Chatarra

100

Unas palabras antes de presentar este capítulo:

Han pasado casi 4 años desde que inicié esta historia, basada en una idea simple y tonta (o al menos eso me pareció en aquel momento) que se ha ido transformando en una enorme trama de pequeños relatos y dramas a medida que todos los personajes aparecen y se desarrollan en este magnifico escenario que es el Universo Macross.

Alguna vez dije que me daba miedo lo mucho que se estaba desarrollando y expandiendo la historia, Ahora se que ese miedo dió paso a una sensación de seguridad una vez que cada personaje se mostró ante a mi a través de sus acciones e historias, cada uno de ellos ocupó su lugar naturalmente y el relato comenzó a fluir con naturalidad, como si cada acción, cada nuevo nudo argumental siguiera una especie de orden predefinido que ni siquiera me permitiese dudar de ello. ¿Es así como se sienten los verdaderos escritores? ¿Se dejan llevar por los personajes hasta el punto que no se cuestionan la dirección que toma la historia?

Ojalá sea así, porque de lo contrario estas casi mil páginas se convertirán en una lección difícil de olvidar.

Pero aquí estamos lector; CIEN capítulos escritos sobre unos personajes que poco a poco se han vuelto casi reales para mi, ya que he convivido con ellos todos estos años y he experimentados sus pequeñas miserias, sus sueños y esfuerzos. Tratando de darle a cada uno el lugar que se merecía en el universo. ¿Lo habré logrado? Me temo que yo no tengo esa respuesta y aun es demasiado pronto para buscarla.

La historia sigue, pero el final ya se ve a lo lejos. La tormenta ha estallado y cada quien está solo en medio del vendaval. ¿Quien sobrevivirá y quien será arrastrado por los vientos de la historia?

Averígualo mas abajo lector y MUCHAS GRACIAS por llegar hasta aquí.

 

...............

 

Green percibió claramente cuando Red volvió a la Colonia. 
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Ocho? ¿Diez horas? Era extraño decirlo pero Green sentía que lo que había sucedido por la mañana formaba parte de otro tiempo, de un capítulo pasado que de alguna forma se había cerrado al explorar el contenido de aquella misteriosa caja.
Oh si, aquello la había cambiado. ¿Cómo podría una simple pieza de código alterar en forma tan drástica toda su percepción de la realidad? Era como si nada de lo que hubiese aprendido en el pasado la hubiera preparado para enfrentar aquel conocimiento.
Pero Green estaba familiarizada con aprender cosas nuevas todos los días… aquello no podía ser del todo diferente.
Así que aprendió todo lo que pudo y ahora estaba allí, en lo más alto de la Colonia, en aquella pasarela de metal donde La joven Tass y el Teniente Glenn pasaran aquel momento tan romántico al mediodía.
Green sabía perfectamente quién (¿que?) era ella. Siempre lo había sabido y aquel conocimiento era parte de su misma existencia, pero había algo más… algo que consideró importante experimentar por sí misma.
Green no tenía historia, no tenía pasado. Si, había registros de la primera vez que su base de datos se había iniciado y de las primeras cosas que Tass había incorporado a su matriz de aprendizaje… pero de alguna forma ese no habia sido su comienzo, habia algo mas cuya existencia sólo podía deducir por los comentarios de Tass y de Ralph...
Aquella llave que Red le había enseñado… era algo muy poderoso. No sólo había abierto aquella misteriosa caja, también había abierto todas las cerraduras de la Colonia. ¿También podría abrir una puerta al pasado? ¿A la Historia?
Todo estaba abierto y a su alcance, como si ella fuera uno de los árboles que brotaban allá abajo en el parque y sus cientos de ramas se extendieran entre los tubos y vigas del techo… incluso más allá, a través de las paredes, las cubiertas y los módulos que componian los sectores de la enorme nave.
Y más allá.
Vió (¿Sintió?) Las naves que se acercaban. Eran muchas. ¿Una flota? Se movían silenciosamente, sin emitir ninguna clase de radiación o señal electromagnética… parecía que solo compartían un pequeño y directo enlace entre ellas.
Y Green podía sentirlas a todas, hojas lejanas en las partes más lejanas de aquella red de conexiones nuevas que la llave de Red había provisto.
Vió a La Río Grande a la cabeza de aquella flota. Parecía estar en problemas, con sus balizas de emergencia encendidas y transmitiendo en bucle ¿Le habría pasado algo al viejo Gray? ¿Y a Mike? ¿Y a Will, que viajaba desde esa mañana dentro de aquel contenedor oscuro?
Ojalá pudiera saber más sobre aquellos visitantes… al parecer la Colonia iba a llenarse de caras nuevas de un momento a otro.
Red se ocultó en una de las maquinarias del hangar principal…. bueno, al menos lo intentó. Green podía verla con claridad a pesar de todas las capas de camuflaje de código que había tejido alrededor de ella. Era como si se envolviese en hilos de aire.

