Cien por Cien

Capítulo Once

—¡Val! ¿Nos vamos?

Troné mis dedos. Esto estaba siendo más difícil de lo que había imaginado. Él mantenía una sonrisa de oreja a oreja. Inclusive parecía que se había arreglado. Un polo piqué desabrochado, unos pantalones tipo drill. ¿A dónde exactamente me había invitado?

—Finn, no, no puedo ir contigo hoy.

—Es cierto, qué tonto soy. Tienes todo el cabello mojado, duh —Victoria lo miró, me miró, lo volvió a mirar y huyó al segundo piso. Se había vuelto un poco incómodo todo esto—, no hay apuro. Aquí te espero.

Tragué saliva y sonreí sin mostrar los labios.

—Sí supiste lo de la Feria del Libro, ¿cierto? Es hoy.

—Oh —Mordió el interior de su mejilla derecha con nerviosismo y bajó la cabeza—. Claro, qué inoportuno. Saldrás con el vecino.

Genial, Hunter pasó a ser el vecino. Me balanceé sobre mis pies sin saber bien qué responderle. Él, al parecer, también se había quedado sin palabras.

—En fin, deberías secarte el pelo y yo debería irme —habló girando sobre sus pies y él mismo abrió la puerta para salir, sin embargo, no lo hizo. Por el contrario, Hunter estaba del otro lado del umbral con unos jeans y una polera azul noche—. Hola, Hunter, justo me iba.

Se fue sin mirar atrás y sin esperar una respuesta del recién llegado.

—¿Interrumpí algo? —Selló sus labios esperando mi respuesta.

Contesté negativamente y esperamos un taxi que nos llevara a la Feria, porque ir caminando y demorar más de media hora no era una alternativa que me apeteciera.

Llegamos y nos unimos a la cola, la cual no era tan larga como años anteriores. La gente cambió su modalidad de lectura a la digital. Sabía de muchos casos de puro PDF ilegal de los libros. Saqué de mi billetera la cantidad exacta para el boleto de entrada, así como mi identificación como escolar para que el precio sea reducido. Ahorrar es progresar. Mientras menos gastara en la entrada, más podría aprovechar el dinero en libros. Le pagué a una señorita, a Hunter lo atendió un señor, él, al igual que yo, mostró su carné universitario. Hunter sabía lo que hacía.

Una vez dentro, no supimos qué hacer. Había muchos puestos de distintas editoriales, librerías y si recorrías hasta los lugares más recónditos podías encontrarte a algunos autores firmando sus obras.

Y ese, señoras y señores, era el paraíso. Mi paraíso.

—¿Por dónde quieres iniciar? ¿Algún libro que quieras en específico? Porque podríamos pregun... —Levanté mi mano para detenerlo.

De mi bolsa de tela, que en unas horas estaría repleta de libros, saqué un papel doblado en muchas partes y lo alcé, extendiéndolo. Era la lista de los libros que quería, necesitaba y anhelaba comprar. El dinero no era infinito, así que los había apuntado en orden prioritario. La saga 'Lux' debía irse conmigo a casa a como dé lugar.

Hunter quedó estupefacto al verla.

—Después de escribir eso tu lapicero tuvo que haberse quedado sin tinta.

—¿Quién dice que solo utilicé uno? —bromeé y ambos reímos—. Mira, como una experta en esto, creo que debemos empezar por el lado derecho hasta dar toda la vuelta y al final exploramos los stands del centro. ¿Qué opinas?

—Opino que uno nunca debe rechazar consejos de una experta.

Sentí algo. Eso que sientes cuando alguien te escucha atentamente, como si lo que contaras fuera lo más interesante del mundo. Cuando puedes hablar con alguien de lo que te gusta sin miedo a ser juzgado. Jamás había experimentado algo ni remotamente similar, nunca tuve la oportunidad. No hasta este momento con Hunter.

¿Yo habría tenido en el algún impacto similar? No sabía casi nada de él. Solo que usaba poleras a diario, solo una vez logré verlo sin una, la primera vez que hablamos, a través de nuestras ventanas. Igual todo era progresivo. Lo único que tenía claro era que pasar tiempo con Hunter me sanaba. Sentía paz y tranquilidad. Todos los problemas y pensamientos negativos se desvanecían. ¿Qué era eso? ¿Qué significaba?

—¡Ese! Yo vine por ese —Me mostró en su celular la portada de un libro y luego, señaló el libro en físico frente a nosotros. En una de las estanterías más altas del puesto de la editorial. Hunter era lo suficientemente alto para cogerlo, se alzó y, sin intención alguna, vi su ombligo asomándose por debajo del borde de su polera. No tardó ni un segundo en cubrirse. Avergonzada quité la mirada—. No alcanzo, le pediré a alguien el libro, ya vuelvo.

Paseé por los estrechos pasadizos entre las estanterías. No tenían ninguno de mi interés, eran libros de Arquitectura, la carrera que Hunter estudiaba en la universidad. Algo muy lejano a mis aspiraciones.

Pasados un par de minutos, volvió con una bolsa de plástico verde y una sonrisa adornando su rostro.

—Es uno de los libros de Arquitectura más completos que existen. Te juro que pensé que nunca podría conseguirlo —Me encogí de hombros, como restándole importancia, para enfadarlo—. Cosas de arquitectos, jamás lo entenderías.

Abrí la boca indignada y solté una carcajada. Touché, arquitecto.

—¿Y tú qué quieres estudiar? El próximo año empezarías la universidad, ¿no? —Asentí—. ¿No me dirás que estudias? ¿Es top secret?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.