Luego de aquella pregunta de Oswell, no pude dejar de pensar en que estaba haciendo, porque no todo se quedó allí, - “no te has dado cuenta, aún que ella está enamorada de ti, desde que empezaste la universidad, no te consideraba idiota, pero veo que eres todo un estúpido”. Pero eso no fue todo lo que me molesto – “pues será mejor que ponga manos a la obra y la conquiste, ya que tú te vas a casar; tengo vía libre”. – Se puso de pie y se marchó.
Eleonor nos dejó solos sin que se lo pidiera, ella es siempre tan eficiente; que he decidido pronto darle el aumento que sin saber que yo estaba cerca le comento a Camil la recepcionista quien es su amiga que lo necesita. La mañana avanzo rápido luego de la visita sorpresa de mi hermanastro mayor quien siempre me ha tratado como parte de la familia y un hermano de sangre.
- Permiso, - dice Javier desde la puerta abierta, - ¿Entonces Oswell Cox decidió volver? – me pregunta con una sonrisa.
Le hago asentimiento de cabeza. – Vino primero a sorprenderme a mí, luego ira donde los viejos.
- No te ves muy contento que digamos, - me expresa con poco entusiasmo irónico; - te ves como si quisiera meterse con algo que es tuyo y no piensas ceder.
- Haz dado en el clavo, - le digo, - ¿Para qué has venido? – le interrogo esperando su respuesta.
- Te traje los arreglos del contrato con Sea Entertainment, no estuvieron de acuerdo en el 45% del contrato, - sigue explicando de pie.
- Está bien, lo leeré y te lo haré llegar con Priscila; por cierto ¿Cómo es eso que la invitaste a salir? – él se encogió de hombros. – Sabes que eso no está permitido dentro del horario laboral.
- Lo sé, pero fue fuera del horario de oficina, - me explica; - es una chica hermosa y simpática, además de trabajadora.
Después de esa pequeña conversación, él se marchó en ese momento sonó mi teléfono, el cual conteste sin mirar la pantalla para confirmar quien llamaba.
- Hola hijo… - / ¿Esa Voz? /, mi cuerpo se tensó, apreté mi mandíbula y mis puños se cerraron ambos con tanta fuerza, mientras la rabia acrecentaba por cada segundo en el cual pasaban los recuerdos en mi cabeza. - ¿No me dirás nada?
- ¿Qué quieres basura? – Espeto con odio, /siento ganas de matarlo/.
- ¿Así tratas a tu padre? – me inquiere con cinismo. – Creo que no te eduque de esa forma.
- ¿Por qué no desapareces y me dejas en paz? – cuestiono ya airado, siento como mi corazón va a mil por hora, por la adrenalina.
- Porque me debes mucho muchacho, me debes todo y sobre todo … porque hare que pierdas eso que tanto aprecias.
- Aléjate de ella, ya bastante le jodieron la vida, - grito por el teléfono. La sola idea de perderla me aterra.
- ¿Señor, sucede algo? – Pregunta mi asistente asomándose por la puerta, le hago un asentimiento de cabeza y ella se marcha.
Aflojo mi corbata; - es una rubia muy bonita, además de que sigue poniéndose tensa al oír mi voz, aunque no me recuerde físicamente.
- ¡Eres un bastardo! – Le digo en tono alto; - muérete infeliz.
- No sin antes hacer que sufras, hijo mío, - dice y cuando quiero replicar, suena el tono de colgado.
- ¡Hijo de perra! – grito aventando el teléfono al piso y girando sobre mi silla; tomo el teléfono y marco a la casa de la familia Otto.
El teléfono repica, al tercer tono contestan. – Buenas Tardes, suspiro al escuchar la voz de la señora Otto.
- Hola Yeneily, - le digo, - se encuentra todo bien por la casa, - no quiero preguntar por ella, que está en la universidad; la siento suspirar.
- ¿Sucede algo?
- Hemos pasado una semana sumamente cansada, - me dice y siento tristeza y pesar en su voz. – Sabe que puede confiar en mi ¿Verdad?
- Si hijo, lo sé; sólo que Loa - / mis alarmas se disparan / - sufrió una crisis de pánico.
De acto reflejo colgué el teléfono, tomé mi celular del piso y Salí corriendo, no tuve miramientos, Eleonor me llamaba, pero no le contestaba nada, sólo podía correr hacia el jeep, saco la llave y entro al auto lo enciendo y salgo bruscamente del estacionamiento, de sólo imaginármela temblando ovillada en algún lugar y no estar allí para protegerla, abrazarla, decirle que todo estará bien y que saldremos de esta.
El transito está pesado, llegar a la saca se toma una hora, - ¡Demonios! MUEVANSE; - grito desesperado viendo que no avanza a ninguna parte, - ¡Arg! – golpeo el timón; / cuanta más prisa tienes todo se complica /, el semáforo cambio a verde y puede avanzar; cruce el próximo que estaba a punto de ponerse amarillo y acelere y cruce para continuar hacia la casa de los Otto, / con razón no me pude comunicarme en toda la semana / ¡Ah! Y pensar que estaba ocupado y estaba pasando por esto sola.
Llego a la casa y me estaciono, el señor Otto está podando el jardín; hoy es su día libre y aprovecha para podarlo y ayudar a su esposa en las cosas que ella no puede, - ¿Thiago? – cuestiona sorprendido al verme acercar a él más que a la que es.