《 Una Máquina 》
ADVERTENCIA DE POSIBLE CONTENIDO SENSIBLE NO APTO PARA TODO PÚBLICO
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La luz de la luna que se cuela por los vidrios sucios de la pequeña ventana es la única que ilumina el desordenado cuarto que le vendría bien una capa de pintura.
El ruido del cristal quebrándose sobresale por la música de mis audífonos haciendo que abra los ojos a pesar de que no estaba dormida. Me muevo para salir de la cama, está haciendo ruidos con cada movimiento que hago.
Cuando ya estoy fuera de la cama halo los audífonos para arrojarlos sobre el vejestorio ruidoso de cuatro patas y ni me molesto en buscar entre la semioscuridad mis pantuflas, simplemente salgo descalza de la habitación.
Salgo al pasillo sin mucha iluminación hacia la sala y de inmediato me apresuro hacia mi madre que está en el suelo junto a los cristales rotos- que supongo era el pequeño florero que estaba sobre la mesa del comedor- y me agacho para estar a su altura. La veo a los ojos, esos ojos miel que yo herede con la diferencia que ella los tiene dilatados y con un ligero color rojizo y no tengo que preguntar porque los tiene así porque yo sé la respuesta a eso.
Veo que no hay sangre por ningún lado, así que la tomó de los brazos para ayudarla a levantarse y al darme cuenta que no pone resistencia y se tambalea solo confirmó el porqué de la dilatación de sus ojos. La suelto cuando ya está de pie, vuelve a tambalearse haciendo que se recargue sobre la silla del comedor, cierra los ojos, sacude la cabeza y se suelta. Intenta caminar, pero no alcanza a dar dos pasos cuando se vuelve a caer, pero esta vez estalla en carcajadas que la hace ver como una completa desquiciada.
Me vuelvo a acercar, pero ella levanta la mano en señal de que no avance. Ella se sigue riendo mientras mantiene una mano sobre su estómago como si no pudiera con la risa. Sacudo la cabeza en desaprobación, ya debería estar más que acostumbrada, pero por más que pase el tiempo nunca me voy adaptar a ver a mi madre en este estado, hasta a donde la han traído los alucinógenos y el alcohol.
Algo se cae a unos pasos de distancia y dirijo la mirada hacia allí y veo a mi padre que ahora está entrando a la sala desde la cocina, también viene tambaleándose y sosteniéndose de las paredes como si el mundo le diera vueltas. No sé qué fue lo que se cayó, pero eso poco me importa, no cuando mi papá comienza a reírse también pareciendo igual de desquiciado que mi madre y ni tengo idea de que les causa tanta gracia.
Cuando me doy la vuelta mi mamá - que no sé cómo - está de pie y camina hacia mi padre pasándome por un lado como si no estuviera ahí. Lo abraza y poco a poco el ataque de risa en los dos comienza a calmarse.
- ¿Qué tanto nos miras? - Ah, mi padre se dio cuenta de mi presencia.
- Mamá se cayó y rompió el florero, pudo haberse cortado- Cómo si les importara algo en este estado.
- ¿Qué florero? - Pregunta mi mamá, ¿en serio? ¿porqué no me sorprende?
- ¿Tenemos florero? - Y ahora no sé quién está peor, si mi mamá que a duras penas sabe en dónde está parada o mi padre que sale con estas.
- Teníamos. - Corrijo- Lo había traído el otro día con flores que me habían regalado en la fundación. - Trato de explicarles y no sé porque lo hago si de todas formas da igual.
- ¿Y las flores? - Pregunta mi mamá con extrañeza.
- Hace días se marchitaron, mamá, ya las boté a la basura. - contesto como si estuviera hablando con una niña pequeña.
Sigo de largo pasando por el lado a mis padres y tomó la escoba y el recogedor que está al lado del refrigerador, me doy la vuelta para volver a la sala y me doy cuenta que mis padres están sentados en el sofá uno al lado del otro. Mi madre se ríe por lo bajo y mi padre parece desesperado buscando algo en los bolsillos de su chaqueta y pantalón.
Comienzo a recoger el desastre de vidrios rotos y cuando vuelvo a levantar la vista noto que mi padre encontró lo que tanto estaba buscando cuando lo veo inclinado hacia al frente aspirando esa porquería por la nariz mientras mi mamá lo ve ansiosa. Bajo la cabeza para terminar rápido y largarme a encerrar en mi cuarto para seguir escuchando música.
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Otra vez en mi ruidosa cama con mis rodillas dobladas, mis manos sobre mi estómago, mis ojos cerrados y los audífonos puestos mientras Gasoline inunda mis oídos y mente. Por unos instantes me concentro en la letra.
♪ ♫And all the people say:
"You can't wake up, this is not a dream
You're part of a machine, you are not a human being
With your face all made up, living on a screen
Low on self-esteem, so you run on gasoline"♪ ♫
♪ ♫Y toda la gente dice:
"no te puedes despertar, ésto no es un sueño.
Eres parte de una máquina, no eres un ser humano.
Con tu cara bien maquillada, viviendo dentro de una pantalla, vas escaso de autoestima, así que funcionas con gasolina".♪ ♫
¿Una máquina? ¿un ser humano? Creo que cualquiera pensaría que yo ya me acostumbre a esto que tengo como "vida". Acostumbrada a que mis jóvenes padres lleguen todas las noches con copas encima o drogas en el sistema, a que vengan a drogarse en la misma casa que comparten con su única hija.
Esa hija que desde que tiene memoria tuvo que presenciar cómo se metián cuanta mierda se les antojaba, cuanta mierda su cuerpo les pedía porque ya cualquier cosa no era suficiente y luego tener que ver y soportar los ataques de dependencia que las drogas les causaban. Hija que tuvo que crecer viendo y escuchando como sus padres se reían y gritaban disparates cuando los viajes fuera de la realidad y sensatez se los llevaba.
y luego... luego tener que aguantar o esconderse cuando los viajes eran malos, cuando su mamá comenzaba a llorar y a gritar desesperada o su padre se ponía violento rompiendo y golpeando todo a su paso. Porque en ese estado no conocía quienes eran esas personas a los que llamaba padres y no los recuperaba hasta que se les pasara el efecto y esperar a que volvieran a viajar.