Chatarra

54

«Deme un reporte de la situación» Había dicho el Archivista y Virya trató de describir la escena lo mejor que pudo.
—Hay sangre— dijo calmadamente. —Mucha.
Había sangre por toda la cabina de la armadura, cosa que particularmente no había llamado la atención de la joven recluta quien ya había experimentado en carne propia lo que una pequeña hemorragia podía causar en gravedad cero; la sangre se unia en bolas gelatinosas a medio coagular que flotaban por todo el espacio libre y se adherían a cualquier superficie de la cabina.
—La piloto esta en estado de shock, veo movimiento ocular y respiración lenta pero continua, numerosos traumas en la zona del tórax y miembros superiores. —La joven retrocedió hasta que su espalda tocó una de las pantallas del instrumental mientras utilizaba la luz de su casco para iluminar la parte inferior de la cabina. —Severo trauma en miembros inferiores, aplastamiento con rotura de hueso expuesta y amputación parcial. Hemorragia aparentemente contenida.
Virya terminó de hablar y guardó silencio a la espera de órdenes. Nunca había visto heridas como esas, ni siquiera durante su breve visita a la bahía médica de la fragata de Dulmei. Habia visto morir a Meltrans con heridas más pequeñas que esas.

Varios kilómetros más allá de la cabina, Exedore frunció el ceño al terminar de escuchar el reporte de Virya. —No se que suceda primero— dijo en voz alta sabiendo que solo Dulmei o la recluta podrían oír sus palabras— Si muere la piloto o explota el misil…. en todo caso debemos apresurarnos. Teniente Virya….
Si Vaal moría, la armadura moriría con ella.
—Sí señor— contestó la joven.
—Intente establecer contacto verbal con la Capitan Vaal
Virya asintió y comenzó a trepar por entre los restos del traje y las enormes formas amarillentas de espuma sólida que se habían formado para tapar las numerosas hemorragias que habia sufrido el cuerpo de la piloto. Cuando llegó a la altura del pecho se encontró frente a la terminal de monitoreo, un dispositivo circular con una pantalla que mostraba información vital del piloto, pero el cristal se había partido y las letras en Zentradi temblaban y brillaban tenuemente en un verde fantasmal.
—Pulso débil, temperatura corporal baja, falla de órganos detectada… —no pudo leer nada más, la parte inferior de la pantalla era un amasijo de caracteres ilegibles.
—¿Puede aplicar los primeros auxilios?
Virya dudó un instante, era obvio que con su tamaño no podía hacer nada por la guerrera moribunda, pero de pronto recordó su entrenamiento y supo que Exedore se estaba refiriendo al sistema de soporte vital del traje de vuelo.
—Entendido. —confirmó mientras se sujetaba de los pliegues de tela y se movía hacia un costado para alcanzar el dispositivo adecuado.
Todos los trajes contaban con un sistema que suministraba una serie de químicos diseñados para ayudar a un piloto herido a mantener el conocimiento y seguir combatiendo. Al contrario que la espuma del traje que sellaba las hemorragias, no era algo automático y el piloto era el que decidía si valía la pena utilizarlo.
El botón estaba diseñado para que hasta un herido grave pudiese accionarlo, pero incluso asi Virya tuvo que usar toda la fuerza que su pequeño cuerpo tenia para empujar el enorme cilindro rojo.
Se escuchó un sonido apagado, como si en algún lugar bajo ella se liberara una presión de aire y de pronto el pecho de Vaal se infló de repente, lanzando a Virya hacia atrás, estrellandola violentamente contra la pantalla principal.
La joven ahogó un grito y cayó sobre el regazo de la Meltran, incapaz de hacer otra cosa más que protegerse durante la caída.
Vaal temblaba violentamente y parecía que los músculos de su cuerpo se movían de forma descontrolada, a través del cristal astillado del casco se escuchó como la piloto tomó una enorme bocanada de aire y de pronto el silencio se hizo en la cabina.
Virya sentía que la cabeza le daba vueltas, no sentía su cuerpo o, mejor dicho, solo sentía el dolor como si no hubiese otra cosa más debajo de su cuello, era una sensación extraña, como si flotara.
No estaba flotando.
Abrió solo un ojo, el otro estaba tapado por la sangre que había manado de su cabeza al golpear la pantalla. Ante sí estaba el rostro de Vaal, visible a través de un enorme agujero en el cristal del casco. La Meltran había levantado a la pequeña micrón con el brazo sano y la sostenía ante si sin decidirse a hacer algo más que mirar fijamente.
Ambas mujeres se observaron en silencio, ambas heridas y confundidas, ninguna con la suficiente resolución para hacer otra cosa. Fué Vaal la primera en romper el silencio.
—¿Quien eres? —preguntó con dificultad, apenas en un susurro para otro Zentradi pero que Virya escuchó como el retumbar de una explosión.
—Soy Virya 712, piloto de Q.Nona miembro del Escuadrón de Defensa Número Treinta.
Vaal abrió la boca pero no dijo nada, de pronto la comprensión iluminó su rostro —¿Siete? —preguntó.