Sea lo que sea que estuviese haciendo, no era asunto de Green. Ahora había cosas más importantes para hacer.
Como tener un cuerpo.
Green tenía uno. Tal y como se lo había contado a Red aquella mañana, ella tenía un contenedor físico en cierta parte de la Colonia. Green no podía acceder a él, ni siquiera con sus nuevas conexiones “especiales”. Solo Ralph podía hacerlo.
Ralph, aquel gigante de buen corazón que la protegía de todo mal. Green sabía que le debía mucho más que su vida. Aquel hombre había dado todo lo que tenía para estar con ella.
Lamentablemente ella no tenía recuerdos o información sobre lo que había sido su vida antes de llegar a la Rainbow. Solo sabia que habia estado en un gran peligro y Ralph la había rescatado poniendo en riesgo su propia vida recibiendo una terrible herida que lo dejó al borde de la muerte.
Pero ahora… ahora era diferente. Sintió que estaba lista para conocer su historia y quería hacer algo para saldar la deuda con Ralph, con él y con todo el resto de la Colonia que tan bien se había portado con ella.
Pero primero necesitaba una forma de manifestarse ante ellos, una imagen, un avatar… algo más que solo su presencia en el espectro electromagnético de la Rainbow. Necesitaba su cuerpo y solo una persona lo conocía.
Green buscó a Ralph y lo encontró en el enorme dique al que los muchachos que trabajaban junto a él llamaban “Las Barracas”. Era un lugar ruidoso, lleno de actividad y el sitio donde Ralph pasaba la mayor parte del día cuando no estaba en su camarote o en su jardín privado. 
Los Recolectores habían estado trabajando en algo hasta bien entrada la tarde y esto había llamado la atención de Green.
Había una nave colgada de una de las grúas del dique. Green nunca la había visto dentro de la Colonia pero no le resultó difícil identificarla… de hecho, los datos sobre esa nave habían sido cargados en su base de datos hacia apenas unas horas por la propia Tass. 
Era un QF-4000, un Drone de uso militar completamente autónomo. ¿Había estado almacenado en la Colonia desde hacía mucho? Green había visto varias veces los inventarios del almacén principal y nunca había visto nada listado que se pareciera a eso. ¿Estaba escondido? Si era así, debía ser algo importante. Green quiso echar un vistazo más de cerca.
En el dique había numerosas cámaras. De hecho cada aparato, grúa o equipo electrónico de las barracas contaba con al menos una o dos de ellas para operaciones remotas o en pocas condiciones de luz, así que no fué muy difícil buscar el ángulo adecuado.
Entonces pudo ver como una nueva vía de acceso se abría para ella en cuanto Hal conectó su Pad de trabajo a una de las entradas de servicio del drone.
Green no lo pensó dos veces y entró a aquella misteriosa nave en cuanto los sistemas cobraron vida y las computadoras de abordo se encendieron al unísono.
Lo comprendió de inmediato. Tass había ingresado toda esa información a la base de datos de uso exclusivo para su programa de aprendizaje ¡Ella y Ralph querían que volase aquel avión! Green se sentía… ¿Excitada? ¿Contenta? Se le ocurrieron varias palabras pero de pronto una idea, un pensamiento se formó en ella y supo de inmediato que era la primera vez que lo tenía.
Green ocultó la entrada de datos del Drone.
¿Por qué? De pronto supo que era lo correcto. No quería que alguien más entrara en el sitio que Tass había preparado con tantos cuidados para ella, era una idea que simplemente había aparecido dentro de ella y Green no se planteó discutirlo consigo misma.
No quería que Red entrara allí.
La visitante era muy curiosa, pronto Green vió como los movimientos en las barracas atrajeron la atención de Red, quien investigó cuidadosamente todas las maquinarias y equipos del dique. Pero no pudo ver a Green, quien se mantenía escondida dentro del QF-4000 tras haber camuflado la entrada como un simple dispositivo controlador de una batería de litio.
Red exploró el controlador falso que Green había colocado en la entrada del Pad de Hal y siguió su camino sin percibir nada extraño.
