—Estuviste magnífica.
Eloy Nolan me alcanzó apenas toqué el suelo (bajando de los escalones) y de inmediato colocó su mano sobre mi cabeza, alborotando brevemente los delgados pelos que se deslizaban como un río por mi espalda.
—Ni siquiera hablé.
Contesté, acomodando su lío en mi cabeza a la vez que le lanzaba una pequeña mirada de furia.
—Aun así tu presencia dice más de lo necesario. Sólo los privilegiados son capaces de oír tu voz.
Un joven de cabello turquesa se unió a nosotros, y tras de él se encontraban otros rostros correspondientes al equipo élite.
—Más bien, lucía igual que un maniquí.
Comentó Sisella, y yo rodee instintivamente los ojos ante la ironía, por el notable hecho de que es ella quien se parece a una muñeca, una de divina porcelana.
— ¡Oye Grace! ¿Y qué tal si hacemos un recorrido por la capital? Es la primera vez que vienes, y sería un verdadero honor para mí ser tu guía.
Habló Frey, casi implorando mientras imaginaba la guía turística en su cabeza ¿Es realmente él un miembro de la élite, quien no posee seriedad alguna?
—No estaría mal que te dejases disfrutar por un momento.
Nolan levantó sus brazos musculosos, apoyándolos detrás de la nuca y dejando al descubierto aquellos bíceps tan vistosos.
—Así estará callada por más tiempo.
Rió la de cabello oscuro y figura realmente pequeña, emprendiendo primera el paso mientras los demás la seguíamos, hasta que Frey la empujó detrás suyo, siendo él el respectivo guía.
A través del tour narró historias sobre los rincones de la capital, cada mancha, cada rasguño en los muros... todo tenía un por qué y él estaba al tanto de su origen. Sisella le contradecía al respecto de ciertos detalles y él la ignoraba, continuando con lo suyo mientras Nolan se reía y disfrutaba de la pelea, a veces aferrándose de mi mano cuando no estaba atenta al tour.
—Y ahora viene el dato más curioso en España... Grace, ¿Qué te parece la paella?
Los rostros voltearon hacia mí automáticamente, ansiando una respuesta para su enigmática e incoherente pregunta.
—No lo sé, nunca la he probado.
Contesté con desdén, esquivando nuevamente el intento de agarre de Nolan, quien no dejaba de insistir con mi mano. Observé a Frey, aquel muchacho con rostro inocente, el cual cambió a uno endemoniado.
—Entonces tendrás que probarlo.
Sentenció, guiando al grupo hacia un puesto de comidas con una gran variedad de paellas de distintos colores y sabores, de los cuales no tenía idea de qué eran.
—Escoge uno, anda, son gratis.
El vendedor lo miró extrañado mientras levantaba una ceja, sin entender el porqué de su comentario. Suspiré, no estaba en contra de los beneficios de ser la elegida, pero ya comenzaba a cansarme.
—Déjame pagar, tengo algo de dinero a mano.
Y era cierto, Willson me lo había otorgado antes de llegar a España. Era poco, pero lo suficiente para manejarme y comprar una paella por mi propia cuenta.
Rebusqué en uno de mis bolsillos, pero no alcancé a tiempo en sacar el monedero porque Frey se aproximó a gran velocidad hacia el vendedor, y a una muy cercana distancia para llegar a darle unos golpecitos con el codo.
—La dama es Grace Shawin, la elegida que salvó al mundo entero ¿Este festival? Es en su nombre.
El dueño del stand, un hombre fornido con abundante bello en los brazos se ruborizó ante la ignorancia, desviando su mirada brevemente hacia mi dirección, encontrándose con una expresión seria y desinteresada por mi parte. Me ansiaba terminar lo más pronto con el acto de la joya dentro del pedestal.
—Por supuesto, hombre, escojan lo que quieran... invita la casa.
—Gracias por su servicio.
Frey pasó por su lado, colocando su mano en el hombro cubierto por un delantal de cocina, presionando fuerte a tal punto de erizar los pelos del cocinero.
—Así que Grace —Cambió el tono de su voz por uno dulce y bondadoso, para nada parecido al hombre que anteriormente extorsionó de alguna forma al dueño del puesto de paellas— Oíste lo que dijo, ¡Escoge cualquiera, no te limites!
Suspiré, avanzando pasos al igual que los demás del grupo, mirando cuidadosamente cuál de todas me apetecía más.
—Creo que... el de mariscos.
—Simple, un sabor bastante común, pero la elección es tuya.
Sonrió Nolan, avanzando a mi lado mientras extendía su mano para agarrar la paella de mariscos que había elegido. Según parece compartiríamos la comida.
—Adiós, vuelvan pronto. Gracias señorita elegida por su compromiso con nuestra ciudad.
Se despidió el dueño, dejando que nos marcháramos con sus productos en la mano, gratis, y sin decir nada como agradecimiento.
—Y ahora, ¡A comer!
Gritó Frey con una gran energía, corriendo a otro puesto del enorme festival, pero esta vez se trataba de uno con distintas mesas circulares, y sillas para no más de cuatro personas. De nuevo podríamos sentarnos en donde quisiéramos, sin pagos ni intereses, más que una mirada de impotencia por parte de los vendedores.
—Aquí Grace, este es el mejor asiento.
Sonrió, deslizando una silla hacia atrás para sentarme a su lado. Enseguida colocamos la paella junto a una de vegetales y otras especias que no logré identificar.
— ¿Mariscos?
Preguntó Sisella, esbozando una mueca exagerada.
— ¿No te gusta?
Dije, agarrando una buena porción de la fuente.
—Nunca la he probado, es una de las más comunes... Únicamente me sirven alimentos exóticos.
— ¿De veras, nunca? Si son de los más comunes y nunca lo has comido... entonces no sería algo común.
—Pruébalo, sabe bastante delicioso.
Confesé, obteniendo una amplia sonrisa por parte de Frey.
—...Entonces... si lo dice la elegida no tengo otra opción.
Observamos a Sisella ruborizarse mientras se servía una porción.