Ciudad OnÍria

ACCIONES INEXPLICABLES

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Elliot me acercó amablemente hasta casa. Él no hablaría de lo ocurrido, yo no le tortu-raría con Ash… ese era el trato. Al llegar, lo invito a cenar y es participé de la nueva noticia: Me independizaba, mejor dicho ellos se independizaban, algo que tampoco pareció sorprenderle mucho. A pesar de que se mudaban aproximadamente a una hora de mí, aún les costaba dejarme sola, como si se fueran a otro continente.

La cena transcurrió de lo más animada, finalmente hicimos un pequeño brindis por la buena nueva y ellos continuaron con su celebración por su cuenta, mientras que nosotros decidimos salir al porche a tomar aire fresco, dejándoles algo de intimidad. Nos sentamos en las escaleras:

—Me extrañó no verte llegar con la manada de bobos.

—Salí de entrenar y fui a hacer unas cosas que tenía pendientes. ¿Qué pasó?.

—Becca se molestó porqué su “amorcito” no deja de tocarme la moral, pero la mala soy yo.—Ell ríe.

—Chris como todos, tienen mil tías en su lista… si no está preparada para eso, que se retire cuanto antes.—me encojo de hombros.

—Sinceramente me importa cinco.

Elliot me mira fijamente como intentado ver más allá, o incluso intentado decirme algo. Comienza a juguetear con sus manos, y por último se las pasa por el pelo, esa era la señal exacta:

—Creo que ha llegado el momento de hacer algo.

—¿A qué te refieres?

—Mis dos mejores amigos no pueden llevarse mal eternamente.

—Pues págale una operación de cerebro.—ríe.

—No es como piensas o crees.

—Ese animal solo tiene testosterona… pero cero del resto de hormonas.

—Gené, sinceramente conoces una versión de Chris que no es la buena. Sí vale, la que conoce todo el mundo… pero no la que conozco yo. Te lo aseguro.

—Créeme que tampoco me interesa, Ell. Ni conozco esta, ni quiero conocer otra.

Tantos años viendo la misma cara de ese miserable, aguantando sus burlas, convirtiéndome años tras años en el blanco perfecto… que lo qué menos me interesaba era seguir viendo nada. Lo único que me apetecía era verlo desaparecer de mi vista, y que se fuera a la cara opuesta del planeta. Los continuos intentos de Ell por hacer que nos lleváramos bien, habían ido progresivamente a peor. Algún día no muy lejano se daría por vencido, porque era misión imposible.

—Mañana después de clase me paso a verte. Te traigo los apuntes que pueda conseguirte, para que no pierdas mucha coba.—asiento.

—Bien, gracias baby. Tengo el día libre. Aprovecharé para ayudarlos con la mudanza.

—Puedo venir a ayudar.

—Sería genial.

Entre el cansancio y la satisfacción de lo ocurrido, aquella noche dormí como un angelito.

 

A la mañana siguiente me levanto plena y salgo a correr antes de ponerme manos a la obra con las cajas. Misma ruta, misma rutina…mientras The Rasmus ameni-zaban mis oídos en el trayecto… un placer absoluto.

Llego al lago me descalzo y me siento en el embarca-dero apoyando las palmas de mis manos sobre la madera. Todos estarían en clases, y yo ahí sentada pensando en como había cambiado mi vida en tan poco tiempo, me limito a respirar profundo y tratar de dejar mi mente en blanco. Cierro los ojos contoneando ligera-mente mis hombros al ritmo de la música. Una ligera brisa roza mi rostro…un extraño perfume invade mi alrededor:

—Sabía que estarías aquí.

Aquello hace que abra los ojos y miré en dirección de aquella conocida voz. El sol consigue que entreabra los ojos cuando me topo con él directamente sobre mi rostro, lo cubro con la palma de mi mano. Ethan se sienta a mi lado, lo observo pensativa:

—Ya sé lo que me dijiste, pero…—dice finalmente.

—Pero te importa una…—me interrumpe.

—Somos muy parecidos, ¿sabes?.—me mofó.

—No nos parecemos en nada.

—No sabes…—ahora interrumpo yo:

—Lo único que sé es que no sabes que significa la frase “déjame en paz”.

—Quiero…—vuelvo a interrumpirlo con un gesto de mano, haciendo que callé en el acto.

No estaba por la labor de escuchar historias de alguien que no me interesaba. Me colocó las deportivas y me levanto dispuesta a marcharme:

—Olvidate de que existo.—le exijo, casi suplicante.

—¿Porqué?.

—¿No puedes limitarte a hacer como si fuera invisible, como hacen todos?.

—Yo no soy como todos, no sigo al líder… yo soy el líder.—suspiro cansada de este tipo de conversaciones de besugos.

Ya salía a relucir la prepotencia del típico macho alfa, tal como hacían todos en este pueblo, así que sí…. Exactamente era igual que los demás. Retomo mi camino de vuelta viendo como me sigue de cerca. Cansada de su impertinencia le freno con las manos:

— ¡¡¡Quieres dejarme en paz de una puta vez!!!.

—¿Qué te molesta realmente?.

—Tú…Todo tú. Desde el día que te cruzaste en mi camino…eres una puta tortura, chico.

—Para mí no fue así.

—Me importa una…¡piérdete!… ¡desaparece!.

—Estás celosa.—lo miro furiosa y lo empujo con todas mis fuerzas. Pierde el equilibro un instante, pero se recupera.

Estaba hasta el gorro de que todo el mundo piense que me siento celosa por todos en este pueblo, como si en mi vida no hubiera cosas más importantes con las que perder mi valioso tiempo. Vuelvo a encararle:

—Deja de hacerme perder el tiempo…deja de meterte en mi vida… deja de pensar que me conoces.



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En el texto hay: amor, magia, ángeles

Editado: 09.01.2022

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