Chatarra

59

—¿Matt?
Cinthia se incorporó al salir debajo del fuselaje y por un breve instante quedó deslumbrada por la intensa luz. 
El joven retrocedió unos pasos aturdido y tropezó con la ordenada pila de metal retorcido que Jim había colocado a un lado luego de su inspección matutina. Las piezas de metal hicieron un ruido ensordecedor mientras el joven pelirrojo caía en medio de la chatarra.
—¡Cuidado! —exclamó la joven corriendo hacia Matt, quien había quedado sentado en medio del desastre. 
El joven sacudió la cabeza y miró a su alrededor desorientado, como si no supiera donde se encontraba.
Cinthya extendió la mano con una sonrisa —¿Estas bien?
Sin decir una palabra Matt extendió la suya y se incorporó con la ayuda de la joven inspectora.
—Gra-gracias. —tartamudeó mientras retiraba la mano rápidamente. 
La joven retrocedió unos pasos y contempló a Matt con curiosidad. —Siento haberte asustado— dijo. —No te escuché llegar.
Matt no contestó, el breve contacto con la inspectora lo había dejado en una especie de shock y permaneció unos segundos con la cabeza gacha mirando al suelo, sin saber que decir o hacer.
Cinthya lo observó confundida y entonces notó que tenía algo pegajoso en su mano derecha. Al examinarla contempló con asombro la sangre en la palma de su mano.
—¡Matt! —exclamó sobresaltada ¿Estás herido?
Ahora lo veía claramente, la mano derecha del joven estaba goteando sangre. 
El grito de la inspectora trajo a la realidad al joven, quien de inmediato se cubrió la mano lastimada con la izquierda. —N- no es nada Señorita Ross, es una herida que me hice hace un rato, no es grave— respondió apresuradamente.
—Y un cuerno, déjame ver eso —exclamó la joven dando un paso al frente.
La repentina acción de la joven dejó paralizado a Matt, quien docilmente extendió la mano hacia la inspectora. Cinthya examinó la herida detenidamente a la luz del poderoso reflector que colgaba sobre ellos.
—Es un golpe muy feo Matt, tienes los nudillos machacados… —El rostro de la joven denostaba una honda preocupación— Debes ir a la Clínica de inmediato.
Matt retiró la mano herida y retrocedió un paso ante la mirada confundida de Cinthya. —Mina me dijo que tocás el piano… y las manos son lo mas preciado de un pianista… —de pronto el rostro de la joven se iluminó.—Ya lo tengo —exclamó.
Cinthya dió la vuelta y se dirigió rápidamente hacia el frente de la aeronave. Al llegar justo debajo de la cabina extendió el brazo y deslizó su mano por un sector de los paneles. En ese instante un pequeño pitido se escuchó y un dispositivo oculto reconoció las huellas digitales de la inspectora abriendo la cabina al instante. 
Mientras una pequeña escalerilla se desplegaba del fuselaje la inspectora volvió la cabeza hacia atrás en dirección a Matt —Voy a darte los primeros auxilios con el botiquín del avión, luego iremos a ver a quien esté de guardia en la clínica.
—Probablemente Jim está recibiendo en este instante el aviso que estoy entrando a su avión… pero no te preocupes, estoy segura que no le molestara en absoluto.
Cinthya trepó rápidamente, agradeciendo internamente esa minúscula reducción de la gravedad de la Colonia que le permitía un poco más de agilidad a su cuerpo acostumbrado a trabajo de escritorio más que a escalar naves espaciales.
Ocupó su lugar en el asiento del RIO y localizó el botiquín de primeros auxilios debajo del panel de mandos.
—Ya lo tengo. —exclamó levantando la caja por sobre su cabeza.
El descenso fue mucho más fácil. Apenas sus pies tocaron el suelo de metal la cabina del caza volvió a cerrarse y las luces del interior se apagaron de inmediato devolviendo a la nave a su silencioso descanso.
Cinthya caminó hasta una de las piezas que formaban el blindaje de las piernas del caza y se sentó mientras hacía señas a Matt de que se acercara. El joven dudó unos momentos pero finalmente se acercó a la joven mientras mantenía su mano derecha apretada contra el estómago.
—Siéntate aquí Matt. —dijo la joven mientras daba unas palmadas a la pieza de metal.—Voy a abrir esto primero.
