complicaban, pues a menudo era difícil dar con los demonios que debían matar. Como era el caso de los Shinigami. Pero nunca, nunca había visto que un sólo demonio ganase en batalla a los dos hermanos Emerson en conjunto.




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