Cien días nos separan

Estrella 15: Territorio

Todo lo que había dicho Randall tenía a Lucas muy pensativo.

«No estoy enamorado, mucho menos de ella» Recordaba haber refutado terminantemente en cuanto el japonés lo insinuó, aunque solo habían sido palabras. Sin embargo, mientras más pensaba en ello, menos sentido tenía. ¿Realmente sentía algo por Kamille?

 

 

Kamille

Un nuevo martes de horror comenzó en el Jules Watson. Primero, porque andaba con un humor de perros. No había logrado dormir en toda la noche por estar intentando dibujar un estúpido pato Donald, que al fin y al cabo nunca me salió. Estaba tan abrumada. Quizás lo que me abrumaba más era que no tenía idea si lo que me tenía así era Dustin…o Lucas. Estaba tan enojada cuando regresé a mis sentidos y caí en cuenta de que mi ex novio estaba intentando aprovecharse de la situación. Muy cobarde de su parte.

En cambio, Lucas…no sabía ni qué pensar con respecto a él. Cada vez que lo intentaba, mi mente quedaba hecha un lío y acababa dándome por vencida. Lo único que podía pensar era que él sabía cosas acerca de mí, que se supone que nadie sabía. Pero, ¿cómo? Tenía una incertidumbre en el pecho y a la vez también cierta inseguridad. ¿Qué tal si le contaba a todos lo que sabía de mí?

Pasé casi una hora debatiéndome si valía la pena ir al colegio ese día. No se me antojaba verle la cara a ninguno de esos dos. Sin embargo, la voz de la razón apareció en mi cabeza cuando recordé que tenía tutoría después de clases. Y lo necesitaba.

Cuando por fin me decidí, me encontré con la grata sorpresa de que Dustin no había asistido a clases ese día. Aunque esa alegría se disipó instantáneamente cuando encontré a Lucas sentado frente a Brandt en la clase de Marketing. Ese puesto debía tener algún tipo de maldición, porque todos los que se sentaban ahí eran unos idiotas.

 

 

――*――

Luego de una intensa clase de Marketing, en la que nadie podía siquiera pestañear por lo rápido que iba el profesor; y una ilógica clase de lógica, los destinos de Lucas y Kamille volvieron a cruzarse. Esta vez como compañeros de mesa en el laboratorio de Biología.

     ―Hoy haremos algo muy interesante―canturreó el profesor McDonald.

Inmediatamente comenzaron los comentarios despectivos acerca del significado de la palabra “interesante” para ese señor.

     ― ¿Iremos a comer McPollo en su restaurante, profesor? ― El que hizo la pregunta fue Javier, como siempre.

     ―Estoy seguro que no te parecerá tan gracioso cuando hayas reprobado la materia―replicó el profesor.

El alumno soltó una risita.

     ―Me encantaría reprobar, para así estar un año más en la clase de mi profesor favorito―aseguró el chico con descaro.

Parecía que fastidiarlo era su pasatiempo favorito.

     ―Haremos un taller acerca del Cortejo Animal, el cual probablemente será su nuevo tema favorito―McDonald continuó con su clase.

Era un desperdicio de tiempo intentar razonar con ese muchacho maleducado.

Para Kami, este tema obviamente no sonaba nada interesante. Mucho menos teniendo a Lucas Vayne como compañero.

     ― ¡Eso es muy aburrido! ―se quejó el dolor de cabeza de McDonald.

A veces sus intervenciones eran simplemente fastidiosas, pero en algunas ocasiones, había muchos que estaban de acuerdo con lo que él decía.

El profesor se limitó a ignorarlo y continuar dando sus instrucciones.

     ―Para esta actividad harán grupos de cuatro―indicó.

     ―Brandt y Margaret―le dijo Kamille a Lucas instantáneamente.

Tenía que decirlo antes de que a él se le ocurriera elegir a Shay y Ginny. Ella no podía darse el lujo de reprobar Biología también. Mucho menos por culpa de esas dos.

     ―De ninguna manera―rechazó él con los brazos cruzados. No porque pensara que les iría mal con ellos de compañeros, sino porque no se le antojaba complacer los deseos de la chica.

     ―No creo que tengas una mejor idea―replicó ella con una mirada significativa, porque estaba segura de que él definitivamente no tenía una mejor idea.

 

 

Lucas

Me fastidiaba admitirlo, pero ella tenía razón. Fingí que estaba muy concentrado en el texto inexistente de mi cuaderno para ignorar a Shay, que me hacía señas desde el pupitre que compartía con su amiga la chismosa.

     ―Como quieras―cedí de mala gana, aunque darle la razón hería profundamente mi orgullo.

Kamille fue la encargada de informar a nuestros vecinos de al frente mientras yo observaba con cara de pocos amigos. La castaña me miró incrédula, mientras que el irlandés se atrevió a fulminarme con la mirada. Tenía muchas ganas de gritarle que a mí tampoco me hacía gracia tenerlos como compañeros, pero me contuve. No necesitaba más problemas.



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En el texto hay: juvenil, desamor, amor

Editado: 18.08.2022

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