—¡... se te ocurre hacerte esa cosa!
—¡A mí me gusta! —le gritó Alicia furiosa.
—¿Crees que me importa que a ti te guste o no? ¡Tienes diecisiete años,
por el amor de Dios! ¿Dónde te lo has hecho? ¡Es ilegal! ¿Ese novio loco
te ha obligado?
—Mi novio no está loco, mamá.
—Pero... ¿tú has visto la barbaridad que tienes en la espalda, Alicia?
¡Un tatuaje! ¡Y de ese tamaño! ¿En qué momento se te pasó por la cabeza?
—¡Es mi cuerpo!
—¡Eres una niña!
—¡No soy una niña, el año que viene seré mayor de edad y me iré de
esta casa, así que deja de tratarme como si lo fuera!
—¿En serio? Y ¿dónde te crees que irás? ¿Con tu novio? Si es que
seguís juntos, claro...
—¡No sabes nada de mí! —Alicia estaba histérica. Tenía los puños tan
apretados que le dolían las palmas de las manos.
—¡Me da igual! Mientras vivas en esta casa, MI casa, tendrás que
seguir MIS normas, ¿te ha quedado claro?
—¡Eres una vieja insoportable!
—¡Alicia! —Su madre la miró, sorprendida, antes de cambiar a una
expresión más severa. La chica jamás le había dicho algo así—. ¿Crees que
esa es manera de hablarle a tu madre?
Alicia agachó la cabeza. Tenía razón. No entendía qué le sucedía. Se
pasó una mano por la cara. De pronto, se sentía agotada.
—Lo siento, mamá —masculló.
Su madre le puso una mano en el hombro; con la otra, se sujetaba la
barriga, cada vez más prominente por el embarazo. Quizá Alicia debía ser
franca con su madre. Después de todo, era su madre.
—¿Qué pasa? —preguntó, al verla tan pensativa—. ¿Te hace algo ese
chico? ¿Te ha...? ¿Te ha hecho algo que no te gustara? ¿Te ha obligado a
hacerte el tatuaje?
—Ay, mamá, ¿de qué hablas? —Alicia se alejó de ella.
—Creo que lo sabes muy bien.
Alicia miró a su madre y sintió ganas de golpear algo, lo que fuera.
—¿Qué pasa? ¿Que porque tú te casaras con un imbécil crees que yo
seré igual de estúpida?
—¡Alicia!
—¡Estás insoportable desde que se fue! —Ya no podía parar—. ¿Qué
crees? ¿Que volverá? Pues olvídate. Lo último que supimos de él es que iba
a por el coche. Ni siquiera se despidió.
—Para —advirtió su madre en voz baja.
—¡Le importamos una mierda! ¡Asúmelo de una vez! ¡Encuentra un
trabajo! ¡Haz algo!
—¿Crees que esto está siendo fácil para mí? —preguntó su madre, con
lágrimas en los ojos.
—¿Qué hay de mí? ¡Siempre hablas de ti! ¡Siempre! Pues ¿sabes qué?
¡Que nos dejó por tu culpa! ¡Por ser así! ¡Una zorra egoísta que...!
Sintió que su cabeza se movía hacia la derecha y, casi al instante, un
picor incómodo y caliente le cubrió la mejilla. Ni siquiera había visto venir
la bofetada. Cuando miró de nuevo a su madre, vio que estaba a punto de
llorar.
—Retira eso ahora mismo —le dijo esta con voz temblorosa.
—Es la verdad —respondió Alicia, también con la voz quebrada—. Y lo
sabes.
Se dio la vuelta y fue directamente a la puerta principal. Oyó a su madre
gritarle que volviera cuando abandonó la casa, pero no escuchó, solo
siguió caminando hasta alejarse de ella.
* * *
—¡Alice, despierta!
Ella abrió los ojos y vio la cara de Rhett. Tardó un momento en darse
cuenta de dónde estaba. Tenía el corazón acelerado y le dolían las palmas de
las manos, como si hubiera apretado los puños. Por no hablar de la mejilla...
