En el interior de la cabina de primera clase se expandía un mundo de lujos y comodidades que recibían a su invitada con los brazos abiertos. Los asientos mullidos y espaciosos, revestidos con cuero suave, brindaban un confort inigualable y transmitían la sensación de estar sentado en una nube. Esto sumado a que cualquier cosa que pidiera le seria traído lo antes posible provocó que la joven que tomaba el vuelo privado soltara un suspiro de satisfacción mientras se acomodaba.
Solo que, a pesar de tener que mantener esa apariencia ante los sirvientes que la acompañaban de pie a los costados, la joven no se sentía del todo a gusta. Apoyó su codo en al apoyabrazos y dejó reposar su cabeza en la mano, su piel era blanca como la cerámica y las pecas de sus cachetes rojos brillaban más caros que el diamante <Que lástima que no pude traer a mis amigas > se lamentó Mercedes observando las nubes, los rayos del sol que encontraba por la ventana hacían brillar su largo y lacio cabello rubio.
Ella pensaba en sus amigas más cercanas, las que dirigían a las demás chicas que eran sus admiradoras y formaban parte de su grupo privado, Ernestina, Lujan, Iara. Eran algunos de esos nombres que se le venían a la mente <Bueno, las traeré a todas el próximo fin de semana entonces> total ella era más que millonaria, tenía un collar de perlas, aretes de oro y gemas, anillos brillantes. Podía darse el lujo de hacer ese tipo de cosas. Y además era una de las usuarias de la Habilidad Estrella de tipo psíquica más poderosa de la Metrópolis Aura, un poder de capacidad dos, conocido como Reason Domain.
<De todas formas no hubiera sido buena idea traerlas, tampoco lo correcto> reflexionó al respecto ya que no tenía mucho más para hacer en su viaje <Charlotte me pidió encargarme de este asunto personalmente> ella al igual que su hermana formaban parte del Clan Mountbatten-Windsor, que, aunque no ocupara un asiento en la Alta Mesa de Directores si tenían un lugar especial.
Su hermana, y actual líder del clan era una de las miembros del Triunvirato del Culto a la Ciencia. Una organización secreta por debajo de la Alta Mesa que supervisaba los trabajos de los laboratorios de las profundidades de la Metrópolis, no solo eso sino que también protegían los activos de la ciudad de manos extranjeras <Por ese motivo me llamaron> recordó lo que le dijo su hermana mayor <Casi se filtra la existencia de los clones y ahora debo alterar las memorias de todos los que presenciaron el incidente. Mi trabajo siempre se limita solo a eso> otro suspiro salió de sus labios solo que esta vez mas de frustración.
– ¿Ocurre o desea algo mi señora? –se acercó un mayordomo para preguntarle con preocupación.
– ¿De qué sirve tener una Habilidad Estrella tan poderosa cuando solo me usan como anestésico con patas?
El mayordomo no supo cómo contestarle.
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En el tercer piso del Instituto de Investigación Colaborativa Di Ser Piero Da Vinci tanto Gioacchino como la científica y directora Ana estaban en frente de diferentes computadoras analizando la información que recibían de los aparatos. Sin embargo, había algo que les molestaba bastante. Unos fuertes golpes contra el vidrio no paraban de repetirse de manera consecutiva hasta el punto de cansar a la directora.
La sala estaba dividida a la mitad por el enorme muro de vidrio antibalas y del otro lado Galileo lo golpeaba sin parar como si tuviera alguna posibilidad de salir, un poco avergonzado por el comportamiento de su hermano el técnico del laboratorio bajó la mirada antes de ponerse de pie y acercarse a la pared.
–No ayuda a tu imagen lo que estás haciendo –intentó entrar en razón con él –Estas actuando de manera muy precipitada ¿sabías?
–Es que no soy tan sumiso al respecto como tu ¡idiota!
Gioacchino colocó su mano en el vidrio en otro intento más de empatizar con él, pero este último volvió a negarse –Creo que realmente tu eres el idiota aquí –un poco sentía que era como decirlo en un espejo, pero solo por la situación –Si no hubieras actuado de esa manera tan errática podrías estar libre mientras te analizábamos, pero tu actitud solo les hace pensar a ellos –señaló con la vista a la directora –Que además de una rareza exótica también eres un peligro, y eso es una muy mala combinación.
–Creo que estas muy dañado de la cabeza, no sé cómo esperabas que reaccione alguien cuando ¡una copia idéntica suya aparece de repente para secuestrarlo!
La mujer de cabello oscuro y rizado levantó la vista del monitor para observarlos –Gioacchino, haz que haga silencio o lo hare yo –indicó calmadamente antes de regresar a sus asuntos.
–Estas confundido, no fue de esa forma y con esa intención con la que me presente. Quería hacerlo de forma pacífica pero tú reaccionaste mal. Hasta podrías continuar con ese otro chico si no actuaras así, todavía podrías conseguirlo si te comportaras.
Arrugando la nariz y levantando sus labios para mostrar los dientes, Galileo actuó más como un animal salvaje que una persona – ¡¿Qué le hicieron a Alonzo?! No he sabido nada de él desde que desperté aquí.
Lamentablemente el técnico del laboratorio pensó que sería inútil seguir intentando, no le respondió, de hecho, lo ignoró para darse media vuelta y regresar a su escritorio. Por detrás su hermano continuó con el bullicio – ¡¿Qué le hicieron?! ¡¿Qué le hicieron?! –gritaba a la par que golpeaba con todas sus fuerzas el cristal como si pudiera romperlo, aunque solo se lastimaba las manos –Quizás puedan bloquear mis poderes pero eso no es lo único que tengo.
Ana volvió a levantar la mirada solo que sus ojos transmitían una sensación muy diferente a la de hace un momento –Ya me hartó. Alfa.Hiva libera el gas del sueño.
–Sera un placer –acto seguido de a poco Galileo fue perdiendo fuerzas hasta caer dormido en el piso, otra vez.
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Editado: 28.12.2023