Hechiceros – Maldición de la vida eterna 1.

Un año atrás.

Un terrible olor fétido se esparció a lo largo del último piso de un complejo de departamentos, las mascotas están prohibidas en el edificio por lo que no podría tratarse de una. De todas formas, si alguno de los inquilinos tuviera una mascota escondida y se hubiera muerto, es de esperarse que el dueño se encargue del cadáver a tiempo y no dejarlo hasta el punto de que la putrefacción le provocara ganas de vomitar a todas las demás personas que viven en ese piso.

     Cansada de la situación una mujer anciana de piel morena y cabello canoso fue tocando las puertas de todos los departamentos del último piso, uno por uno y con un barbijo puesto ella fue reclamando sobre el mal olor y buscando al culpable para que se hiciera cargo.

     Siete son los departamentos del último piso de los cuales cinco inquilinos respondieron a las quejas y negaron que el olor proviniera de sus residencias, con eso en mente y sabiendo que ella no era responsable solo quedaba una persona. Se trataba de un historiador y arqueólogo que vivía solo, al momento de llegar a su puerta la mujer golpeó y llamó, pero nadie contestó.

     La extraña desaparición de esta persona no podía ser casualidad, estaba relacionado con el mal olor y pensando en lo peor la anciana le habló a la policía. A las pocas horas de ese mismo día, una patrulla con cuatro oficiales de la jefatura llegó a encargarse del asunto, el fuerte olor a podrido provocó que ellos arrugaran sus narices y se colocaran barbijos para intentar bloquear el mal olor, aunque sea un poco.

     Ya que nadie contestó a los repetidos llamados a la puerta los oficiales procedieron con tirarla abajo para ingresar al departamento, pero lo que ellos no sabían es que la puerta funcionaba como un tapón y al sacarlo una ola de un fétido aroma mezclado con un tono dulce terminó de inundar los pasillos del último piso.

     No obstante, eso no fue lo que captó realmente la atención de los policías, sino que el interior del departamento estaba completamente oscuro, las ventanas tapadas y las luces apagadas, lo único que permitía apreciar el interior era la tenue luz de las flamas de las velas encendidas.

     Estas velas blancas estaban ubicadas alrededor de un círculo hecho de sangre con un pentagrama y símbolos dibujados dentro, sumado a esto en todas las paredes había dibujados extraños e incomprensibles círculos también con sangre.

     Lo peor de la escena fue sin duda encontrar el cuerpo del inquilino, este yacía sin vida en el centro del pentagrama y con un peculiar collar de oro y gemas en su mano. Utilizando una linterna, uno de las oficiales iluminó el cuerpo –Miren eso, se trata de un suicidio –el hombre no solo tenía las venas cortadas sino muchas heridas en el abdomen y su cuello cortado. Pero todo esto parecía haber sido hecho con el mismo cuchillo que sostenía en su otra mano.

     La oficial de policía tomó su radio para comunicarse con la jefatura, pero antes de presionar el botón de encendido recibió un disparo en el cuello y al instante cayó al suelo inconsciente, se trataba de un dardo. Los otros dos compañeros se percataron de esto, aunque antes de lograr sacar sus armas el cuarto oficial también les disparó con un dardo.

     De su bolsillo este hombre sacó un teléfono y se comunicó a alguien –Comandante María Elena, tenemos un problema con lo que parece ser un culto.

     –…

     –Sí, ya apliqué los amnésicos a mis compañeros. Ya que parece tratarse de algo Paranormal será mejor llamar a los Arcanos de la Orden Cisterciense.

     Al cortar la llamada el oficial de policía arrastró los cuerpos inconscientes de sus compañeros fuera del departamento, bloqueó la entrada con cinta policial y arrojó dentro un pequeño dispositivo esférico el cual se activó y empezó a purificar el aire para sacar el mal olor.

     Haciendo extraños sonidos con su boca una de sus compañeras se despertó  – ¿Qué fue lo que sucedió?

     –No puedo creerlo –se burló el oficial –Se te cae el barbijo y te desmayas por el mal olor, a los demás les paso lo mismo –señaló con la mirada a sus otros dos compañeros.

     – ¿Pero qué fue lo que pasó dentro?

     –Una típica escena de suicidio, ya me comuniqué con la jefatura y ordenaron que regresemos.

     –Hmmmm tienes razón, ya recuerdo, aunque no muy bien. Despertemos a los demás así nos retiramos.

     –También hay que explicarles a los demás inquilinos del edificio lo sucedió.

     Paradas en el tejado del edificio de al lado se encontraban dos figuras femeninas encapuchadas con túnicas: la primera con un cuerpo maduro parecía rondar los 30 años mientras que la segunda aun denotaba ser muy joven, no llegaba a los 20 años.

     Ambas mujeres observaron atentamente como los cuatro oficiales de policía salieron del edificio para subirse a su patrulla y regresar a la jefatura –Mierda ¿Qué vamos a hacer ahora? Mira si la policía se lleva el medallón de Lyonesse.

     La adulta soltó una carcajada –Si la policía investigara todo y se llevaran ese objeto mágico como evidencia, lo más fácil sería ir a recuperarlo. El problema real es que no hicieron nada ellos ¿Sabes lo que significa?

     La discípula pensó en una respuesta, pero se demoró tanto que le arrebataron la respuesta –Significa que alguien de ahí es un infiltrado, seguramente de OCCI, y se comunicaron con la Orden Cisterciense. Ellos serán el verdadero problema si no nos apresuramos.

     –Y todo esto porque ese estúpido arqueólogo que se creía Indiana Jones no sabe seguir unas simples instrucciones –se quejó la joven –Hubiera sido más fácil si lo hacíamos nosotras.

     Decir esas palabras sin pensarlo provocó que su mentora la golpeara en la cabeza –Ya te dije que esa no es la forma en la que operamos, y si también quieres formar parte de Occultatum entonces entiéndelo de una vez –la mujer adulta tomó aire para explicarlo una vez más –Nuestro proceso de trabajo se divide en pequeñas tareas entre muchas personas, de esa forma si alguien de la Orden Cisterciense nos atrapa e interrogan con magia para leer la mente no obtendrán casi nada de información.