Salí de casa en dirección a la escuela. Estaba a un par de manzanas de distancia, siempre iba caminando con mis audífonos y la música a todo volumen. Aquella mañana me decidí por Mac DeMarco. Victoria pasó por mi lado manejando su bicicleta, yo nunca logré dominarla, pero también tenía la mía escondida en alguna parte del jardín, junto a la pequeña casa de Crispy. Algún día estaría lo suficientemente motivada como para aprender.
En la entrada principal me detuvo Finn, éramos pareja en clase de Literatura desde inicios del año escolar. También era ese chico que es amigo de todos. Había perdido la cuenta de en cuantos equipos estaba. Tenía entendido que incluso era capitán de uno de ellos. En fin, un tonto agradable.
—Llegas algo tarde —bromeó estrechando mi mano. No habían más de diez alumnos, entre ellos vi a mi hermana amarrado su bici, y aún ni se podía entrar a los salones—. Vine algo antes para hacerte una pregunta.
Aquí íbamos de nuevo. En una oportunidad, Finn me invitó a salir, a lo que me negué porque... No estaba lista. Sí, no estaba lista. Después, intentamos que nada sea incómodo entre nosotros, aunque para mí no lo era. Por el contrario, nuestra amistad había evolucionado a gran escala, teniendo en cuenta que habíamos vuelto a hablar hace poco más de un año.
—¿Tu hermana está disponible?
Mi sonrisa se borró. ¿Qué? ¿Finn Forester en serio me preguntaba por el estado amoroso de mi hermana? Él agachó la cabeza.
—¿Disculpa?
Entonces la levantó y se rió: —No era en serio. Pensé que podía bromear un poco, pero con esa mirada sentí que me mandabas al infierno.
—Tan equivocado no estás —Le di un suave golpe en su espalda. Si le daba más fuerte, tampoco le habría dolido, al ser el menor del curso sentía la necesidad de ejercitarse y no dejarse intimidar por el resto. Yo ya le había mencionado que nadie buscaba intimidarlo. Le caía bien a todos. No hacía caso. Su espalda era dura, al igual que el resto de su cuerpo—. ¿Entonces no era nada?
—Bueno, nunca está de más saber si Tory está disponible, ¿no? —siguió diciendo entre risas.
Tory es Victoria. O también Vicky. Su nombre variaba según la locación. Tory, según ella, es su nombre cool, para la gente del curso y amigos. El mío: Vaila. Con V, el significado lo olvidé hace años. Todos me conocían por el nombre de Val.
Cuando la entrada se fue llenando de más alumnos, habilitaron el ingreso. Acompañada de Finn, fui a mi primera clase: Educación Física. Eso debía ser delito. ¿Hacer actividad física a las ocho de la mañana? Ni siquiera estaba segura de haber dejado mi uniforme de deporte en mi casillero. Y no, mi escuela no era como la de las películas, no había un vestidor con casilleros. Es decir, había un vestidor y casilleros, pero solo para los que conformaban las selecciones deportivas. La gente como yo, que era buena en las clases reales, debía ir hasta el pabellón donde están los salones, casilleros y baños. En otras palabras, debía ir de extremo a extremo.
Me puse el buzo y me senté en las graderías a empezar que la profesora diera las indicaciones. Crucé mis dedos, "Por favor, no correr. Por favor, no correr. Por favor, no correr", balbuceé.
—¿A qué demonio invocas hoy? —Me dio una palmada en la frente, evitando que continuara con mi plegaria.
—Hola a ti también, Rose.
Rose era más mi gemela que la propia Victoria. Y esto era muy en serio, la misma música, mismos libros, misma forma de pensar. La única triste y lamentable diferencia, es que ella sí practicaba deporte. Ah, y ella tenía una relación estable con una chica un año menor. Ojalá funcionara después de la graduación. Todos sabíamos lo que pasaba con las parejas después de graduarse.
—¡Buenos días con todas! —vociferó la maestra. Esperó a que respondiéramos al unísono y continuó—. Hoy jugaremos fútbol.
De repente, prefería correr. Cuando nos dividían en equipos, no importaba cual deporte, era elegida al final. No era novedad.
—Para variar un poco, las capitanas serán Lennin y Hollow.
¿Para variar? Mi hermana siempre era capitana.
—No usted, señorita Victoria —La profesora detuvo a mi hermana con la mano con la que no sostenía la pelota negra y blanca—. Me refería a Vaila Lennin.
Toda la clase volteó hacia mí. ¿Qué clase de videos veía la profesora en su tiempo libre? "¿Cómo humillar a mis alumnos?"
—Mira el lado bueno, al menos no te quedarás hasta el final —me animó Rose. Claramente un intento fallido.
Pasé al frente y saludé a Lucy Hollow.
—Bien, dividan equipos, tienen cinco minutos. Luego, tocaré el silbato y las quiero ver a todas corriendo y pateando el balón. ¿Entendido?
Asentimos. Gracias al yan-ken-po, me tocó elegir antes. Di un vistazo y todas se cubrían o se escondían detrás de otras. ¡Nadie quería estar en mi equipo y perder! Qué ridículo, solo era una clase, no el Mundial.
—¡Rose! A mi equipo.
Se aproximó y me susurró en el oído: —¿Por qué me castigas así? ¿Qué hice mal?
Fruncí el ceño.
—Digo... eso team. Vamos a ganar. ¡Sí! —hace una pausa y apunta a Lucy Hollow—. Lucy escogió a Tory, es tu gemela, debería ser ilegal que tu hermana no esté en tu equipo.
Vaya, a alguien sí que esto le parecía el Mundial.
Terminamos de elegir y el pitido del silbato retumbó en nuestros oídos. Incluso los chicos que estaban también en Educación Física, pero en otra cancha, observaron a la profesora y al partido.
Por decisión mayoritaria, fui arquera. Según las palabras de una de mis elegidas, jugarán tan bien que la pelota jamás pasará ni cerca del arco.
Y se cumplió, hasta que la vi acercarse. Su cabello negro pegado a la frente debido al sudor. Sus ojos entrecerrados por no jugar con lentes. Victoria venía a toda velocidad y nadie parecía detenerla.
En se momento, sentía que yo misma me destruía. Sin lentes y con el cabello atada, no éramos tan diferentes.
—¡Rose! ¡Jackie! ¡Alguien por favor!