Los escuadrones imperiales se encontraban arribando, con impecable sigilo, a sus debidas posiciones a lo largo del planeta. El área en donde se encontraba ubicado el cuartel galanight, un arcaico pero imponente edificio rectangular construido a partir de cantera tallada y mampostería, era la más custodiada y, por tanto, el cuartel estaba rodeado por gran número de escuadrones. Pese al aparente éxito de su infiltración, los soldados no podían dejar de sentirse temerosos, toda misión implicaba peligro y altas probabilidades de nunca más volver a casa.
A un par de calles distantes al cuartel, el escuadrón donde se encontraban Elián y Metztli se colocó en posición a la espera de órdenes por parte de sus superiores, el chico de rizos castaños no podía evitar ver a su alrededor con asombro.
—Es un planeta realmente hermoso —susurró hacía su amiga—, es algo extraño, en todas las misiones que he ido el planeta está hecho un desastre, incluyendo Nile.
—Tienes razón, es un lugar bastante pintoresco —admitió Metztli contemplando el paisaje—, no se parece en nada a como nos lo habían descrito.
—Exactamente ¿No te parece curioso?
—¿Qué cosa?
—Es nuestra primera misión de recuperación, nuestra primera vez en un planeta bajo mando galanight y resulta ser un sitio próspero y lleno de vida.
Metztli lo miró seriamente y con lentitud se acercó a su odio. —Eli, no hables sobre eso aquí, podrían escucharte.
—De acuerdo, de acuerdo, ya me callo —contestó pasando sus dedos sobre su boca imitando el cierre de una cremallera.
—Me preocupa más el silencio, es un mal preámbulo para una batalla.
—Tranquila, pase lo que pase estaré contigo —mencionó tras tomar la mano de su mejor amiga.
Temerosa de lo que les deparaba en las próximas horas, suspiró afligida. Sin embargo, pese a que ambos estaban usando guantes, sintió la calidez de su tacto provocando que el coraje que necesitaba para continuar flameara dentro de ella. —Gracias, Eli
En otro lado del planeta, algunos capitanes y generales, incluso la susbcomandante, ya olfateaban la peste de una emboscada, sin embargo, la persona con la máxima autoridad y la última palabra, la emperatriz Nuria Berenguer, insistía en no continuar con el plan hasta que el capitán Farren apareciera, incluso, estaba dispuesta a ordenar su búsqueda. Con esta actitud dio a entender, de manera involuntaria, que serían incapaces de ganar si el joven capitán no se encontraba entre las filas.
Ligeramente molesta por la actitud de su majestad, Selene tuvo que ingeniárselas para persuadir a Nuria de seguir adelante con el plan. Para cumplir su objetivo comenzó por adularla, mencionó que los galanight eran unos ingenuos al subestimar su inteligencia y que su sabia e ilustre guía sería suficiente para hacerse con la victoria, después, la chantajeó al cuestionar nuevamente la posible traición de su adorado hechicero. Ante tal acusación, la emperatriz apartó la mirada de su comunicador y la observó con cierto enojo, pero al percatarse de que entre su séquito empezaban a murmurar opiniones en su contra retomó su postura firme y elegante; con la tiara en alto, y sin querer armar mayores escándalos y rumores, autorizó la ejecución de la siguiente fase del plan.
Un escuadrón designado por Selene, conformado por dos capitanes veteranos, se encontraban ocultos bajo un hechizo de invisibilidad cerca de la entrada principal del cuartel, y al recibir la orden de su majestad se aproximaron al edificio. Desde el primer seguro la situación se tornó aún más extraña cuando los capitanes, a través de sus comunicadores, reportaron que no había ningún tipo de hechizo protegiendo al cuartel, manteniendo la calma pero estando a la defensiva, Selene les indico continuar. Los capitanes, con evidente temor en su voz, acataron la indicación; una vez frente a la puerta hicieron uso de un hechizo útil para atravesar materiales sólidos y se adentraron en la guarida del enemigo, estando dentro quedaron consternados al no detectar señal alguna de sus adversarios, en el cuartel reinaba un profundo e inquietante silencio.
—Subcomandante, el lugar está completamente vacío —comunicó uno de ellos en voz baja.
—Imposible, debe ser algún truco, revisen los alrededores con cuidado.
—Entendido, procederemos a… ¡Ah! —En ese momento la comunicación empezó a distorsionarse, en medio de una irritante estática, los desgarradores gritos de los capitanes eran audibles.
—¿¡Qué sucede!? ¡Respondan! —pidió la subcomandante.
La respuesta llegó en forma de ataque, desde lo más alto del cuartel veloces flechas y hechizos se precipitaron contra el ejército imperial, y desde ingeniosos escondites, soldados galanight salieron dispuestos a defender al planeta. Ante la amenaza, Selene ordenó comenzar el ataque, cada escuadrón la obedeció y abandonaron sus puestos para entregarse a la batalla; fuertes bramidos y destellos, causados por el despliegue de diversos hechizos, no tardaron en apoderarse del Rubí.
Selene giró bruscamente con la intención de sujetar a su alteza y llevarla a un lugar seguro, no obstante, se llevó una amarga sorpresa cuando no halló a Nuria a su lado; tras un chasquido de lengua regresó y vio como la emperatriz avanzaba con ferocidad en dirección al cuartel, repelía cada ataque enemigo con poderoso vigor gracias a su dominio en magia y en combate con espadas dobles, las cuales equipaba sobre cinturón siempre que salía a una misión. Selene se dispuso a ir tras ella para convencerla de ocultarse, sin embargo, al percatarse del caos surgido a su alrededor, decido que lo ideal era dedicarse a guiar a los suyos, fue así como la subcomandante imperial entró en combate.