El botiquín estaba bien provisto. Desde los materiales de curación más básicos hasta lo que parecían ser bisturíes láser y torniquetes autoajustables, de esos que podían detener la hemorragia de un miembro amputado en un instante. Cinthya ignoró los instrumentos más especializados y solo tomó un par de frascos para heridas y contusiones más simples.
—Déjame ver esa mano— pidió la joven y Matt extendió la mano herida casi con vergüenza.
—Tienes restos de vidrios en la herida— dijo con preocupación sin sacar los ojos de encima de la herida. —Pero primero lo primero.
Cinthya acercó un pequeño frasco de vidrio que contenía un líquido violeta y al presionar un botón en la tapa roció la herida con un chorro de espuma blanca. La sensación de frío que recorrió la mano de Matt era inversamente proporcional a la sensación de calidad que el contacto con la mano de la joven le producía al mismo tiempo.
—¿Arde? —preguntó Cinthya mirando a los ojos de Matt. El joven negó con la cabeza.
Mientras sostenía la mano lastimada hurgó dentro del botiquín hasta dar con una pequeña pinza de metal. —Voy a sacar los fragmentos de cristal antes de vendar la herida Matt, solo será un segundo.
La espuma ya se estaba disipando, había sido absorbida rápidamente por la piel mientras desinfectaba la herida a la vez que producía una leve sensación anestesiante en la mano del joven. 
Bajo la brillante luz del reflector Cinthya se armó de paciencia y extrajo cuidadosamente los pequeños y brillantes fragmentos de espejo que aún se encontraban entre la piel magullada de Matt. Por suerte la herida no era muy profunda y la mayoría de las esquirlas habían quedado clavadas en la superficie.
El joven guardaba silencio mientras Cinthya trabajaba con gran concentración sobre la herida. Creyó percibir como el mundo alrededor de ellos desaparecia y pronto quedaba reducido a la extraña forma luminosa que creaba el fuselaje del avión con las sombras de los alrededores. Era un lugar completamente desconectado del universo real, una cápsula aislada del espacio-tiempo habitada por ellos dos solos en perfecto silencio. 
Matt cerró los ojos y entonó una melodía, casi un susurro que en medio del silencio que los rodeaba parecía de una nitidez extraordinaria.
—Conozco esa canción— dijo la joven sin dejar de trabajar —¿Es de Minmay, no?
El joven asintió y abrió los ojos. —Mi madre siempre me la cantaba cuando me lastimaba y se ponía a curarme, es… uno de los pocos recuerdos que me quedaron de ella.
La joven apartó el instrumento y miró a Matt con melancolía. —Debe haber sido una persona maravillosa— dijo. —Yo… bueno, no llegué a conocer en persona a mi madre, solo la recuerdo a través de un par de videos y fotografías que guardó mi padre— relató mientras ponía un pequeñísimo fragmento de cristal que había extraído con la pinza en un pedazo de algodón embebido en alcohol.
—Yo… lo siento. —respondió el joven.
Cinthya sacudió la cabeza y volvió al trabajo —Somos bastantes parecidos tu y yo Matt. —susurró la joven. —Me alegro de haberte conocido. —dijo sin notar como el rostro del joven se sonrojó de inmediato.
Al terminar una segunda revisión Cinthya sonrió satisfecha y volvió a rociar la herida con la espuma desinfectante.
—Sos muy buena con esto— dijo tímidamente Matt mientras miraba hacia las sombras que envolvían las maquinarias del techo.
La joven sonrió y extrajo una pequeña venda autoajustable de la caja. —Es parte del entrenamiento— dijo sin darle mucha importancia. —Solo tengo unos pocos cursillos de primeros auxilios y reanimación, no es la gran cosa.
Inmediatamente aplicó el vendaje sobre la herida de Matt y dió un par de vueltas alrededor de la mano. El material del vendaje reaccionaba ante la presencia de los glóbulos rojos y plaquetas y formó casi de inmediato una capa acolchada sobre la zona lastimada, dejando el resto de la mano libre de presión de modo que el joven podía abrir y cerrarla sin dificultad.
—¿Como la sientes? —preguntó la joven dando un paso hacia atrás
Matt fraccionó los dedos lentamente, midiendo con cautela la fuerza que aplicaba sobre cada nudillo.
—Casi no duele— dijo mirando con asombro su mano. 
—Me alegro Matt, pero deberias ir a la Clínica a que revisen la herida por si quedó algún fragmento dentro. 
