- ¡Ya no.… puedo más! ¡Por... favor... paremos! - gritaba mientras sentía que me ahogaba de tanto correr.
- ¡Vamos no puedes rendirte ahora! tenemos que escondernos y esperar. - me decía él mientras corríamos como locos y el miraba hacia atrás, para ver si nos alcanzaban.
- ¡No puedo... vete tú, ya... no puedo! – las palabras se atoraban en mi garganta y el sudor bajaba por mi cuerpo en partes que no sabía que podían hacerlo.
- Escondámonos aquí, así no nos encuentran. - me dijo mi acompañante dejándome subir a la camioneta primero.
Las voces se escuchaban cerca de nosotros y nuestras respiraciones aun agitadas buscaban calmarse, los vimos buscar por el lugar, luego de unos minutos eternos para mí, los vimos alejarse y con ellos se acercó un intenso cansancio y allí nos quedamos dejándonos llevar por Morfeo, no se ¿cuánto tiempo duramos dormidos? o ¿cuánto tiempo teníamos en la camioneta?, solo se una cosa, que él y yo estábamos a salvo y podríamos iniciar una vida nueva.
Él conmigo y yo con él.
- ¡Loa! ¡Despierta! - alguien me sacudía. - Vamos nena despierta, ya es hora.
- ¡Cinco minutos más mamá, ¡Por Favor! - Le pedí acomodando mi almohada sobre mi cabeza.
- ¿Piensas vivir toda tu vida a mis costillas? - Pregunta enfurruñando la cara, tirando mi manta lejos de mí. - ¡Vamos Holgazana! Tu hermano espera.
- ¡Vaya que eres pesada!, - dije quitando mi sabana de encima y sentándome en la cama.
- Así me gusta, obediente jovencita; - le sonreí de poca gana enseñándole los dientes y dejando escapar el aire por mi nariz.
Hoy sería el día en que por fin podre ver a Thiago otra vez, gracias a él es que... - ¡Vamos holgazana! tu hermano llegara tarde a su boda.
Digamos que, si tu hermano se casa con su estúpida novia del bachillerato y es feliz, entonces ¿Tú? debes de serlo ¿también? pero había algo que me estaba atormentando desde hace unos días, no podía dejar de tener ese sueño en donde él y yo corríamos otra vez para escapar.
- ¡Vamos Loa! ¿En qué piensas? - me grito mi guapo y rubio primo "Austin" digamos que está loco a pesar de todo.
- ¡Hola Aus! - le saludé dejándole un sonoro beso en la mejilla, mientras me dirigí al baño con mi neceser listo desde anoche, para este fatídico día.
- ¿En qué pensaba Bethany para nombrarte su dama de honor? - pregunto esté; - Eres un desastre, dijo mirando mi habitación desordenada.
- Así como todos me amas! - le grite desde el cuarto de baño cerrando la puerta tras de mí para aclimatar el agua y meterme a la ducha.
No podía esperar llegar a la boda y verlo, ver esos ojos azules grisáceos debajo de esos parpados chocolates, tenemos dos años sin vernos y... - ¡Sal del baño o llegare tarde, ¡¿Loa!? - y señoras y señores aquí está el futuro novio, el idiota de mi hermano.
- ¡Ya voy odioso nerd! - grite terminando de quitar el jabón de mi cara y mi cabello. - Pero si estas vestido ¿Por qué me haces salir apurada del baño? - Le pregunto mirándolo con enojo.
- ¡Hermanita! - me dice divertido. - Quiero hablar contigo, habrá descubierto lo de... es algo sorpresivo.
- No me digas ¿qué te arrepentiste? - pregunto burlona; mientras cierro la puerta y me cambio rápidamente.
Toca otra vez la puerta y la abre sin preguntar, sabe lo rápida que soy cambiándome. - ¿Ya estás lista? - pregunta sentándose en la cama.
- Soy tu dama solitaria por dos razones, primero sacarme a tu loca futura esposa de encima y segundo porque me lo pediste de forma decente.
- Si, lo sé, pero no es de eso que quiero que hablemos. - me giro sobre el taburete de mi tocador donde me estoy maquillando.
- y sobre ¿qué es? entonces.
- Sobre Thiago... ¿Por qué esto no estaba empezando a gustarme?
- ¿A qué se debe este tema tan de pronto? - pregunte girándome otra vez sobre mi lugar para terminar con mi labial.
- Sé que... - lo mire desde el espejo con el ceño fruncido. - Thiago viene y ya sabes.
- No, No lo sé, - le digo.
- solo quiero que te comportes Loa, sé que tienes mucho sin verlo y que son buenos amigos, pero Beth ha estado muy nerviosa por la boda y sé que ustedes están en tregua.
Termino de colocar el labial sobre mis labios y lo coloco en el mostrador, cierro y abro mis labios, limpio mis comisuras por si acaso y lo miro para caminar hacia él.
- Thomas Alexander Otto Greenwich. – Le digo sujetando su rostro, - te prometí, portarme bien y cumpliré mi promesa sin importar si viene casado, con hijos y su esposa es obesa y está llena de flotadores y tenga una verruga negra que sobresalga en su nariz, - su sonrisa tan pulcra y pulida como siempre salió a relucir, - ya tendré tiempo para ello.
- Entonces ¿vamos? – le mostré la sonrisa más alegre que tenía y así nos fuimos.
Me subí en la parte de copiloto del auto y él detrás, conversábamos alegres con papá quien era el encargado de llevar al novio, entre risas los miré a ambos felices, sonrientes y llenos de vida, al acomodarme en mi asiento lo vi, era él, estaba allí parado; ese hombre el que hace tantos años… Mi piel se congelo y mi vello se crispo y mi risa se apagó, mire hacia atrás y ya no estaba.