Llegó la noche y me encuentro sentado, contemplando el oscuro cielo estrellado. Hoy no hay luna visible, lo que me lleva a preguntarme si la creación de este mundo es similar al que vengo.
La presencia de una luna similar me hace reflexionar sobre la posibilidad de estar en algún tipo de mundo paralelo.
Ya llevo 5 años en este lugar, y observar el cielo nocturno aquí cumple la misma función que en mi mundo anterior: hacer reflexionar a las personas.
He sentido mi cuerpo extraño desde que desperté en el lago, pero aún no sé si mi magia ya se ha manifestado. Siento como si algo recorriera cada parte de mi ser, una especie de cosquilleo.
De pronto, escucho la voz de mi padre: "Oye Ana, ¿puedes crear agua para bañarme?".
Mi madre responde cansada: "Por supuesto que no, usa el lago".
Mi madre parece no estar del todo bien.
"Vamos, Ana, no quiero caminar por ahí a estas horas de la noche, está muy oscuro", insiste mi padre.
"Está bien, toma", responde mi madre con un tono burlón mientras crea una gran cantidad de agua.
"Ahh, Ana, ¡está helada!", grita mi padre.
Realmente se lo merecía. Aunque en el fondo me alegra ver a mi madre reír de nuevo.
Pasaron varios minutos y mi madre se fue a dormir en un pequeño refugio de piedra que mi padre construyó. Él, por su parte, se encuentra sentado junto a la fogata echando más leña al fuego.
Creo que es hora de preguntarle por qué tiene ese apodo tan extraño. Me acerco a mi padre y me siento a su lado.
"Oh, hola William, ¿aún no te duermes?, ¿tienes problemas para dormir?", me pregunta.
"No, solo que aún no tengo sueño", le respondo mientras me siento junto a la fogata.
"Oh, claro...", dice mi padre.
Supongo que él sabe lo que quiero preguntarle, por eso está tan incómodo. Finalmente, da un pequeño suspiro.
"Sí, lo sé William, sé lo que quieres preguntarme", admite.
Aunque noto su incomodidad, no quiero dejar de conocer más sobre mis padres.
"¿Es difícil para ti hablar de esto?", le pregunto.
"Un poco sí, pero te lo tengo que contar de todas formas. Además, prefiero que lo sepas de mí antes que lo escuches de alguien más", dice mi padre.
Desertor... Eso es lo que veo al lado de su nombre. Es una palabra algo extraña para mí, sé que se le da este apodo a alguien que abandona algo...
"Parece que tienes los mismos ojos que la familia de los Necrono, ya que la ventaja de tenerlos es que puedes ver el nombre y el tipo de magia que tiene tu oponente", explica mi padre.
¿Mis ojos son mágicos? ¿Entonces esta es mi magia?
"Wow, pensé que todos los que usaban magia veían este tipo de cosas", comento sorprendido.
"Lastimosamente no, me he topado con magos que saben cuánto controlas la magia o qué tan experimentado estás, pero no los nombres y el tipo específico", responde mi padre.
Una habilidad única... Aunque siento que la capacidad de saber cuán experimentado eres con la magia me parece superior a la que tengo.
"Me parece superior la habilidad de saber cuán experimentado eres con la magia", le respondo.
"No subestimes tus habilidades. Si algo me ha enseñado este mundo, es que no se debe subestimar a la gente", me dice mi padre.
"Está bien, pero ¿cómo se relaciona esto con lo de tu apodo?", pregunto intentando que la cuente.
"Es una historia larga, pero te la tengo que contar para evitar malentendidos", afirma mi padre.
"Está bien, cuéntamela", le digo mientras me pongo comodo.