El joven no contestó pero se puso de pie y realizó una pequeña reverencia a la joven de la forma tradicional japonesa.
—Muchas gracias por su ayuda Señorita Ross.
—Dime Cinthya como todos Matt… después de todo yo siempre te he llamado por tu nombre ¿No?
El joven sonrió y movió la cabeza afirmativamente.—Gracias Cinthya… yo… bueno. —Las palabras parecían haberse atorado en la garganta. —Yo no…. no merezco que me trates asi. —La sonrisa se borró del rostro de Matt y otra vez la preocupación apareció reflejada en sus facciones.
—¿Porque dice eso? —Preguntó asombrada la joven.
—Te… te grité… y dije cosas que no eran ciertas.
Cinthya dejó escapar una risita e hizo un gesto de negación con la cabeza. —No me has ofendido ni herido Matt— dijo en tono tranquilizador. —Todo esto por lo que estás pasando… por lo que tu amigo Will está pasando… se lo importante que son los amigos y el verte reaccionar asi solo me demuestra lo mucho que lo aprecias.
La mención del nombre de su amigo hizo que Matt sintiese un escalofrío. Todo lo que había sucedido en las últimas tres horas pasó como un relámpago por su cabeza.
—Todo va a salir bien Matt, confía en tus amigos.
Era exactamente lo mismo que había dicho Tass y por un momento la esperanza floreció en el corazón del joven.
—¿Tu crees?
—Por supuesto! —exclamó la joven. —Al menos te prometo que testificaré a favor de Will si es necesario. —dijo mientras se ponía de pie.
Sin decir nada más comenzaron a limpiar un poco alrededor del avión. Colocaron las gasas y envases usados dentro de una bolsita para descartar material patológico y acomodaron el botiquín lo mejor que pudieron. 
—Por cierto Matt— dijo Cinthya mientras movía con el pie uno de los pedazos de armadura hacia la pila que Jim había ordenado —¿Por qué viniste hasta el hangar?
El muchacho pareció dudar un momento. —No lo se… queria estar un poco solo… pensar algunas cosas.
—¿Vienes seguido al hangar principal?
Matt asintió en silencio, luego señaló las alturas donde las sombras ocultaban las enormes grúas y soportes de metal. —Aquí es donde se escucha mejor a la Rainbow
Cinthya miró hacia la dirección que señalaba Matt y luego volvió a mirar la cara del joven con desconcierto. —¿A la Rainbow? ¿Te refieres a la nave?
El muchacho volvió a asentir con la cabeza. —¿Tu no la escuchas?
Durante un tiempo permanecieron escuchando el silencio del hangar recostados contra el fuselaje del VF-17S2, dejando que el tiempo fluyera lentamente. A pesar del escepticismo natural de la joven tuvo que reconocer pronto que algo de cierto había en la afirmación de Matt. La Rainbow si tenía un sonido propio, un murmullo que no se le podía atribuir a los ruidos que uno esperaría escuchar en un ambiente industrial. Una especie de murmullo, como si el mismo aire vibrase en armonía con el rumor que los rodeaba. 
Matt colocó la mano sobre una de las alas del caza y recorrió lentamente el borde de ataque, cubierto de rayones y abolladuras tras el espectacular escape.
—Aquí también se siente— dijo mirando a la joven. —La nave también está en resonancia con la Rainbow… todos lo estamos en realidad.
Cinthya apoyó su mano sobre el metal esperando sentir algo, pero solo sintió el frío metal bajo sus dedos.
—Me gustaría poder sentir lo mismo que tu Matt— dijo cerrando los ojos. —Pero en realidad esta oscuridad lo único que hace es hacerme sentir temor e inquietud. 
El joven asintió y volvió su mirada hacia las pequeñas luces de guía que indicaban la circulación de vehículos en el piso del hangar. —Al principio yo tambien le tenia miedo a esta nave, a los espacios abiertos y silenciosos, a la oscuridad y a los dientes de metal que colgaban del techo y las paredes— comenzó a decir Matt en voz baja. —Se puede encender una luz y entonces la oscuridad desaparece… bueno no es que desaparezca, sigue estando allí pero la luz la envuelve, la cubre.
Cinthya asintió en silencio.
—Pero la luz no es algo permanente, al contrario de la oscuridad, es algo que fluye continuamente, que tiene un origen y un final… no se puede tener siempre la luz encendida, no para siempre.