Eso era… ¿Desconfianza? La palabra sonaba extraña, pero Green sabia que habia hecho lo que tenía que hacer. 
Zanjado ese asunto se puso a explorar aquel avión, activando cada cámara, cada sensor, desplegando la antena de comunicaciones (con cuidado de mantener en enlace camuflado de la curiosidad inquieta de Red) y hasta se dió el placer de mover las aletas y estabilizadores verticales de la nave.
Le gustaba eso de poder mover partes de su ¿Cuerpo?, especialmente porque al hacerlo las miradas de los hombres que la observaban desde el andamio la hacían sentirse más… ¿Material? ¿Real?. Hasta Ralph la miraba de forma interesada.
Otras cosas llamaron poderosamente su atención. Su capacidad de observación y análisis se había multiplicado casi exponencialmente. ¿Era por estar dentro de esa aeronave? Seguramente esa era la explicación más lógica. El caso es que estando ocupada en el análisis de todas las cosas nuevas que pasaban ante su curiosa mirada casi no se dió cuenta que los hombres culminaron con el trabajo y procedieron a abandonar las instalaciones.
Green comprendió que aún no había hecho la tarea que se proponía hacer así que desconectó todos los sistemas sensibles del Drone y saltó hacia el Pad de Ralph, quien justo en ese momento atravesaba la compuerta de salida del enorme dique.
A decir verdad, se sentía un poco culpable por meterse ahí dentro sin que el gigantesco obrero lo supiese, pero al fin y al cabo era para una buena obra, Green estuvo segura que no le molestaria en absoluto una vez que supiera sus verdaderas intenciones.
Descubrió que Red también había estado husmeando dentro de los archivos y datos de Ralph y eso la puso de mal humor. (¿Mal humor? se preguntó curiosa. Eso era nuevo) En todo caso ya no estaba ahí y las huellas eran de hace varios días atrás. Al parecer lo que Red buscaba era mayormente claves, textos y mensajes. Esas cosas.
Green buscaba una fotografía. Más específicamente, buscaba una holografía 3D que recordaba haber visto una vez que observó a Ralph reproducirla desde su Pad antes que el baño de aguas termales estuviera concluido.
El gigante nunca había vuelto a proyectar aquella imagen y también habia removido todas las cámaras de seguridad de aquel jardin privado, pero Green dudaba que la hubiese borrado, seguro estaba en algún lugar dentro de sus archivos personales.
La encontró en lo más profundo de sus archivos personales, tras una barrera de encriptación que no había escapado a la curiosidad de Red, pero esta no había hecho nada a la imagen y se había limitado a restaurar la protección original para no dejar huellas. Green copió la imagen y se retiró en silencio a su lugarcito especial en lo alto del parque colonial.
No le resultó difícil encontrar un monitor cerca de la pasarela de mantenimiento. La vieja nave estaba llena de pantallas que también podrán proyectar imágenes holográficas hasta varios metros más allá de su lugar de emplazamiento. Green tomó el control de una de ellas y usando el acceso al archivo personal que acababa de copiar reprodujo la imagen en un pequeño espacio de la angosta pasarela.
Frente a ella apareció una pareja de jóvenes tomados de la mano en lo que parecía ser un planeta de tipo terrestre. El holograma mostraba a las figuras de cuerpo completo a la vez que proyectaba de fondo una especie de escenografía de montañas y valles llenos de bosques y vegetación, pero sobre todo, varias turbinas de viento aparecian como congeladas en el tiempo mientras los enamorados no se quitaban los ojos de encima, hechizados por el momento de contemplación atemporal.
Eran Ralph y Midori, conservados en aquel holograma tal y como se veían cuando se conocieron en el Planeta Eden casi diez años atrás. La imágen no era una verdadera fotografia, sinó un pequeño clip holográfico que inmediatamente comenzó reproducirse.
Todos los procesos de Green se detuvieron al instante en que aquellos dos jovenes se besaron. Era como si aquella imagen fuera lo único que importara en ese momento.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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