Capítulo 8:
Preocuación
Dimas
—¿Qué le ocurre? —pregunta Gabriel desde la ventana. Hoy parece querer representar la oscuridad infernal de donde proviene, su ropa es toda negra, su cabello platinado y ojos platas crean una armonía digna de un demonio.
El mundo infernal es tan amplio que ni él ni y tenemos idea de quien pueda ser su padre. Sin embargo, con la importancia que le han dado los rebeldes tiene que tratarse de alguien importante.
Gracias al cielo su procedencia no ha desatado ningún disturbio en la academia, por el momento todavía estamos de duelo por los que no sobrevivieron al ataque. Además, han sido solo dos días de normalidad. La acechanza del mal no se toma días libres, y allá afuera el miedo y la muerte siguen su curso.
El demonio llegó hace un par de minutos con la intención de decirme algo importante, pero Leonardo se siente tan mal que no he podido oír nada de lo que ha dicho.
—Creo que ha llegado el momento —murmuro.
Trituro con mis manos un par de hojas de valeriana y menta, las doblo hasta que el olor de ambas se mezcla. Las esparzo sobre la almohada donde reposa Leonardo, para ayudar a su descanso.
—¿De verdad? —Asiento—. ¿Apenas ha comenzado?
Leonardo se ha quedado dormido, tuve que hacerlo tomar un potente té para dormir. Los dolores en su cuerpo son insoportables, y aunque su malestar comenzó hace un día y estuvo de pie en la mañana… desde este momento dudo mucho que se pueda levantar de la cama hasta que…
—Lo peor está por venir.
Estuve en su posición una vez y no es algo que le desee a nadie, pero es necesario.
—Pobre de él. No despertará en un buen rato, ¿cierto?
—No, ¿por qué?
—El hada.
El pasado de Gabriel y el de Ronald están unidos por una tragedia. Y que el demonio esté preocupado es una muy mala señal.
—¿Ocurre algo con Ronald?
—Todavía no, pero me preocupa. Con este último ataque a la academia, las protecciones fueron destruidas y percibí la presencia de un condenado.
—¿Dentro de Luz de medianoche? O, ¿en el momento del ataque?
Se apea de la ventana y comienza a caminar de un lado a al otro. Coloca ambas manos detrás de la cabeza y observa el techo por unos minutos.
El demonio y yo no somos tan cercanos, solo compartimos un secreto, su secreto que ya es una verdad a gritos, y el secreto de Ronald.
—En el momento en que la academia se quedó completamente desprotegida surgió una entidad que ambos conocemos muy bien, Dimas. Estoy seguro de que no venía con los rebeldes.
Como si ya no tuviéramos suficientes problemas. El pasado de Ronald es algo tormentoso, la carga que tiene sobre sus hombros es demasiado grande como para desenterrarla en medio de todo lo que hemos vivido.
—¿Estás seguro? Gabriel, no sé, pudo haber sido… alguien más. Condenaron a muchos al exilio…
—Ya lo sé —sus manos abandonan su nuca para extenderse como si de sus alas se tratara. La desesperación por un peligro que él apenas y pudo contener en el pasado lo atormenta—. Dimas estoy seguro de que está en Luz de medianoche, pero no es ningún estudiante, profesor… Es solo su presencia y la sentí en ese momento nada más.
—¿Le comentaste a alguien más? —inquiero, no quiero exponer a Ronald.
—No, a nadie. Soy un demonio mis palabras podrían ser una mentira —dice receloso—. No estoy seguro de que puedan creer en mí ahora que saben que no soy un argel.
¿Qué decir ante eso? Desde el principio sabíamos que su procedencia iba a ser una bomba que destruiría todo a su paso, y para levantar los escombros que ha dejado hay que tener paciencia y perseverancia.
Si el arcángel Gabriel lo eligió como uno de los suyos a pesar de quien es, es por algo.
***
La oficina de Geraldine parece encogerse con tantos de nosotros en su interior. Los tres nuevos argeles mantienen el entrecejo y los labios fruncidos. Ellos fueron enviados para escoltar a los tres celestiales a la principal academia de los arcanos, donde se supone estaremos más protegidos. Lo que no es una mentira, sin embargo el peso de los sellos y la responsabilidad que adquirimos para el mundo no necesita de que nos ocultemos detrás de murallas protegidas, todo lo contrario, la humanidad ya no puede seguir esperando.
Solo somos tres celestiales, y son tres puertas que deben ser cerradas con prontitud.
Así que los argeles de Miguel pueden regresar a su academia o permanecer en Luz de medianoche como respaldo. Que sigan aquí es una afirmación de que los veremos más seguido.
Ronald y Anastasia, tan cerca cómo pueden permanecen de pie detrás de la una de las sillas, ocupada por Paula. En la otra se encuentra Mary, ya hemos conversado sobre la situación de Leonardo. Karla inclinada contra el respaldo de la silla de la enfermera.
Santiago parece estar más concentrado en los escasos libros que tiene Geraldine, son pocos y solo tienen un par de días allí. El tema de los sellos nos tiene a todos metiendo las narices entre páginas polvorientas.
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Editado: 27.07.2021