Círculo de venganza

Cap. 10.- Las seis profecías

—Espera, ¿qué?

Gareth sacudió la cabeza, sintiendo que se había perdido de muchas cosas. Apenas la batalla había terminado, se habían retirado al refugio Lily; donde Carter se encargó de rehidratar a Gareth y Sachi revisaba a Sekai. Apenas el menor despertó, preguntando qué había pasado, Raven le explicó sucintamente lo ocurrido.

—Increíble…
—Sí, sí, como sea —dijo Anette, que estaba incómoda con el tema.
—Pero eso no es lo importante ahora —dijo Lyra, y todos la miraron con extrañeza—. Escuché a Yarah mencionarle una profecía a Heng. ¿De qué estaban hablando?

Sekai se revolvió en los brazos de Sachi y miró a Carter.

—¿No lo sabes tú? —preguntó.
—¿Por qué habría de saberlo? — preguntó Carter.
—Es costumbre de Ayize regalar una profecía a cada señor de la muerte cuando inicia su mandato.
—Oh. La verdad es que me negué a oírla.

Lyra, Raven, Anette y Gareth lo miraron con sorpresa. Carter se encogió de hombros y dijo:

—Actuar en consecuencia de lo que se sabe por lo general no da buenos resultados. Si uno intenta cambiar su futuro es probable que sus acciones lo conduzcan al destino que quiere evitar.
—Eso es algo estúpido —dijo Lyra.
—De hecho, es algo muy sabio —intervino Sekai—. Pero creo que deberían saberla.
—¿Mamá no tenía un registro de las profecías más relevantes del mundo? —preguntó Anette a Gareth, quien asintió.
—Sí —dijo—. Debe de estar…

Un libro de pasta azul rey salió disparado desde el estante más alejado de la estancia y aterrizó violentamente en la mesa.

— … ahí. Gracias, Lily.

Los seis chicos se reunieron alrededor del libro y Gareth lo abrió, siendo recibido por una página en blanco. El joven comenzó a pasar las páginas, mientras Anette explicaba que esos espacios en blanco se debían a que muchas profecías habían desaparecido por ser pronunciadas antes de la existencia de la escritura y la construcción del inframundo, por ende fueron pocas las profecías que pudieron registrarse.

—Aquí hay una —dijo Kyle, señalando una frase escrita en tinta gris y leyó—. “La calamidad nacerá de la fusión entre la vida y la muerte”.

Sekai se tensó, temblando ligeramente. Sachi bajó la mirada y susurró hablándole en japonés:

—¿Estás bien?
—No —respondió el kitsune.

Era una parte de su vida que había negado, pero suponía que no le quedaba más opción que afrontarla; siendo clara su importancia en la que estaba sucediendo. Alzando la voz para que los Spector lo escucharan, dijo:

—Esa profecía habla sobre un hijo concebido por la vida y la muerte. Un hijo que, a la larga, abrazaría la maldad.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó Anette.
—Déjenme contarles una historia —respondió Sekai soltando una risa amarga—. En el principio del tiempo, Gyvenimas y Mirtis, la vida y la muerte, se enamoraron. Todo iba bien hasta que el Destino intervino, enunciando la profecía que acaban de leer y; es a causa de este vaticinio que la vida y la muerte se separaron, en vano, porque ya habían concebido. El problema fue que Gyvenimas no dio a luz a un hijo, sino a dos, que fueron la bondad y la contradicción; dos niños que se complementaban uno al otro. Cuando Mirtis lo supo, creó junto a Gyvenimas un reino en la capa más profunda de la corteza terrestre, un lugar donde sus hijos pudieran crecer. Un sitio que, de existir enteramente, sería conocido como Primeval.
—¿De existir enteramente? —preguntó Gareth.
—Primeval existe —replicó Sekai—, pero no es más que un mundo en ruinas cuya entrada está sellada. Solo dos personas pueden entrar allí: los hijos olvidados, Gerumas y Priestavarimas, perdidos durante una tempestad cuando las deidades se enteraron de su existencia. Al caer en tierra fueron adoptados por una campesina que los crió como iguales a pesar de sus claras diferencias, dado que ambos habían perdido la memoria.

Sekai inspiró hondo y se soltó de Sachi aterrizando con suavidad en el piso.

—Priestavarimas era una niña y Gerumas era un zorro —dijo, y al  notar las miradas de los chicos, añadió—. Tal como seguramente están pensando, yo soy Gerumas.

Sachi volteó a verlo con sorpresa mientras relataba como él y su hermana Ritsu habían sido separados y eso había dado origen a su rivalidad. Al terminar, y dado que no había nada más que añadir, la atención de los presentes volvió al libro. Si bien las páginas del libro seguían en blanco, de vez en cuando se veían escritos en negro que eran desechados al instante.

—Aquí hay otra —dijo Anette, que era quien pasaba las páginas, y leyó—. “El eslabón más débil de la cadena acabará con una estirpe guerrera”. Espera, ¿qué?
—Debe ser la profecía relacionada a Tatsu y Reijiro —dijo Sachi llevándose la mano al mentón en un gesto pensativo—. Los Higurashi eran guerreros diestros y, según lo que encontramos en nuestra investigación, Tatsu solía ser alguien de salud frágil y débil.
—Entonces Akihiro debió escuchar esa profecía —dijo Raven—. La cuestión es, ¿quién se lo dijo?
—Ni idea —dijo Anette pasando las páginas—. Miren, ya hay más anotaciones en negro. ¿Podemos curiosear?
—Concéntrate —dijeron Carter y Lyra al unísono.

Anette les dirigió una mirada de fastidio y continuó.

—Aburridos —dijo deteniéndose en la siguiente inscripción de tinta gris.
—“El tercer país de la isla de Bretaña acuna al futuro rey” —leyó Careth—. Debe tratarse de papá.
—Es posible —dijo Carter—. Él nació en Gales y… aquí hay otra: “seis vástagos nacerán de una misma raíz y el primero guiará a los demás”.
—Nosotros —dijo Kyle.
—Eso explica porque Carter es tan buen hermano mayor —dijo Anette con sarcasmo—. Como si una estúpida profecía fuera un justificante… —murmuró pasando las páginas.
—Para papá obviamente sí lo fue. Espera…

Kyle detuvo la mano de Anette, señalando una anotación al final de la página. Sin embargo, esta vez fue Raven quien leyó el vaticinio:



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En el texto hay: misterio, sobrenatural, venganza

Editado: 04.01.2024

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