Clandestino luz y sombra

CAPITULO 7 ZONA DE PELIGRO

“(…) Estás a ciegas,

Pierdes tu encanto

Y los pasos que diste los has rebajado,

La seguridad te carcome y suplicas piedad

¿Qué pasó con las advertencias?

¿Qué no eran tu prioridad? (…)”

(En el borde del precipicio)

 

—Ahora sí —Nick fue el primero en hablar —Dime ¿Qué eres de aquel profesor? —Dejó elevar un poco la voz y podría jurar que casi se agarraría de los pelos —Lo conozco perfectamente, he venido aquí millones de veces. No soy nuevo en esta academia, y nunca en toda mi vida dentro de la dirección vi a ése profesor ser tan amable —Se cruzó de brazos para tener a sus manos bien controladas.

— ¿Amable? —Anelis levantó la mirada —Estás chiflado, a Peter le faltaba muy poco para que le obligara a ponerse vestido y cantara villancicos.

No pude evitar imaginarme a Peter con aquella ropa mientras cantase, y resistí la risa, aunque también oí que Daisy la estaba conteniendo.

— ¿Chiflado? La verdad es que quisiera estarlo, pero creo ciegamente en mis instintos.

Por alguna razón le guiñó el ojo a Anelis ¿Es que ambos tienen algo? Lo dudo, los únicos momentos en que estuvimos juntos se dedican a pelear.

—Está bien..."aquel" es mi primo.

Olvidamos el asunto de los villancicos y el guiño, para mirarlo boquiabiertos. Eso explicaba algunas cosas, destacando la personalidad y el aspecto, sobre todo el cabello castaño, aunque Peter lo tiene más claro.

—Y no es "ése profesor", es el Profesor Pedro. Es decir..., si me llegara a escuchar llamándolo así me mataría.

—Parece que tienen un buen trato —Intervine.

—Así es —Me miró, y recordé la razón del castigo —Luego de que me poseyera el demonio, pude reaccionar y volver en sí para darme cuenta de que ya era tarde…

Permanecimos en silencio, esperando a que Peter estuviese listo para continuar con la frase.

—Hubieron… algunos incidentes que no me gustaría recordar.

De manera casi instantánea Daisy se tapó la boca con las manos, sospechando al igual que todos lo que había sucedido. Y ello incluía la muerte.

—L-lo siento —Dije temblorosa, ya no lo detestaba tanto como antes, sentía pena absoluta por él. Me mordí la lengua por el discurso erróneo que dije antes de limpiar los baños.

—Eso fue hace mucho tiempo... En fin, luego de enterarme de lo ocurrido logré volver en sí, consciente de todo lo que había hecho. Cuando volví a despertar me percaté de que estaba dentro de un hospital, había estado en coma durante meses.

<< ¿Qué hay con esas expresiones? Mi vida tras todo lo ocurrido comenzó a repararse. La familia de mi padre me cuidó hasta hoy en día, claro que ahora sólo somos mi primo y yo.

Terminamos la hora del castigo y la chica encargada de los cuartos de la academia nos acompañó a nuestros dormitorios individuales.

Fue un largo día, me acosté y cerré los párpados, quedándome plenamente dormida y tumbada sobre la cama.

 

 

Al abrir los ojos nuevamente, me levanté y salí del dormitorio para desayunar en el comedor de la academia, el único salón donde nos reunimos todos y cada uno de los estudiantes; el cual ya había estado antes, en el día que todo se descubrió y cambió mi vida, poniéndola por completo de cabeza. Incluyendo en esta a demonios y espíritus, de los cuáles nunca había sabido de su existencia, aunque de cierta forma siempre supe que existían, en mi fuero interno.

Llegué al comedor, y por primera vez vi a todas las personas allí reunidas, eran muchos más de los que había visto pocos días antes. Me sentí realmente incómoda. Estaba acostumbrada a que no existiera un comedor en la academia donde la cantidad sublime de estudiantes (que no son sólo menores) te pudiesen ver. Quería salir corriendo y desayunar en casa.

Avancé con pasos indecisos hacia una de las mesas de las esquinas, sin tener planeado qué iba hacer cuando llegara allí. Anhelaba que no me dijeran, "Oye, siéntate con nosotros, chica que nunca nos habló". Y peor aún luego del escándalo con Peter. Mi reputación está sumamente arruinada.

Una vez cerca de la mesa de la esquina, noté una señal de brazos de un grupo situado al lado de aquel sitio, supuestamente la señal era para mí y querían que me acercara. Antes de ir lo pensé dos veces, ¿Qué pasaría si no era para mí? o ¿Si era una broma pesada? Quedaría completamente en ridículo, aun así me dirigí hacia el grupo de personas.

Eran cuatro, dos chicas y dos chicos. Al aproximarme y verles el rostro con claridad recordé que ya los conocía. Usualmente no tengo problemas para recordar a las personas, y menos las olvidaría, ya que estuvimos juntos un día completo.

Quizá no los recordé debido a la presión e incomodidad que sentí en esos momentos, aunque todavía perdura mí un poco de aquel sentimiento.

— ¡Vaya! Por un momento creí que ya no nos recordabas —Anelis corrió los mechones ondulados hacia la espalda. Ahora que la iluminación es mejor puedo ver con mayor visibilidad a cada uno, envidiando por completo su piel cuidosamente bronceada, en comparación a la mía que es pálida y sin color.

—Um, lo siento —No sabía qué más decir y me senté al lado de ella con ambos chicos al frente nuestro.

—No te olvidaste de mí ¿Verdad?

—Por supuesto que no, Daisy —Me reí al ver su gesto recobrando la alegría. Sus mejillas se tiñeron de un ligero color rosa.

—Ahora sí estamos todos juntos, ya habíamos comenzado a preocuparnos porque no venías con nosotros.

—De verdad lo siento...

—Déjala, quizá sufre de amnesia —Acusó Peter con expresión de burla, levantando una comisura de sus labios.



#17287 en Fantasía
#36811 en Novela romántica

En el texto hay: secretos, amor, exorcistas

Editado: 24.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.