En algún lugar por encima de ellos se escuchó un golpe apagado, como si en alguna parte de la Colonia alguien hubiese cerrado una escotilla o golpeado algo con un martillo. Matt continuó hablando como si Cinthya no estuviese a su lado.
—Cuando me di cuenta que la oscuridad era lo único duradero, la única cosa verdadera eterna del universo, eso me deprimió mucho y me hizo sentir aún más insignificante de lo que era. Solamente tenía diez años, pero ya había perdido a mi madre y a mi padre lo que me hacia sentir mas solitario todavía. Esa sensación duró mucho tiempo, semanas completas donde permanecía encerrado en mi cuarto a oscuras y en silencio, tratando de fundirme con esa soledad y encontrar acaso un significado oculto.
Un dia se organizó una serie de simulacros de evacuación en la Colonia y tuvimos que practicar el protocolo de emergencia para escapar de la Rainbow. Tuvimos que salir de la escuela y entrar a uno de los refugios designados que rodean a cada uno de los módulos habitacionales de la Colonia. Durante el procedimiento me separé del grupo y termine entrando solo a una de las cápsulas de escape a las que no debía entrar, ya que iban a ser lanzadas al espacio desocupadas para que el personal de rescate las recogiera y simulase todo el procedimiento de recuperación.
En cuanto me di cuenta del error la aceleración de de la cápsula al salir expulsada de la Rainbow  me aplastó contra una de las paredes y me hizo perder el sentido durante varias horas. Al despertar no sabía dónde estaba pero algo inmediatamente me llamó la atención. 
El silencio.
Yo habia creido conocer el silencio en la Rainbow, en el hangar principal o dentro de los gigantescos tanques de oxigeno de popa, incluso en mi propio cuarto, debajo de las mantas con los oídos tapados y los ojos cerrados…. pero eso no era nada con el silencio del espacio.
Había estado muy equivocado al considerar a la oscuridad como la verdadera esencia del cosmos, como la entidad que realmente le daba forma. Era el silencio el verdadero lienzo en el cual todo, incluida la luz y la oscuridad estaban contenidos.
Estando allí acurrucado, ingrávido y envuelto por el silencio, fue cuando comencé a escuchar la verdadera esencia de las cosas.
Al principio fueron los sonidos de mi propio cuerpo, mi corazón y respiración se convirtieron en los únicos sonidos tangibles en medio de la oscuridad. Pero al cabo de un tiempo se fueron apagando, como si mi mente los asimilara y neutralizara automáticamente frente a los otros sonidos, más débiles e imperceptibles pero que indudablemente venían de afuera. Solo unos centímetros de metal me separaban del vacío del espacio, pero incluso así pude percibir, lejanos, los sonidos familiares de la Colonia Rainbow.
Claro que en mi cabeza sabía perfectamente que eso era imposible, que el sonido no se propaga por el espacio. Lo que estaba oyendo no podía originarse en la Colonia, debía ser otra cosa y sin embargo algo en mi interior me gritaba que no estaba equivocado, que lo que estaba oyendo era real.
Saqué el Pad de mi bolsillo y lo encendí, ahí fue cuando me di cuenta que había estado todo el tiempo con los ojos cerrados, sin distinguir entre la oscuridad real y la que mis párpados producían. Abrí los ojos y a la luz de la pantalla busque los controles de emergencia. Como la cápsula había sido lanzada desde el puente de mando no se había activado desde el interior. Las luces rojas se encendieron y los filtros de aire comenzaron a purificar el enrarecido aire. Probablemente en ese momento fue que alguien percibió la actividad de la cápsula y envió inmediatamente a una de las naves de rescate a recogerme…. en todo caso todavía tuvo que pasar algo así como una hora antes que Ralph atrapara mi improvisada nave espacial y me llevase de vuelta a casa.
Durante esa hora de angustiosa espera fue cuando percibí por primera vez un sonido extraño, diferente, pero que en ese momento me era imposible de discernir entre los varios miles de otros sonidos que llenaban mi interior.
Más tarde esa noche, me enteraría por los chicos que mi cápsula estuvo a unos pocos kilómetros de entrar a la zona de radiación peligrosa que rodea al Campo… si no hubiese activado el módulo y las balizas direccionales era seguro que hubiese muerto por las emisiones.
Pero en ese momento de revelación no tuve miedo, no a pesar de lo cercano que había estado de la muerte, porque finalmente había descubierto de donde provenía aquel sonido.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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