El día llegó, estaba listo para su máximo robo, esperó pacientemente a la noche, dando vueltas en su apartamento, saliendo y entrando de todas las habitaciones sin darse cuenta, todo para intentar calmar los nervios de la infinidad de posibilidades donde terminaría atrapado, respiró profundo y preparó todas sus armas hechas por él mismo que le han ayudado a salir de problemas en anteriores robos menores, consciente de qué tal vez puedan no funcionar mucho, pero peor es nada.
Sigilosamente se movió por la ciudad, dando un par de vueltas por muchos lugares solo en caso de que alguien le estuviera siguiendo y necesitara despistar, además de no levantar sospechas, llegó a la parte trasera entre la oscuridad, burlando la poca seguridad entre los árboles, tanta fue su suerte que pudo tropezar libremente, su impacto contra el suelo diluido en el fuerte sonido de los camiones de distribución saliendo, se levantó y buscó el arbusto de frutos rojos, el único del área, minutos después lo encontró y muy nervioso introdujo su mano, concentrado en encontrar una escotilla que le llevaría al interior del laboratorio, ¡Sí! tiró de una palanca que confirmaba la existencia del túnel olvidado, entró y caminó un poco hasta encontrar una escalera que le llevaría a donde quería, la bodega de limpieza, al cerciorarse que no hubiera nadie salió a tomar un uniforme y esperar pacientemente hasta encontrar una víctima, segundos después entró un joven empleado, al cual noqueó de un golpe en la nariz para acto seguido esconderlo tras algunos estantes, puso su mejor cara y salió sin levantar sospecha de las cámaras, subió por el elevador, presionando un númeroal azar esperando acertar, dentro de las noticias dicen que se planean crear quince armas, por lo que podría ser una señal de que la gema estaba en ese mismo piso, salió al abrise las puertas y caminó lentamente por el pasillo, ojeando las pequeñas salas de puertas de vidrio intentando localizar la gema sin ser visto en la hora que tenía antes de la vuelta de los demás científicos, entró en un cubículo cualquiera donde se acercó a la mesa, parecía una pequeña área de prueba, seguramente donde se probó la gema, se colocó unos guantes y comenzó a abrir cajones, en uno de ellos encontró una carpeta junto a una libreta negra de cuero, al ojearla un poco descubrió varias notas, "Récord de disparo" "Técnicas de persuasión" "9/20" no comprenía absolutamente nada, mientras que en la carpeta había una fotografía en blanco y negro de un científico al lado de una cuna, a juzgar por el fondo no era difícil deducir que estaba e el mismo laboratorio, dejándole aún más confundido de lo que llegó, apenas pudo ojear cuando un sonido le regresó el nerviosismo a su estómago, giró lentamente pensando en una buena excusa cuando observó algo muy peculiar, una pequeña pelota roja rebotando por la entrada, se sintió tonto al buscar por un minuto alguna trama o arma escondida y darse cuenta que se trataba de una simple pelota, por alguna razón su instinto el obligó a mirar a un costado del cubículo, encontrando un dibujo a modo de autorretrato hecho por un infante, creyendo que se trataría de algún familiar de un empleado soltero que no tenía más que llevarle al trabajo, resopló aliviado, incluso soltando una risa, caminó a la pelota y la tómo entre su mano, dispuesto a dejarla de donde pudo haber caído, cuando al voltear se encontró cara a cara con una niña pequeña de altura, creería que tendría menos de diez años si no fuera por su complexión un poco más desarrollada, sin decir ni una palabra miró la pelota en sus manos, la estiró lentamente hasta dársela, ella la tomó y regresó sus ojos a él en silencio.
-Vienes a robar- afirmó la pequeña con un tono inocente, pero para nada tonto.
-¿Por qué lo crees?- contestó Logan, algo molesto.
-Nunca había visto tu cara por aquí, aún nos hay contrataciones y tus nudillos de la mano derecha están morados, supongo que lo dejaste en limpieza, ahí no hay cámaras-
Logan no pudo abrir más los ojos, impactado de su capacidad de observar tanto en solo unos segundos de verse, retomó su actitud inicial, un poco más amenazante, arrodillándose hasta quedar a su altura.
-Y si no quieres ser la próxima, me dirás dónde está la gema amarilla-
Sonrió y comenzó a trotar fuera de la sala, él la siguió harto de lidiar con una niña, llegaron a un cuarto un poco más oscuro que parecía de película, repleta de sustancias y estantes, apenas reaccionó cuando ella le dió un folleto, antes de reclamar lo ojeó un poco, solo por la verdadera curiosidad. “Proyecto gema Amarilla” al abrirlo venían las especificaciones, hablando del tratamiento a base de inyecciones y su único éxito, una vez más con la fotografía de la cuna, miró a la niña intentando no pensar en lo peor.
-¿Cómo te llamas?-
-Mi código es 90021...- fue interrumpida suavemente.
-No, no, hablo de...tu nombre real-
-Oh...supongo que jamás he tenido uno- su manera de hablar era como una niña cualquiera, incluso daba algo de miedo.
-Tú eres la gema-
-Yo tengo la gema, en mi sangre, ¿ves?- enseñó su mirada color ámbar, mismo color de la gema. -Igual jamás la podrías usar, destruiría tu cuerpo en segundos- su voz esta vez fue más cínica, dejando al chico mucho más confundido.
-Entonces aquí vives...¿No tienes familia, algo?-
Negó con la cabeza. -Ahora ven conmigo si no quieres que te descubran aquí-
-No hay nadie...-
-Escuché la puerta principal, vamos-
Tomó su mano y lo arrastró a una habitación con apenas una ventana, completamente blanca con algunas cuantas cosas, una cama, un escritorio con libros y libretas y algunos dibujos, rápidamente vio la cámara se alarmó.
-No funciona, está reproduciendo la noche anterior, de otra manera no podría salir y no me hubieras visto- dijo la pequeña subiendo a su cama.
-¿No te sientes...sola aquí?-
-Pues a veces juego con los maniquíes de sala de tiro-
Editado: 09.05.2023