Capítulo 21:
Mi regresión
Dess
Alguien ha pronunciado su nombre, y toda su esencia se ha derramado dentro de la enfermería. Un ser angélico consumido en el fuego del mal ha tomado posesión del cadáver de esa mujer, como si de una capa de barro se tratara y se quebrara para dar origen a un nuevo cuerpo. Un hombre alto con una belleza terrorífica, ha consumido el alma de Ronald y tenía la intención de devorar su cuerpo. Leonardo lo ha sacado al pasillo, pero no hay nada que podamos hacer.
Lo hemos perdido.
¿Qué le diré a Anastasia cuando regrese?
¿Qué no fui capaz de detenerlo, de impedir que entrara para darle fin a su tormento?
¿Ni siendo un celestial pude salvarlo del mal?
Un dolor indescriptible se cierra en mi pecho, una sensación que me impide respirar, un sufrimiento que no había experimentado. En el poco tiempo que llevo en esta nueva vida, Ronald se había convertido en alguien importante para mí, y lo he perdido. Me gustaría poder dejarme caer al suelo y dejar salir todas esas lágrimas que se encuentran atascadas en el borde de mis ojos, pero el responsable de tanta mortandad sonríe frente a mí. Disfrutando como la muerte de un simple chico nos ha dejado paralizados a Gabriel y a mí.
Un demonio ha conseguido salir del infierno, pero no va a conseguir salir de este recinto. Me encargaré de que regrese al infierno al que fue condenado, con el sufrimiento que puede ocasionar ser tocado por un arma concedida por Miguel.
Mi sello es un equilibrio, una balanza, y aunque no sé exactamente lo que es ni como cerrarlo, que Ronald se haya ido no significa que ellos han ganado. No sé qué me ocurre, pero desde el momento en que entre a la enfermería algo ha cambiado. No solo miedo ha surgido sino también una parte de mí que se encontraba aún dormida, atada a las cadenas del infierno donde tanto tiempo estuve cautiva. Ver el rostro de ese demonio me ha transportado a recuerdos que jamás imagine tener que para mi sorpresa me han llenado de fortaleza, me siento más decidida, con más confianza.
—¿Realmente creíste que podías enfrentarme? —pregunta el demonio con burla.
Gabriel está agitado, respira solo por la boca. Ser el hijo de un demonio no le es suficiente para darle frente a un ser tan malvado y oscuro. Uno de los principales demonios del infierno ha tocado la tierra en toda su esencia y con un cuerpo nuevo. Es algo para lo que no nos habíamos preparado.
—No, pero si puedo debilitarte —responde Gabriel con una sínica sonrisa en la cara. Él ha dado toda la batalla, mientras que me ha hecho permanecer al margen. Mi espada es liviana en mi mano, lista para cortar con su filo la piel de ese demonio. Nunca me había sentido tan ansiosa para danzar al borde de la muerte, es como si todos mis sentidos se hubieran despertado de un letargo sueño.
—Sigue intentándolo, que al final tanto tú como ella irán a servir en las honduras del abismo —dice con orgullo.
—No estés tan seguro de eso, ella está despertando —replica Gabriel antes de lanzarse hacia delante con una espada, el impacto de ambos es catastrófico, las paredes se agrietan como si no pudieran contener tanta maldad. Danza un baile macabro donde Gabriel no lo ha tocado ni una sola vez, pero ese demonio si ha conseguido hacer un par de cortes por sus brazos y piernas.
El espacio se vuelve pequeño. Cada artefacto ha quedado esparcido por el suelo, la camilla que encontraba a un lado de la habitación ahora está doblada en un rincón. Gabriel no va a aguantar mucho tiempo, y ese demonio no se ve ni fatigado. Más bien, parece alimentarse de toda esa energía que desprende Gabriel con cada movimiento. Cada vez que intento unirme a ellos, él me bloquea haciéndome retroceder. No entiendo muy bien lo que hace, se supone que lo debilitaría, pero ante mis ojos ocurre todo lo contrario, el demonio cada vez se ve más fuerte.
Como si de un mundo paralelo se tratará la habitación se desvanece y una recámara iluminada se apodera de mi mirada.
Me cuesta unos segundos reconocer el lugar hasta que me doy cuenta de que es la habitación donde dormía cuando era niña, la misma habitación donde pase mi adolescencia.
Dina y yo compartimos la habitación desde siempre.
Este recuerdo pertenece a unos días antes de mi muerte, cuando un secreto se me escapo de las manos. Mi hermana, ella decidió ser algo en este mundo que implicaba su propia perdición, y no le importo.
Ahora que lo recuerdo las señales siempre estuvieron allí, los cambios físicos que ella presentaba siempre eran cubiertos por excusas que tanto mis padres como yo aceptamos sin ninguna explicación. Dina había conocido a un chico, y solo tenían como dos semanas saliendo, el mismo tiempo en que ella comenzó a cambiar. Su alimentación era uno de ellos, recuerdo que dijo:
—Solo estoy haciendo dieta Dess.
Permanecí sentada en la cama observándola terminar de arreglarse, para mí cada día estaba más cadavérica y mis labios no se pudieron contener.
—Pareces un cadáver.
Ella me mira a través del espejo, sus ojos se salen de órbita de una forma terrorífica. Me encojo contra el espaldar de la cama sintiéndome amenazada. Da vuelta, y de un solo salto cae sobre la cama manteniéndome debajo de ella. Es como si fuera un animal, sus colmillos expuestos largos y filosos. Solo me defiendo, y un grito desgarrador me ensordece.
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Editado: 27.07.2021