De haber podido, Virya se hubiera llevado el puño al pecho, pero en ese momento estaba fuertemente aprisionada por la mano de Vaal y apenas podía moverse. —Soy la piloto número Siete— asintió.
La enorme Meltran suspiró y al hacerlo un espasmo recorrió su cuerpo haciendo que una mueca de dolor se reflejara en el rostro ensangrentado.
—Capitana ¿Está..? —comenzó Virya pero la Meltran movió la cabeza de un lado a otro.
—¿Esta la nave de Kreegan a salvo? —preguntó. 
Virya asintió en silencio y Vaal pareció relajarse al ver su gesto. —Por un momento pensé que estaba en medio de una ruina o un pedazo de nave flotando en medio del espacio… ¿El resto del escuadrón Treinta esta operativo…?
—Yuwe tomó el mando provisoriamente hasta que podamos rescatarla, Capitana Vaal— contestó Virya con dificultad.  
—¿Bajas?
—Tres— respondió la joven recordando lo que había informado Yuwe a la Capitán Dulmei. —El resto pudo volver sin problemas.
Vaal cerró los ojos y por un momento Virya temió que la guerrera hubiese perdido el conocimiento. Al cabo de unos segundos volvió a hablar en susurros.
—Hemos triunfado entonces
—Ha sido una victoria completa.
La guerrera asintió y volvió la vista al frente. —¿Pudieron evacuar la nave de Kreegan a tiempo? La pérdida de una nave insignia es un duro golpe para la flota, pero la vida del Almirante y su tripulación es aún más importante.
Virya se mordió el labio. —Kreegan todavía está a bordo de la nave, Capitán.
— ¿A bord…? —un gesto de incredulidad se dibujó en el rostro de Vaal. 
—Al igual que nosotras.
La guerrera miró a Virya desconcertada un momento, solo un momento, luego comprendió.
—Aún estamos DENTRO de la nave de Kreegan.
Virya asintió con la cabeza.
Vaal quedó en silencio mientras trataba de dar sentido a la situación. Al cabo de unos momentos abrió lentamente la mano y depositó suavemente a Virya sobre su regazo. Una vez que tuvo el brazo libre intentó accionar un control de uno de los paneles laterales de la cabina, a pesar del dolor y las heridas que dificultaban la tarea, finalmente pudo rozar con un dedo el botón que activaba las luces externas.
Un resplandor blanquecino iluminó el interior de la cabina, así como el enorme agujero al frente de la misma por donde había caído Virya.
—De-debura! —exclamó Vaal en una mueca de dolor.
La cabeza de guerra del enorme misil estaba frente a ellas, silencioso y amenazante, cerrando la salida como si de un enorme tapón se tratase.
—No puede ser...— exclamó la guerrera herida— todavía no ha estallado.
Pero podía hacerlo de un momento a otro, Virya estaba segura. Por un instante temió que incluso algo tan simple como las luces pudieran perturbar el sueño del arma y hacerlos volar en mil pedazos. 
—¿Yuwe se volvió loca? Deben evacuar la nave y dejarme detonar esta cosa!
—Eso no es posible— respondió la joven de pie entre los restos del traje de Vaal.
La enorme Meltran pareció no comprender las palabras de Virya —¿No es posible? —dijo enfadada. —Esta situación en la que estamos… ¿Como se le ha ocurrido iniciar un plan de rescate cuando…? —de pronto guardó silencio y contempló el gigantesco misil. —Entiendo— dijo simplemente.
Virya tambien lo sabia, pero no había querido decirlo abiertamente. 
Su misión no era rescatar a Vaal, su misión era remover el peligro de la nave de Kreegan a cualquier costo.
La guerrera cerró los ojos y respiró profundamente. —¿Quien esta a cargo de la operación entonces?
—El Archivista Exedore— respondió Virya.
—El Archivista… —el sonido del nombre pareció disgustar a la Meltran— Comprendo— dijo.
Virya abrió el canal de comunicaciones y compartió la frecuencia con su camarada.
—Aquí Vaal, esperando órdenes— se limitó a susurrar por el canal de radio.
—Soy el Archivista del Comandante Kreegan y estoy a cargo de esta misión ¿Cual es su situación Capitan?
—Sigo viva
—Algo es algo— contestó la voz por la radio. —¿Como se encuentra su armadura?
—El reactor parece funcionar normalmente, pero sin los monitores no puedo saber exactamente el estado de todos los sistemas. —dijo mientras miraba el agujero que ahora ocupaba el lugar de las pantallas de monitoreo y navegación.
Virya escuchaba la conversación por su propio canal de audio mientras miraba con atención a su compañera.
—¿Puede moverse?
—Creo que si ¿Cual es el plan?
—Vamos a desconectar la gravedad artificial de toda la nave y usted deberá empujar el misil hacia fuera lo más rápido y lejos posible.
Ambas meltrans se miraron desconcertadas.
—¿Ese es el plan?
