Oí un grito y miré para ver al camión detenerse violentamente sólo a unos pasos por delante de nosotros. Gritó algunas obscenidades por la ventana, algo sobre estúpidos chicos pero más grosero, y después arrancó de nuevo. El chico inmediatamente se apartó de mí, tirando de los auriculares de sus orejas, y mirándome con asombro.
- ¿Estás bien?
- Uh... Sí, creo que sí. - Gemí.
- No puedo creer que acabes de hacer eso. Tú – tú me salvaste la vida.
- Está bien. Fue una suerte que estuviese aquí.
Se deslizó un poco más cerca y me estremecí cuando apartó el pelo de mi cara.
- Has arriesgado tu pellejo. - Dijo sin aliento, y parecía un poco aturdido.
- ¿Lo hice? - Lo sentí en mis dedos y entrecerré los ojos porque picaban. Mis dedos tenían un poco de sangre, pero nada grave. - Supongo que lo hice. Está bien, en serio, sólo un golpe.
- Wou. Espera, ¿ok? Déjame llamar a una ambulancia. Si algo te sucede después de haberme salvado...
- De verdad, no es necesario. Estoy bien.
Frunció el ceño y se detuvo, arrugando los labios como si lo estuviera debatiendo. Lo miré bajo el suave resplandor de las farolas. Era alto, lo que ya había constatado antes, y grande, pero su pelo era marrón y enmarañado, rizado alrededor de sus orejas y su frente, y sus ojos eran claros, verdes tal vez o color avellana. Sus labios eran fascinantes cuando los succionó hacia dentro y fuera de su boca mientras pensaba. Los ojos del chico se desviaron a los míos y simplemente nos sentamos allí, con los ojos fijos en los del otro. Luego la esquina de su boca se elevó ligeramente. Y eso fue desconcertante.
- Por favor, déjame llevarte al hospital al menos. - Retiró mi pelo de nuevo y se acercó a inspeccionar. Escuché mi jadeo por su cercanía, y él también. Me miró a los ojos otra vez y me miró con atención. - No parece demasiado malo, pero... déjame que llame a alguien para ti. Me sentiría mejor. - Dijo en voz baja.
- No hay nadie a quien llamar. - Murmuré, pero deseé no haberlo hecho cuando vi su cara. - En serio, estoy bien.
- Me alegra que estuvieses aquí. No puedo creer que hiciese eso. Y siento haberte hecho daño. Debo de haberte golpeado con mi bolsa cuando caímos. Tienes un buen agarre. - Dijo, y sonrió y tuve uno de esos momentos en los que te quedas mirando y no puedes apartar la vista.
Sonrió ampliamente cuando yo no dije nada, y se rio con ganas cuando retomé la consciencia.
- Uh, gracias. ¿Estás bien? - Pregunté, y él asintió.
- Entonces, ¿no hay nadie a quien llamar? ¿Tus padres? ¿Un novio?
- Mi padre no va a venir, y mi novio y yo... bueno, ya no estamos juntos. No me sentiría bien llamándolo ahora.
- ¿No crees que él fuese a venir?
- Oh, vendría. Es por eso que no quiero hacerlo.
Él pareció confuso y divertido al mismo tiempo.
- De acuerdo. Voy a suponer que ahí hay una historia, y no que estés sufriendo una lesión en tu cabeza.
Me di cuenta de que todavía estábamos sentados uno junto al otro en la acera, en el centro de la cuidad.
- No, estoy bien. Mira, lo siento. Estoy bien, lo prometo. No tenía intención de agarrarte. - Tartamudeé, y metió el pelo detrás de mi oreja.
- ¿Estás bromeando? Salvaste mi vida. Lo mínimo que puedo hacer es asegurarme de que llegues bien a donde te dirigías. Ven. - Agarró mi brazo suavemente y me ayudó a ponerme en pie, sin soltarme para asegurarse de que estaba estable. - ¿Estás bien? ¿No hay manchas, estrellas o visión borrosa?
- Estoy bien.
- ¿Dónde ibas?
- No lo sé. A ninguna parte. Sólo estaba esperando la llamada de alguien, y necesitaba salir de casa.
- ¿Fuiste a la graduación?
- Sí, me gradué.
- ¿En serio? Pareces demasiado joven para estar graduada.
- Diecisiete. Mi cumpleaños es en pocas semanas. Yo, bueno, me salté un curso, así que me he graduado pronto.
- Ajá. Así que he sido salvado por un genio. Esto cada vez se pone mejor. - Dijo sonriendo
- No soy un genio. - Reí – Simplemente me gustaba la escuela. Me encantaban los exámenes. - Vi su expresión. - Lo sé, lo sé. Soy una friki. Pero me gustaba por alguna razón.
- ¿Ya no?
- Es una larga historia. Un mal año.
Asintió con la cabeza y pareció saber que era mejor dejarlo estar.
- No eres una friki, de todas formas. - Se inclinó cerca y me susurró al oído. - Me encanta hacer ejercicios de velocidad geométrica. Me encanta.
Levanté las cejas y dejé caer mi mandíbula fingiendo un shock.
- De ninguna manera. Eso es una locura.
- Lo sé.
- Tal vez tú eres el friki.
- ¡Oye! - Los dos reímos y después nos sonreímos mutuamente. - Entonces, ¿ dónde puedo llevarte?
- En serio, estoy bien. ¿A dónde ibas tú?
- Oh, la casa de mi tío está a un par de calles más allá. Mi primo se ha graduado también. Mi madre y mi padre están aquí conmigo también, celebrándolo con la familia, ya sabes.
- Sí. - Le dije tristemente, aún cuando realmente no lo sabía. - ¿Quién es tu primo?
- Adam Patterson.
Mi mandíbula calló, esta vez de verdad.
- ¿Adam es tu primo?
- Sí, ¿lo conoces? Oh, por supuesto que sí.
- Sí, he sido amiga de Adam desde... siempre. De hecho él es a quien estoy esperando. Pensaba que su fiesta era de cinco a siente.
- Lo es. Salí a dar un paseo. No puedo soportar a tantos Jacobson en una habitación.- Puso sus manos de vuelta en sus bolsillos y cuadró los hombros mirándome un poco incómodo.- Así que tú eres la gran cita de Adam, ¿eh? No paraba de hablar de ti más temprano.
- No es una cita. Bueno... supongo que sí lo es. Sólo somos amigos. Él es muy dulce.
- Bueno, te lo diré, él definitivamente piensa que esto es una cita y quiere ser más que amigos, créeme.
Me mordí el labio y él sonrió tristemente hacia mí.
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Editado: 25.11.2024