Se llevó una mano a la zona afectada, pero no había nada, solo un ligero
escozor.
—¿Estás bien? —preguntó Rhett, haciendo que volviera a centrarse en la
realidad.
—¿Q-qué pasa? —preguntó.
—Estabas teniendo una pesadilla —le dijo con cierta suavidad.
Alice miró a su alrededor. Seguía en su habitación y se había hecho de
día. Le dolía el cuerpo entero, como si lo hubiera tenido tenso mucho
tiempo seguido.
—¿Ah, sí? —preguntó, fingiendo ignorar de qué hablaba sin saber muy
bien por qué.
—Sí. —Rhett la miró con una ceja enarcada.
—Pues... no recuerdo sobre qué era.
—Claro —murmuró él, pero no parecía muy convencido.
Alice se incorporó y vio que él había puesto de nuevo el iPod en la
mesilla de noche. Debió de quitárselo mientras dormía. Se puso lentamente
de pie y miró a Rhett, que se estaba atando los cordones de las botas. Por el
pelo húmedo, dedujo que se acababa de duchar. Se estiró, intentando
olvidarse del estúpido sueño.
—En media hora habrá una reunión en la sala grande con los que
seguimos en la ciudad —murmuró él—. Tenemos que avisar a todos. Así
que si quieres ducharte o lo que sea, ahora es un buen momento.
—Um... Sí, claro.
Rhett se puso de pie y ella se mordisqueó el labio inferior.
—¿Qué crees que pasará ahora?
Él la miró con el ceño fruncido.
—¿A qué te refieres?
—Con Deane. Por lo que veo, prácticamente se está coronando como
sustituta de Max.
Rhett se acercó a ella y volvió a sentarse en la cama. Se quedó pensativo
durante unos segundos.
—No será tan estúpida.
—¿Se te olvida que hablamos de Deane? —Alice enarcó una ceja.
Él volvió a quedarse callado unos segundos.
—Creo que ni ella es tan estúpida. —Miró a Alice—. Aunque... es la
última persona en la que confiaría en esta ciudad.
—Y ¿qué vamos a hacer?
—No te preocupes por ella. Sigo siendo guardián. Si quiere hacer algo,
tiene que consultarlo primero con el consejo.
—Pero...
—Alice, no dejaré que se acerque a ti.
—No estoy preocupada por mí —replicó ella, soltando por fin lo que
había estado pensando—. ¿No te parece un poco sospechoso que ella
sobreviviera, al igual que todos sus alumnos?
—Alice... —empezó a advertir.
—¡Es verdad! Pareció que sabían exactamente cuándo tenían que
aparecer para ser los héroes de la noche y...
—Escucha, quienes atacaron fueron los de Ciudad Capital. Sé que Deane
no te cae bien, pero eso no quiere decir que...
—¡Sus alumnos son los únicos que no han sufrido bajas! ¿Es que no te
parece raro?
Esta vez, él se quedó callado, mirándola con expresión pensativa.
—La verdad es que no lo había pensado hasta ahora —murmuró
finalmente.
—Sé que lo que digo es grave, pero Deane parecía estar esperando que
Max despareciera para controlar la ciudad.
Sin embargo, él seguía sin parecer del todo convencido.
—Tiene sentido, sí, pero...
—Espera, déjame terminar. —Ella respiró hondo—. Si realmente quería
ostentar el control, solo tenía que quitarse a Max de en medio sin levantar
sospechas. Mandar a los de Ciudad Capital es el plan perfecto. ¡Y más si
ella es quien nos salva! Ahora todos la adoran por ser la maldita heroína de
la noche. Y si lo que te estoy diciendo tiene sentido, si realmente quiere
hacerse con el control de la ciudad, ahora mismo tú y Tina sois su único
obstáculo.
Rhett sonrió, burlón.