Ciudad OnÍria

COMO UNA VELA DESECHA BAJO EL INFLUJO DE LA LUNA

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Me levanto más contenta de lo habitual. Tomo mi rutina diaria de ejercicio variando en el rumbo, aspiro aire, alquilo nuevamente una bicicleta y voy conociendo otra parte de la ciudad que aún no conozco aprovechando para hacer algunas fotos en el trayecto. Cansada vuelvo a casa, me doy una ducha rápida y me relajo mientras preparo para comer –hoy lo haría sola– algo ligero estaba bien. Mientras pico la lechuga, recibo una llamada inesperada:

—Cuatro ojos ¿estás viva?.

—¿Ethan? ¿qué…?.

—Elliot.

Obviamente, ¿quién si no iba a ser capaz de cometer tal “crueldad” hacia mi persona? Río para mis adentros.

—¡Hombre, el motorista fantasma!.—sigo la broma.

—No me digas que no me has extrañado… porque yo a ti… .

—No tienes a quien torturar la vida.

—Hablas como si fuera Chris.

—Ni me lo nombres.—ríe.

—¿No me has extrañado?.

—Sólo han pasado dos días, Ethan. No he tenido tiempo de extrañarte.

—Me has roto el corazón.

Y sí, lo había extrañado, pero no iba a decírselo. Había pasado parte del tiempo pensando en él, y del mismo modo me había obligado a dejar de hacerlo. Ethan era un ser excepcional, no alguien en quien fijarse como hombre –si es que lo piensas bien–, y mucho menos en quien pensar para relación… con siquiera imaginarlo me sentía “pecar”… «que Dios me perdone si he mirado de forma lasciva a alguna de sus criaturas» me dije riendo para mis adentros, porque era imposible no hacerlo.

—Las estrellas no son las mismas sin ti desde el mirador.

—¿Qué son las estrellas, Ethan?.

—Las miradas de millones de ángeles observando tu belleza.—sonrío.

—¿Estás ligando conmigo?

—No… para nada. Ya quisieras, cuatro ojos. ¿Quién es él?

—¿Quién?

—Quién te tiene sonriendo.—afirma.

—No estoy sonriendo.—miento.

Había olvidado lo bien que me hacía sentir escuchar su voz. ¿Decirle que él, o decirle que Rhas?…cualquiera de los dos me hacían sonreír como niña de quince años, cuando nunca, ni con esa misma edad me había comportado de esta forma tan sumamente estúpida.

—Sí lo estás.

—¿Me estás vigilando?.—le escucho reír.

—Tengo que protegerte.

—¿De qué?.

—No lo sé… pero lo presiento.

—¿Intuición femenina?.—bromeo.

—No creo —ríe

—No te preocupes Ethan… sé cuidarme.

—Bien.

Ethan cuelga y no me da tiempo a despedirme de él, «mi hermoso ángel» repito entre susurros. ¿Sería todo distinto si él no fuese lo que era? ¿Podría ser mi ángel de la guarda? Aunque de ser así, me las había hecho pasar muy putas, la verdad, con lo que descarto automáticamente esa opción.

Después de comer, me siento tan aburrida que camino hacia la playa Mandalay State, un lugar muy tranquilo, poco transitado, con unas olas de infarto y aunque había bastante arena, las rocas eran lo más apreciable de aquel paisaje, ¿podría ser capaz de tomar una tabla y surfear? Me tomo mi tiempo para meditar mientras espero que llegue la hora de otro nuevo encuentro con Rhas.

Camino sin rumbo fijo, deseando que llegue la hora. Vuelvo a casa y me doy un baño, me cambio, ya queda menos. Ell me llama y sonrío porque siento que me lee el pensamiento:

—¡Ey nena!, ya no te acuerdas de los pobres.

—¿Porqué le diste el teléfono a Ethan?

—¡Uy, si supieras que más cosas he hecho en tu ausencia!.

—No me seas melón. Hablo en serio.

—Y yo…—lo escucho reír con nerviosismo.—No me vengas a decir que te ha molestado porque no te lo crees ni tú. Parece que le molas en serio.

—No le molo… somos amigos. Además, de ser así, sería algo imposible.

—Si lo dices por Ash… ni te preocupes. Tiene un ligue europeo que trae de cabeza a Masson.

«¿Cuándo pensaba esa perra contarme eso?» me digo para mi misma. Y luego dice ser mi amiga… en fin. Por ese lado me siento hasta feliz por ella, aunque no tanto por Elliot, que no termina de reconocer las cosas. Contesto a Ell con la respuesta más sabía que se me ocurre… porque decirle que Ethan es como una especie de ángel “protector”, un ser ancestral e inalcanzable es como decirle: «Ell, me he vuelto stripper» ni borracho lo creería, aunque no niego que cada vez que pienso en Ethan como tal, me entra la curiosidad de saber si una noche con él sería como “ver el cielo”…tal cual. Doy golpecitos en mi cabeza para centrarme:

—Ell… el motorista y yo…cero… hazte a la idea de que es gay.

—¿Gay?—ríe, aunque no alcanzo a adivinar porqué.

—Por eso no funcionó con Ash.—miento.— Por cierto, la cita… mejor imposible. Es perfecto, Ell.

—Mmm… Me alegro.—no lo siento muy contento.

Me muerdo la lengua por hacer tal acusación respecto a mi angelito. No porqué tenga nada en contra de dicho colectivo, pero estoy segura que Ethan me mataría, sin embargo era lo mejor. Caigo en cuenta de un detalle de la conversación que en principio había pasado por alto:

—Animal de carrito, ¿que más cosas has hecho en mi ausencia?.

—Nena, sólo espero que cuando lo sepas no me cuelgues de las pelotas.

—Ell…—no contesta, y comienza a fingir que pierde cobertura. Lo conozco demasiado, y suena a cagadón extra monumental.—Elliot… Elliot Gabor.—enfatizo, pero no obtengo respuesta.

Finalmente corta la llamada. Estaba segura que ese perro traidor había hecho una de las suyas, e imaginaba que tenía que ver con Ethan, ya que fue el núcleo de nuestra conversación.



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En el texto hay: amor, magia, ángeles

Editado: 09.01.2022

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