Aranza
Una de las cosas que detesto de mi eternidad es la impaciencia, mando hacer un trabajo con Henry y este se demora más de lo pensado, necesito saber si la estúpida de Katherine al fin está muerta, es algo que quería hacer desde hace décadas y hasta ahora puedo hacerlo. Henry tiene que venir con buenas noticias, eso lo tengo que celebrar.
Se siente como Henry sube las escaleras de la casa, me levanto del ataúd para poder celebrar juntos la noticia de la muerte de Katherine. Miro hacia la puerta, a los segundos se abre, mi sonrisa se desvanece al ver que agacha la cabeza.
Solo bastaron esas palabras para llenarme de rabia, mis ojos se ponen rojos por la ira que siento.
Puedo llenarlo de mi sustancia para matarlo por no haber hecho lo que le pedí.
Se excusa como si eso fuera a tranquilizarme.
Aprieto los dientes.
Espero que no, él no puede amar a esa estúpida.
Dice nervioso.
Voy a darle el beneficio de la duda.
Me acerco a él, lo tomo de las manos y lo llevo a una silla cerca de mi ataúd. Me siento en sus piernas mirándolo de frente.
Le beso el cuello haciéndolo jadear.
Toco su miembro por encima del pantalón haciéndole saber que quiero un buen sexo con él.
* * * * *
Henry
Tengo que ingeniármelas para que Aranza no se dé cuenta que le miento, pueden pasar siglos y nunca dejaré de amar a Katherine, la cual tengo que recuperar como sea; no solo a ella, también a todo el clan, me hacen mucha falta.
Desde que Aranza me convirtió esta me hizo sentir que le debía lealtad, ahora no sé cómo salir de esta sin que me quiera matar.
Me saca de mis pensamientos, la miro incorporándome en el sofá para ponerme los pantalones.
¿Ahora que me pedirá? Es la reina de las fastidiosas.
Le sigo el juego.
Si todavía fuera mortal estaría más pálido de lo que estoy ahora, en definitiva me metí con una loca.
Le grito fuertemente levantándome de golpe del sofá, ya eso colmó mi paciencia.
Se acerca con intención de tocarme el pecho, pero me alejo de ella.
Grita mucho más fuerte.
Tomo mi camisa y me la pongo lo más rápido caminando hacia la puerta de la habitación.
Me dice aun gritando.
No le doy tiempo de hablar, salgo de la habitación a velocidad vampírica.
Ahora lo más importante que tengo que hacer es proteger a esos niños como sea, con una loca suelta como Aranza cualquier cosa puede pasar. Creo que es hora de volver a dónde pertenezco.