2º LIBRO - Pasado y Presente
10.
Descendencia
El edificio Tomonari de primaria y prescolar ya hizo sonar la campana de su reloj, y Brey les ordenó a los niños que se fuesen ya a la puerta de entrada, donde había un grupo de maestros y maestras esperando a todos los niños de 5 años para meterse con ellos dentro.
Cleven y los demás seguían de tertulia, al otro lado de la valla, dentro del recinto del instituto y cerca de la verja de entrada, pues uno de sus compañeros de clase le había escrito a Nakuru por el móvil que Denzel aún no había llegado al aula, ya que ella era la delegada de clase y solía informarse de estas cosas fácilmente. Cuando Drasik escuchó a Cleven decir que Kyo la había ayudado toda la noche a estudiar y que por eso estaba así de adormilado, puso una cara molesta que nadie percibió.
Brey los dejó allá con su parloteo y se fue hacia su coche, aparcado junto a la acera. Sin embargo, antes de abrir la puerta del vehículo, divisó a Denzel viniendo por la calle acompañado por otro joven que aparentaba su misma edad, con su cabello negro y largo recogido en una coleta y sus gafas de montura redonda como las antiguas, y vestido con unos vaqueros y una chaqueta moderna prestados por Denzel.
—Brey —lo saludó el profesor—. ¿Qué haces por aquí?
—Denzel... —murmuró el rubio, un poco inquieto, recordando la insólita visita que recibió anoche Yako en su cafetería—. He traído a los mellizos al colegio. Oye, ¿has visto a Yako? Hay algo impactante que debes saber cuanto antes…
—Anda, ¡un iris! —exclamó Owen, interrumpiéndolo, y se le acercó a dos palmos para observarlo de arriba abajo. Brey se quedó paralizado e incómodo—. Pues siguen siendo iguales que hace dos siglos…
—No jodas… —dijo Brey, señalando a ese cotilla y mirando fijamente a Denzel—. ¿Este es… uno de tus hijos? ¿Te ha encontrado él solo?
—¿Cómo lo…? —se sorprendió Denzel—. Espera, ¿es que tú sabes algo?
—¿Cómo coño ha adivinado que soy un iris? —se mosqueó el rubio—. El otro me dio un sopapo en la cara para descubrirlo.
—¿El otro? —Denzel no entendió.
—Qué lenguaje más soez —intervino Owen con su actitud analizadora y sabionda—. Sé que eres un iris por esa posición de alerta que adopta tu cuerpo sin que te des cuenta cada vez que estás cerca de seres queridos o se te acerca un enemigo. Nunca falla, siempre lo hacéis. Por cierto... iris, rubio, ojos verdes, un ligero énfasis en la pronunciación de algunas vocales finales añadiendo una pequeña "i", los lóbulos de las orejas levemente punteados… Tú eres un Smirkov, ¿verdad que sí?
—¿Qué? —Brey se quedó perplejo—. Ese es el apellido de mi madre, ¿de qué conoces…?
—Seguís existiendo, sí que sois fuertes los rusos… Oh, pero tú eres mestizo japonés.
—Owen —intervino Denzel—. Déjalo, no es momento para estudiar a la gente como si fuesen especímenes.
—No me culpes por hacer lo mismo que haces tú —sonrió este, echándole un vistazo a las zapatillas deportivas de Brey y comparándolas con las suyas—. Colores en el calzado… me gusta.
—¿Qué clase de poderes tienen? ¿Estos seres pueden leerte la mente? —desconfió Brey, alejándose un paso del otro.
—¿“Seres”? Eh, corta el rollo prejuicioso, chaval —le dijo Denzel, ofendido y molesto—. Todos los taimuki son humanos, a pesar de que los dioses se empeñaran en inventar este nombre diferente con el que llamarlos, y aunque las malas lenguas de los humanos de hace siglos y la ignorancia de la Iglesia los considerasen medio demonios erróneamente. Son humanos —repitió.
—¿Por qué te alteras?
—Porque mi padre sufrió esa discriminación cuando era joven, sólo porque el cura de su pueblo lo vio mover un guijarro con telequinesia 3 míseros centímetros sobre una tabla de madera. Tuvo que irse a vivir a otro lugar porque querían quemarlo en la hoguera. Y cuando yo nací, la vieja vecina chismosa de aquel barrio de Londres, cuando vio que el bebé de sus vecinos tenía estos lindos ojitos demoníacos —se subió las gafas de sol para mostrarle a Brey sus aterradores ojos—, dio la alarma y una horda de puritanos religiosos vinieron con hoces, antorchas y crucifijos a nuestra casa. Por suerte, Agatha, que tenía localizado a mi padre y reconocido como su descendiente, le dio la protección que nadie más podía darle, ya que los iris y la Asociación aún no existían.
—Es muy sensible con este tema —le dijo Owen al rubio.
—Vale, lo siento —se disculpó Brey.
—Escucha —prosiguió Denzel—. A diferencia de los iris, de los Zou y de los taimu, mis descendientes y los de Agatha tienen una mente humana cuya energía Yin y Yang es y funciona igual que la humana. Es variante, pueden ser buenas o malas personas en función del tipo de vida que tengan, la educación que reciban o las decisiones que tomen, justo igual que el resto de humanos. No nacen con un tipo de mentalidad Yin o Yang ya arraigada, como los Zou o los taimu, o los iris cuando se convierten.
»Lo único sobrehumano que tienen es una energía extra asentada en su cuerpo, una energía biológica, un pequeño trocito del Yin que tenemos los taimu que ellos heredan en un pequeño porcentaje de sus genes. Sólo les otorga la habilidad de poder manipular de forma muy diminuta las Corrientes espaciotemporales, como el guijarro que mi padre movió mentalmente 3 insignificantes centímetros, que era lo máximo que podía hacer. Los iris también adquirís esa energía física extra cuando os convertís, lo que os hace capaces de dominar una materia o elemento natural a través de vuestro cuerpo, y también ejecutar mis Técnicas espaciotemporales.
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romance y humor, accion con poderes, sobrenatural y crimenes
Editado: 30.11.2024