Clandestino luz y sombra

CAPITULO 4 MIRADAS

“(…) Si intentas arriesgas,

Más vale llegar a la meta

El vértigo está en tu cabeza

Y de aquello ni te has dado cuenta.

Sin apurar pronto llegarás

El camino es engañoso

y con fe lo arrasarás (…)”

(En el borde del precipicio)

A

brí la puerta del aula y ante mis ojos apareció una cantidad inimaginable de estudiantes. Al ser una asociación secreta había creído que sólo seríamos unos pocos, aunque seguro no superamos los 30.

Al frente, algunos estaban parados en hilera, uno al lado del otro, preparados para presentarse ante todos. Olvidé por completo aquel asunto, ni siquiera tengo planeado una presentación.

Al último momento entró el profesor al aula y nos ordenó casi al instante que empezáramos a presentarnos. No quise darle mucha importancia, no quería realmente conocer a los demás y esforzarme en agradarles. Vine aquí para cumplir el destino del que me hablaron: convertirme en exorcista y salvar al mundo. Aunque hasta en mi propia cabeza suena ilógico.

La chica a mi lado me dio unos toquecitos en el brazo y levanté la vista para saber qué sucedía: ya era mi turno de dar el “discurso”.

—Yo… mi nombre es Grace, Grace Shawin, y vine para ser una exorcista.

Oí unas débiles risas desde el fondo del salón. Cuando tenga la suficiente fuerza me las pagarán.

Siguieron un par de estudiantes más después de mí, aunque entre ellos reconocí una voz muy particular, entonces me asomé discretamente para ver el rostro de aquella persona y confirmar quién era.

Y junto a mi mala suerte, al hacerlo estuve cerca de caerme y como esperaba de mi absurda torpeza, aquella persona me vio y volvió a sonreírme, con aquella típica sonrisa burlona.

Sí, era él, y vio mi fracaso al intentar verlo; pero no fue un absoluto fracaso, ya que supe quién era y su nombre. Según parece, el sujeto es Peter Rendic.

El profesor nos indicó los asientos individuales en que deberíamos permanecer el resto del año, y escribió en el pizarrón el horario y cada materia que tendríamos. Mientras que éste escribía, saqué de mi mochila la carpeta y la cartuchera para escribirlo.

Al parecer no sólo es una escuela para exorcistas, también debemos hacer las tareas de las escuelas normales. Después de todo somos adolescentes.

La mayoría de aquí parece tener entre los 16 y 17, o 18 años. Aunque algunas caras gritan ser mayores de los 18.

Mi vista recorrió todas las materias de las escuelas comunes que el profesor había escrito, hasta que frené en una que me llamó la atención: ”Exorcismo, todos los días, 2 horas extracurriculares”.

El profesor, un hombre con cabello ondulado y rojizo, se paró a un lado del pizarrón y se presentó:

—A partir de hoy seré su profesor oficial, mi nombre es Andrew. Cada mes llegan nuevas personas que aspiran a ser exorcistas. Aunque como siempre advierto, no será para nada un camino fácil y tampoco piensen que pueden saltearse las normas.

<<A pesar de ser adolescentes, el venir a este lugar significa una vida llena de esfuerzo y dedicación para salvar personas, ya sea sus vecinos, familias o seres que antes eran cercanos a ustedes. Aquí deberán abandonar todo rastro mundano para convertirse en algo mucho más grande: exorcistas.

Al cabo de decir esas palabras se oyó un grito de afirmación por parte de todos. Inspiraba seguridad.

—Al cabo de la hora vendrán los demás profesores de sus respectivas asignaturas, conmigo tendrán Matemática.

Y aquí ya se fue el optimismo.

—Tendrán la primera hora conmigo, y por lo tanto, me corresponde decirles que sean Bienvenidos a la Escuela Sebastian Borg y que mantengan el espíritu firme durante el transcurso del año.

Quería preguntarle de qué trataría la materia de exorcismo, pero… preferí quedarme sentada en mi lugar sin hacer ninguna pregunta en toda la clase.

Al término de la hora me sorprendió no tener deberes, quizá fue porque en mi antigua escuela ya habíamos visto ese tema, menuda suerte, aunque no creo que dure tanto.

Para tener el recreo no salimos al patio como solía hacerlo antes, sino que fue adentro, en la misma aula; así que seguí sentada, saqué el celular y los auriculares e hice lo que siempre suelo hacer: escuchar música.

A cada estudiante (al apenas poner un pie en la escuela) se nos restringe el celular y nos borran cualquier contacto o método de comunicación con el exterior, además que, de alguna manera bloquean esa opción.

Seguro era un trabajo costoso, pero también tedioso para todos nosotros. Sí parecía una cárcel, pero ingresamos voluntariamente. Bueno, yo en parte realmente no.

Podía ver cómo mis nuevos compañeros socializaban con otros, formando así nuevos grupos de amistades; dentro de mi fuero interno estaba arrepentida por no haber establecido una relación con alguien, pero ya me había dicho que no formaría nada con nadie.

Pasaron unos minutos y por mi mente cruzó una pizca de curiosidad por saber qué estaría haciendo Peter. No parecía de los chicos "buenos", por curiosidad intenté buscarlo con la mirada, pero al instante en que nuestros ojos se cruzaron me arrepentí de haberlo hecho.

Me atrapó y seguramente estaba ruborizada, y sin embargo no podía apartar la mirada de sus ojos hipnotizantes.

La vergüenza me superó y enfoqué la vista hacia adelante. Me di cuenta que mis manos sudaban, así que me crucé de brazos. Recordé su mirada intimidante y calma con cierto brillo en los ojos, parecía una persona interesante.

El recreo, como la mayoría de veces era interminable e infinitamente lento; estaba cansada de escuchar repetidamente canciones, así que me saqué los auriculares y guardé el celular.



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En el texto hay: secretos, amor, exorcistas

Editado: 24.09.2020

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