—¿Tiene usted uno mejor? —contestó Exedore mecánicamente. —Si no es así entonces cumpla sus órdenes.
—Entendido. —respondió Vaal. —Estoy lista cuando….— de pronto el rostro de la guerrera se congeló a mitad de la frase. Virya comprendió que algo muy malo estaba pasando.
—¿Capitán Vaal..? ¿Qué sucede?
La guerrera suspiró y cerró los ojos. De pronto, de forma tan repentina que hizo saltar a Virya hacia atrás dió un fuerte golpe contra uno de los lados de la cabina.
—¡Debura! —exclamó golpeando una y otra vez el metal con su puño. —Debura! Debura!
La pequeña Meltran sólo pudo observar en silencio mientras Vaal descargaba su furia contra la maltrecha cabina. Al cabo de unos minutos que parecieron horas, la guerrera se detuvo fatigada. La sangre manaba abundante del puño herido y el pecho subía y bajaba exageradamente cuando intentaba respirar con dificultad.
—Vaal…
La Meltran abrió un ojo y miró a su compañera. —Se acabó— dijo en un suspiro. —No puedo mover mis piernas Virya.
La joven guerrera cayó de rodillas con la mirada en blanco. No había nada más que hacer. La misión había fracasado. Permanecieron en silencio mientras el universo giraba en torno a ellas, incapaces de hacer algo más que respirar. Un Zentradi que no puede luchar no servia para nada.
—Estoy segura que Yuwe será una excelente Capitana— dijo de pronto Vaal con la voz aún más débil que antes— deberías salir ahora que puedes y regresar al Escuadrón Treinta Virya…
—Me niego a fracasar en mi misión— contestó la joven obstinadamente con la cabeza baja.
Vaal suspiró profundamente. —Yo estoy acabada, pero tu eres una guerrera con un potencial increíble. Desde que te vi en el campo de batalla lo supe. ¿Y sabes que? —La Meltran extendió la mano lo más delicadamente que pudo y con la punta del dedo índice obligó a Virya a levantar la cabeza para mirarla a los ojos— Creo, Virya, que tu muerte sería un golpe más duro para esta flota que la pérdida de esta nave…
—Capitán… yo..
Vaal sonrió complacida. —Vete, es una orden.
La joven guerrera se puso de pie de inmediato. Era una reacción automática que su cuerpo ejecutaba al recibir una orden. Virya temblaba, no sabía porqué, pero su cuerpo y su cabeza parecían dos entidades separadas. Casi sin darse cuenta comenzó a escalar las paredes deformadas de la cabina en dirección al enorme agujero por donde había caído. Salir iba a ser mucho más difícil que entrar, especialmente con las heridas que su débil cuerpo había recibido. Jadeando, casi sin aliento logró encaramarse a un reborde de metal doblado y de pronto estuvo fuera de la cabina. Las luces de la armadura iluminaban la cubierta donde estaban atrapados, pero Virya veía perfectamente varios pasillos que comunicaban las diferentes cubiertas de la nave. Si pudiera seguir uno de ellos hasta alcanzar el hangar o una esclusa de emergencia…
Sintió un ligero estremecimiento y su cuerpo comenzó a sentirse más ligero. A su alrededor pequeñas esquirlas de metal y vainas de munición comenzaron a elevarse lentamente.
—La gravedad artificial— exclamó asombrada Virya.
Se dio vuelta y contempló la maltrecha cabina del Queadluun. Vaal se veía tan pequeña desde ahí arriba, tan vulnerable....casi parecía tan micrón como ella.
De pronto algo cambió en su cabeza.
Virya lo sintió o, mejor dicho, dejó de sentirlo. Había algo que dirigia su vida, su lucha, su misma existencia.
Eso ya no estaba.
Por primera vez en su vida, Virya estaba segura de ser la dueña de todo su cuerpo. Estiró un brazo y se sujetó de una viga transversal, entonces se inclinó hacia abajo y dió un pequeño impulso con sus pies en dirección a la cabina. 
En dirección a Vaal.
La veterana guerrera abrió los ojos sorprendida al distinguir la pequeña silueta que flotaba hacia ella resaltando nítidamente en el fondo iluminado por los reflectores de la armadura
—Virya regrese ¡Es una orden!
—No
La palabra dejó boquiabierta a Vaal. «No», nunca habia escuchado esa palabra en boca de una subordinada.
—Tu… tu no puedes negarte a recibir una orden… Virya ¿Que sucede? —El rostro de la guerrera estaba pálido, había duda en los ojos verdes y los labios le temblaban visiblemente.
Sin decir una palabra, Virya se agarró de los restos del traje de Vaal y se colocó sobre los enormes bloques de espuma aislante.
—Aqui Virya— gritó por radio ¿Me reciben?
Del otro lado de la transmisión se hizo un silencio. De pronto la voz de Exedore resonó por los parlantes. —¿Qué sucede? ¿Aún no han comenzado a moverse?
—Las piernas de la Capitán Vaal están paralizadas, yo voy a pilotar la armadura en su lugar— respondió Virya con un extraño tono de voz.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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