Cinco flores coreanas

Capítulo 5: Clasificado

A primeras horas del lunes se encontraban sentados en la sala de juntas todos los productores jefes de la KSMB; entre ellos estaba Jo Dongwon, Productor jefe a cargo de la División de dramas.

El señor Song entró seguido por su asistente. Al ver al excelso hombre, todos los empleados se pusieron en pie saludando con solemne reverencia.

El señor Song Taeyang era un visionario y experimentado empresario quien había asumido, diez años atrás, la responsabilidad de dirigir la prestigiosa cadena y en pro de ello, desempeñaba sus labores con magistral profesionalismo.

Sin muchos preámbulos, la reunión dio inicio.

—Sé que han pasado por momentos difíciles en esta etapa de renovación— decía Song empático—. En los últimos meses hemos visto partir compañeros de muchos años. Tener que prescindir de personas al lado de las cuales hemos forjado una carrera profesional, es siempre una difícil decisión. Todo sea por un bien mayor en el maravilloso proceso de ver florecer cada vez más nuestra compañía.

Ustedes ya conocen nuestra meta: "Encabezar la lista de programas con mayor rating(17) de toda Corea, toda Asia y más allá."

Una meta ambiciosa, estamos conscientes de ello; y es por esto por lo que debemos estar unidos, más unidos que nunca, y dispuestos a hacer sacrificios en esta larga jornada que se nos ha encomendado.

Iniciaremos una nueva etapa. Y en ella, resurgiremos con nuevo personal joven y creativo, capaces de generar proyectos novedosos, acordes a los nuevos tiempos y orientados a complacer a las masas no sólo asiática. Por eso estamos hoy reunidos aquí.

La fase de reclutamiento dará comienzo, y espero de ustedes que participen en la seleccionen del nuevo personal con un criterio amplio, abierto, acorde a lo planteado, orientado a alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto.

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El ruido..., demasiado agudo.

Jungji abrió los ojos para cerrarlos de inmediato; la luz del sol lastimó sus pupilas.

—Maldito celular…— gruñó palpando el colchón en busca del celular, pero no lo encontró.

El zumbido, continuo, insistente, taladraba su cabeza. Jungji no tuvo más remedio que despertar. Con los ojos entreabiertos, descubrió frente a la cama a Mingun en pijama, sosteniendo el celular en alto.

—¡Ay, por dios...! ¿Podrías apagarlo?— suplicó Jungji cubriendo su cabeza con la almohada.  llevaba puesta la ropa de la noche anterior.

—Lo haría si supiera la contraseña— sonreía Mingun, malicioso.

Desesperado, Jungji extendió la mano arrancándole el celular.

El resacado artista detuvo la alarma y lanzó el teléfono al cesto de la ropa sucia, refugiándose de nuevo bajo la protección de la cálida almohada. 

—¡Ay! ¡Mi cabeza!— se retorció de dolor.

—¿Qué diablos esperas? Llevas tres días consecutivos de fiestas— dijo Mingun sentándose sobre su cama—. No quería despertarte— explicó—, pero luego pensé... ¿desde cuándo Jungji usa alarmas? Así que consideré que se trataba de una cita importante.

Jungji recordó de pronto.

—¡Kyoin...! Prometí encontrarme con él. ¿Qué hora es?

—Pasan de las 9— contestó Mingun twitteando(18) una ridícula imagen de Jungji resacado que tomó mientras este dormía.

Jungji intentó levantarse, pero cayó nueva vez aturdido. —¡Ay, Santo Dios! 

Mingun, acostumbrado a este tipo de escena, dejó su celular sobre la cama y se dirigió hacia la puerta. 

—Voy por las aspirinas.

—¡¡Gracias, hermano!!— exclamó Jungji agonizante.

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Para Hyonra, aquel lunes era un día cualquiera. A esa hora, se encontraba en el salón de clases de la escuela secundaria en la cual pasaba cada día de su vida.

La maestra escribía en el pizarrón.

Sentada en un rincón de la parte trasera del aula,  Hyonra observaba a sus compañeros pasarse unos a otros una bola de papel arrugado.

El último en recibir el ovillo desdobló el papel discretamente para evitar que la maestra se diese cuenta y se volvió con malicia hacia Hyonra, mostrando la maldita imagen viral, impresa en una de las caras del papel.

La ira se apoderó de la fan mientras sus compañeros, burlones, ahogaban risillas.

—¿Qué ocurre?— se volvió disgustada la maestra y el papel con la imagen, fue escondido rápidamente por el alumnado.

—Vuelvan a sus quehaceres, no se distraigan— ordenó la profesora dando otra vez la espalda a la clase.

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La Universidad de Corea (Kodae), es identificada por el impresionante diseño arquitectónico de sus edificaciones, cuyas fachadas poseen la forma de castillos y palacios medievales.

Ana y Domi estudiaban en la Escuela de Comunicación de esta universidad. Domi anhelaba producir programas musicales en cambio Ana, prefería producir series de televisión. Compartir dormitorio y carreras las unía más de lo normal. Pese a no coincidir en ninguna materia, solían comer juntas siempre que sus horarios se lo permitían y además, en el transcurso del día se reunían con frecuencia en algún café del campus para conversar un rato durante los cambios de sección o simplemente, para volver juntas al dormitorio que era su "casa"

La universidad poseía varios restaurantes y cafeterías, pero las colegas habían convertido el comedor del Complejo Tecnológico y la cafetería de Aegineung en sus lugares habituales, más que nada, por lo cercano que se encontraban estos negocios a su facultad.

La cafetería Aegineung, por ejemplo, estaba tan próxima, que toda el ala norte de la Escuela de Comunicación podría apreciarse a través de sus paredes de cristal.

Aquel lunes en la mañana el lugar estaba repleto.

—...Imagino tu emoción. ¡Volverás pronto a casa!— comentó Domi.

—Uhmm…— dudó Ana— no diría emocionada...

—¿Cómo no? ¡Cuando tengas tu maestría podrás enseñar en universidades como querías!




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