- Minho. - Empezó a decir Beomgyu en cuanto la puerta se cerró tras los Kim. - ¿Qué vamos a hacer...?
Minho se estaba presionando ambos lados de la cabeza con las manos como impidiendo que se le partiera por la mitad.
- Café. - Declaró. - Necesito café.
- Ya te has bebido uno.
Él dejó caer las manos y suspiró.
- Necesito más.
Beomgyu le siguió a la cocina, donde él se sirvió más café antes de sentarse ante la mesa de esta y pasarse las manos por el cabello.
- Pinta mal. - Dijo. - Muy mal.
- ¿De verdad?
Beomgyu no podía ni pensar en beber café en aquellos instantes. Ya sentía los nervios como si estuviesen tensados tan finos como alambres.
- ¿Qué sucederá si le llevan a Idris?
- Un juicio ante la Clave. Probablemente le hallarán culpable. Luego habrá el castigo. Es joven, así que podrían simplemente despojarle de sus Marcas, no maldecirle.
- ¿Qué significa eso?
Minho no quiso mirarlo a los ojos.
- Significa que le quitarán las Marcas, le depondrán como cazador de sombras y le expulsarán de la Clave. Será un mundano.
- Pero eso le mataría. Seguro. Preferirá morir.
- ¿Crees que no lo sé? - Minho se había terminado el café y se quedó mirando el tazón con aire taciturno antes de dejarlo sobre la mesa. - Pero eso a la Clave le da lo mismo. No pueden ponerle las manos encima a Jinki, así que castigarán a su hijo en su lugar.
- ¿Qué pasa conmigo? Yo también soy su hijo.
- Tú no eres de su mundo. Yeonjun sí. Aunque más bien te sugiero que no llames la atención durante un tiempo. Ojalá pudiésemos irnos a la granja...
- ¡No podemos dejar a Yeonjun con ellos! - Beomgyu estaba consternado. - No voy a ir a ninguna parte.
- Claro que no. - Minho pasó por alto la protesta del joven. - Dije que ojalá pudiésemos, no que pensara que debíamos hacerlo. Existe la cuestión de lo que hará Youngjae ahora que sabe dónde está Jinki, por supuesto. Podríamos encontrarnos en medio de una guerra.
- No me importa si quiere matar a Jinki. Puede quedarse con él. Yo sólo quiero recuperar a Yeonjun.
- Eso no es tan fácil. - Afirmó Minho. - Teniendo en cuenta que en este caso, él realmente ha hecho lo que Youngjae le acusa de haber hecho.
Beomgyu estaba escandalizado.
- ¿Qué, crees que fue quien mató a los Hermanos Silenciosos? ¿Crees que...?
- No, no creo que matase a los Hermanos Silenciosos. Creo que hizo exactamente lo que Youngjae le vio hacer: fue a ver a su padre.
Beomgyu recordó algo.
- ¿A qué te referías cuando has dicho que le habíamos fallado y no al revés? ¿Te refieres a que no le culpas?
- Sí y no. - Minho parecía fatigado. - Fue una estupidez ir a ver a su padre, no se puede confiar en Jinki. Pero cuando los Kim le dieron la espalda, ¿qué esperaban que hiciese? No es más que un chiquillo, todavía necesita padres. Si ellos no quieren tenerle, irá en busca de alguien que sí quiera.
- Yo pensaba que a lo mejor... - Repusó Beomgyu. - Que a lo mejor esperaba que tú le hicieras de padre.
Minho pareció indescriptiblemente triste.
- Yo también lo pensaba, Gyu. Yo también lo pensaba.
***
Muy débilmente, Hyunjin oía el sonido de las voces procedentes de la cocina. Habían acabado de gritarse unos a otros en la sala de estar. Era hora de marcharse. Dobló la nota que había garabateado a toda prisa, la dejó sobre la cama de Minho y cruzó la habitación en dirección a la ventana a la que se había dedicado los últimos veinte minutos hasta conseguir forzarla y abrirla. El aire fresco entró a través de ella, era uno de esos primeros días de otoño en que el cielo parecía increíblemente azul y distante y el aire estaba levemente teñido de aroma a humo.
Se montó rápidamente sobre la repisa de la ventana y miró abajo. Habría sido un salto casi imposible para él antes de que lo cambiaran; en aquellos momentos sólo pensó por un instante en el hombro herido antes de saltar. Aterrizó de cuclillas en el cemento resquebrajado del patio trasero de Minho. Enderezándose, echó una ojeada a la casa, pero nadie abrió una puerta ni lo llamó para que regresara.
Reprimió una punzada de decepción. Tampoco era que le hubiesen prestado mucha atención cuando sí estaba dentro de la casa, se dijo, mientras trepaba por la alta valla de tela metálica que separaba el patio trasero de Minho del callejón, así que, ¿por qué tenían que advertir que se había ido? Era claramente el último mono, tal y como lo había sido siempre. Jake era el único que lo había tratado como si tuviera una cierta consideración.
Pensar en Jake lo hizo estremecer mientras saltaba al otro lado de la valla y trotaba por el callejón hasta la avenida. Había dicho a Beomgyu que no recordaba la noche anterior, pero no era cierto. Recordaba la expresión del rostro de Jake cuando él le había rehuido... la recordaba con tanta claridad como si la tuviera impresa en la retina. Lo más extraño era que en aquel momento él todavía le había parecido humano, más humano que cualquiera que hubiese conocido nunca.
Cruzó la calle para evitar pasar justo por delante de la casa de Minho. La calle estaba casi desierta porque la gente de Itaewon aprovechaba que era domingo para dormir hasta tarde. Marchó en dirección al metro con la mente puesta aún en Jake. Sentía un doloroso vacío en la boca del estómago cuando pensaba en él. Era la primera persona en quien había querido confiar en años, pero Jake había conseguido que eso fuera imposible.
"Desde luego, si confiar en él es imposible, entonces... ¿por qué te diriges a verle?" Dijo el susurro en el fondo de su mente que siempre le hablaba con la voz de Yeji.
"Cállate. - Repuso él con firmeza. - Incluso aunque no podamos ser amigos, le debo una disculpa."
Alguien rió. El sonido reverberó en los altos muros de la fábrica situada a su izquierda. Con un repentino temor, Hyunjin giró en redondo, pero la calle estaba vacía. Una anciana paseaba a sus perros por la orilla del río, pero Hyunjin dudó de que estuviese lo bastante cerca para oírla.