Lee SuNi se graduó de la universidad a los veinticinco años y en su trayectoria continuaba viviendo con sus padres y hermano. Aunque es cierto que la familia tradicional coreana insta a los hijos a casarse lo más pronto posible, los padres de SuNi estaban un poco alejados de ese pensamiento. Como amantes del arte, su mente era mucho más liberal que los padres promedios.
Así que solo mantenían charlas ocasionales para saber simplemente cómo se sentían o si tenían una relación. Preguntas simples sin ninguna otra intención.
Después de que se graduó SuNi, ella decidió tener un cambio drástico en su vida, y era abrazar con más ímpetu la independencia. Quería quitarles una carga a los hombros de sus padres y un respiro de un hijo menos en la casa, y sabía que no era ninguna molestia, pero SuNi necesitaba su propio espacio.
El proceso para trasladarse fue normal, nada del otro mundo. Aunque su madre se preocupó porque se iría a vivir sola a Seúl, entendía que su niña ya era una mujer capaz de velar por sí misma.
Sabía que vivir en Seúl y mantenerse allí era de costos un poco elevados, no era fácil, pero llevaba muchos años reuniendo para una ocasión de ese tipo desde que se hizo mayor de edad.
Así que con su propio dinero y el que les ofrecieron sus padres –no podía oponerse porque era un deseo de ellos colaborar y apoyar esa decisión–, logró mudarse a un buen recinto. Era céntrico y a un precio no tan por las nubes, lo que resultó una ganga.
A partir de allí comenzó su nueva vida en solitario, se las arregló para conseguir trabajo. ¿Y cómo no? SuNi tenía magia en sus dedos, rechazarla sería una pérdida. Lastimosamente, aunque reconocían su talento, que ella fuera de inicios humildes, dificultó el avance en su área laboral.
SuNi se esforzó un año completo en hacer progresos para ser reconocida y no tratada de menos, se complicaba la tarea por compañeros de trabajos presuntuosos y alumnos de la misma calaña. Es por eso que todo su tiempo lo invertía en mejorar sus habilidades y ser la mejor en su área, no podía concentrarse en otros entretenimientos, así que por esa razón no estaba tan al tanto de lo que sucedía en el mundo, como por ejemplo; que cierto grupo estuviera revolucionando por todas partes e incluso en el extranjero en el año dos mil diecinueve. Aunque escuchaba como un ruido de fondo, no prestaba mucha atención.
Para cuando creyó que todo iría cuesta arriba en el momento en que recibió la noticia de quedarse con un contrato permanente, donde comenzaba a sentir que sus esfuerzos estaban siendo valorados y parecía que el mundo sonreía junto a ella por los éxitos que se lograban para el país por un llamativo grupo, todo se desmoronó.
Todo se esfumó en un abrir y cerrar de ojos. Y SuNi todavía recordaba ese momento con un ligero temblor en las manos. Los sueños que estaba construyendo, el tiempo que invirtió para su futuro próspero se quebraron poco a poco.
En ese mismo instante supo que nada volvería a ser igual, la despreciarían y rebajarían su persona con más razón, la reputación que había trabajado tanto en mantener se desvaneció por un accidente que la dejó ciega parcial.
En una sociedad donde todavía estaba arraigado cierto prejuicio a las personas con limitaciones físicas, lo que le sucedió a SuNi podía resultar un congelamiento a su carrera.
Lamentable así fue y ella no se tomó muy bien su circunstancia al principio. Fue como retroceder todo lo que había avanzado, primero, ya no tenía trabajo, segundo, dejó su apartamento para mudarse de nuevo con sus padres, esta petición fue de ellos porque SuNi no se encontraba bien mental y emocionalmente.
Se quedó dos años completo junto a su familia, conviviendo de nuevo solo con una diferencia, ella no veía correctamente. Después de su recuperación emocional para seguir estable y afrontar su nuevo estilo de vida, en el segundo año fue que comenzó a añorar aquellos días en donde se la pasaba en su apartamento, en compañía del silencio y la soledad que la ayudaba a trabajar en paz.
SuNi podía hacer cosas por su propia cuenta, fue como volver a acostumbrarse a lo que ya sabía a hacer, pero últimamente pensaba que era hora de volver a tener su espacio. De dar otro paso más.
Se sentía lista. Y por esa decisión, es que ahora se encontraba en una conversación seria con su madre.
Hubo una pausa larga después de que SuNi le comentó lo que quería hacer. —¿No deberías pensarlo mejor SuNi? —preguntó con suavidad SungMin, su mamá.
SuNi suspiró de manera silenciosa, aunque la tenía de frente, ella no podía ver su rostro, no podía ver la expresión distorsionada por la preocupación que hacía. Sin embargo, se daba una idea por el tono de voz. A los ojos de SuNi solo veía la colorida ropa rosa, era un conjunto.
—Pensar es lo que he estado haciendo estos meses mamá, créeme, no estoy diciendo esto por un capricho o idea momentánea. Es momento de regresar y avanzar en mi vida. —SuNi asintió y sonrió con determinación para dejar en claro que no cambiaría de parecer, por más que quisiera su mamá rogar.
SungMin frunció más el ceño sin entender qué estaba mal. —¿No estás cómoda aquí? ¿Qué pasa si ocurre algo y no estamos para ayudarte? No tengo ningún problema con que sigas con nosotros, cielo. Si es por tema del trabajo, te ayudaría a encontrar uno —se apresuró a sugerir y tocó con cuidado la mano de su hija.