Margaret lo miró con desconcierto, y entonces se echó un vistazo a sí misma. Estaba exactamente igual que en la secundaria, incluso había mantenido el mismo estilo en su ropa. ¿Cómo era que Lucas no la reconocía?
―No creo que haga falta el dramatismo―masculló Brandt―. De todos modos, no hay nadie aquí que pueda verte hablando con nosotros. No necesitas pretender que no nos conoces.
Lucas ahora tenía la misma expresión de desconcierto que la chica. Entonces sí eran ellos los que había visto en el salón del Jules Watson. Ellos habían sido sus compañeros de colegio. ¿Eso significaba que ese chico de ojos verdes no estaba saliendo con Kamille?
―Ha sido un largo tiempo―dijo Maggie, ahora inexpresiva―. Veo que no has cambiado nada, al menos por fuera.
―Escuchen, en otro momento les explicaré todo. Ahora necesito encontrar a Kamille, ¿saben dónde está? ―interpeló el chico de ojos marrones.
Brandt soltó una carcajada irónica.
― ¿Y por qué deberíamos decirte?
Lucas no respondió, pero su mirada se dirigió a Maggie, que miraba al suelo pensativa. Finalmente, ella sacó de su bolso un bolígrafo, anotó algo en la última página de su cuaderno y la arrancó para entregársela al chico.
―Trabaja en esta tienda. Espero que no hagas que me arrepienta―dijo simplemente.
El chico le agradeció rápidamente y se marchó corriendo con la hoja que tenía anotada la dirección.
― ¿Por qué hiciste eso? ―le riñó Brandt con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
― ¿No te das cuenta? Él todavía la quiere―aseguró su amiga―. Piensa por un momento en lo que está más allá de tus narices. Kamille terminó con Lucas porque él veía a Lasey a sus espaldas. Pero no te has parado a pensar en el por qué.
―Los hechos hablan por sí solos.
―En el video, él dijo que Shay había inventado ese chisme.
― ¡Obviamente no lo iba a admitir! ―protestó el irlandés.
―Yo sigo pensando que hay algo más en esta historia que no sabemos. Hay muchas cosas entre ellos que no se han dicho. Sé que Kami en el fondo sigue esperando una explicación coherente a todo. Y si van a terminar definitivamente, lo mínimo que se merecen ellos dos es acabar sin más malos entendidos atándolos. En aquel entonces todos éramos más jóvenes y Kami se dejó llevar por el rencor que aún tenía hacia Lasey.
El chico de la tierra de los duendecitos verdes soltó una bocanada de aire, mientras consideraba las palabras de la chica que le gustaba en secreto. No sonaban del todo incorrectas.
―No me pienso quedar de brazos cruzados viendo cómo él la lastima una vez más―espetó con decisión.
―Brandy, ¿puedo preguntarte algo?
―Dime.
―Te gusta Kami, ¿verdad?
Lucas
Me tomó media hora llegar en autobús al lugar que me había indicado Maggie. Se trataba de una pequeña tienda de comestibles. Di al menos unas diez vueltas por la manzana, sin decidirme a entrar.
No estaba seguro si alguien en la tienda me había visto, pero si lo había hecho, esa persona debía de estar pensando que yo era algún ladrón o al menos que tenía malas intenciones.
Cuando el reloj casi marcaba las once, finalmente me decidí a entrar; pero para ese entonces, parecía que ya se estaban preparando para cerrar la tienda. Así que solo me quedé de pie junto a la puerta, esperando a que la chica de mis sueños apareciera en el umbral.
―Hola―la saludé como si el estar ahí afuera fuera la cosa más natural del mundo.
Ella tomó la manga de mi sudadera y tiró de mí durante al menos unos cinco minutos antes de detenerse. Ahora estábamos afuera de un restaurante de comida china cerrado.
― ¿Qué crees que estás haciendo aquí? ―me reprendió llevándose las manos a la cintura.
De pronto, sentí que mis motivos parecían demasiado absurdos para decirlos en voz alta.
―Hola―repetí, sin saber qué más decir.
Ella soltó una bocanada de aire, con evidente cansancio.
―Escucha, no quiero discutir una vez más―dijo ahora más calmada―. Es solo que Terry estuvo a punto de llamar a la policía, porque no parabas de andar de un lado a otro mirando hacia la tienda. Por suerte te reconocí antes de que él marcara.
― ¿Terry? ―dudé, pasando por alto toda la información restante. Solo me interesaba saber quién era ese tal Terry.
―Mi jefe―ella rodó los ojos.
Una oleada de alivio me recorrió.
―Yo solo…te estaba buscando porque hay una pregunta que necesito hacerte―dije finalmente.
Ella comprobó la hora en su móvil.
―Pregúntame en el camino, hay que estar en el dormitorio antes de medianoche―manifestó Kamille.