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2º LIBRO - Pasado y Presente
18.
Amor y odio a primera vista
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«Al llegar al último piso y salir del ascensor, Neuval respiró hondo cuando se pararon frente a una de las puertas del rellano. Lao la abrió con la llave y…
—¡Bienvenidooo! —exclamaron dos voces llenas de júbilo.
Neuval se dio un susto de muerte, en medio del salón brincaron una mujer y un niño, sujetando una pancarta larga donde habían pintado de colores “Bienvenue” en francés. Y había algunos globos de colores pegados al techo. También, sobre la mesa del comedor, había una tarta, y paquetes envueltos en papel de regalo, que eran juguetes y ropa.
La mujer era un poco bajita, y tenía un cabello negro muy largo y muy liso que brillaba igual que sus ojos negros cándidos y sus labios rosados. Se había puesto un vestido veraniego blanco y muy bonito. El niño que estaba con ella era muy parecido a Lao. Tenía el pelo muy corto, y una complexión fortachona aun con 10 años. Neuval nunca había visto unas sonrisas tan grandes y radiantes aparte de la de Monique.
—Uy… —Mai Tsi miró confusa a su marido—. Creía que venías con Neuval, cariño.
—¿Dónde está? —preguntó Sai.
—¿Qué decís? Pero si está justo aq-… —cuando Lao bajó la mirada, Neuval había desaparecido—. ¡Ah!
Al parecer había sido tan rápido que ni a Mai Tsi ni a Sai les dio tiempo de verlo. Lao volvió a salir por la puerta y se asomó afuera, al pasillo del rellano, y lo vio ahí pegado a la pared, pálido y tenso.
—¡No me seas cobarde! —exclamó, cogiéndolo de un brazo y tirando de él—. ¡Ven aquí, patán!
—¡No! —se resistió Neuval, agarrándose al marco de la puerta—. ¡Creo que he cambiado de idea! ¡Yo no encajo aquí! ¡Son personas demasiado buenas, voy a estropearlas, mi lugar está en la basura con los gatos!
—¡Ven aquíii! —hizo fuerza, apretando los dientes.
Mai Tsi y Sai se quedaron atónitos con la escena, viendo a Lao agarrando las piernas de ese niño mientras este se aferraba con las manos al marco de la puerta, pegando voces en francés. Al final, Lao lo cogió en brazos, logrando soltarlo, y se volvió hacia los otros dos.
—Ay... —jadeó el hombre, exhausto—. Mai, Sai, os presento a Neuval... ay...
—¡Míralo! —saltó la mujer con ojos de asombro, llevándose las manos a los labios—. ¡Qué adorable y guapo es!
—¡Por fin está aquí! —celebró Sai.
Neuval se puso más tenso, ya incapaz de escaparse al estar colgado de los brazos de Lao y mirando sin pestañear a esa mujer que ahora mismo se le estaba acercando.
—¡Menudos ojos! —le sonrió ella con emoción, pero procuró no atosigarlo y evitó la tentación de abrazarlo así sin más, de sostenerle las mejillas, coger sus manos o acariciar su cabeza, pues ella era muy cariñosa y Lao ya le había dicho que Neuval necesitaba ir poco a poco con los gestos de cariño. Comenzó a hablarle en francés—. Hola, un placer conocer al final, Neuval. Mi francés… no perfecto. Puedes decir mis errores, y me enseñas, por mejorar mi francés. Me llamo Mai Tsi. Puedes llamar Mai. Y… bueno… quizá un día… si tú quieres… puedes llamar “mamá”… ¡Bu-bueno! —agitó las manos de repente con apuro—. Yo sé esa muy importante palabra… usarla puede ser a ti difícil… porque ahora yo soy desconocida a ti, y yo no merecer ese título muy importante… Pero prometo a ti me esforzaré, y merecerme ese título a tus ojos… espero… algún día… y… —respiró un poco, sin saber cómo continuar, parecía incluso más nerviosa que él—. Perdón, no me paro de hablar… Soy muy emocionada. Deseaba conocer a ti tanto…
Neuval había estado mudo todo ese rato en que ella no había parado de hablar. Se le había quedado cara de bobo mirándola, y estaba rojo. No sabía si era por la sonrisa tan cálida de esa mujer, o su tierna torpeza al hablarle tan rápido en un francés con algunos errores, o por verla más nerviosa que él mismo, pero se quedó absorto con ella. Y además de eso, sintió que sus propios nervios desaparecían. ¿Qué era esa sensación? ¿Qué tenía esa mujer que le calmaba tanto, que le hacía sentirse tan arropado de la nada?
—Oh, no… —se alarmó Mai Tsi, y se tapó la cara con vergüenza—. Mi francés está peor de lo que imaginaba, seguro que he sonado ridícula, ¡no me ha entendido ni una palabra!
—¡Hahaha…! —se rio su marido con ganas—. Mai, tranquila, tu francés ha estado bastante bien. Te ha entendido, créeme. Lo que pasa es que le has conmovido por dentro y eso es extraño para él.
—¿Le he conmovido?
—Neu. ¿Quieres decirle algo a Mai? —le preguntó entonces Lao, volviendo a dejarlo en el suelo.
Neuval volvió con ese gesto de retorcerse la camiseta con las manos, sin apartar la mirada boba de Mai Tsi.
—Yo también lo haré —le dijo, tímido.
—Oh… ¿El qué, cielo? —sonrió ella.
—Me esforzaré… lo que haga falta… para ganarme el título de “hijo”. Y… tu francés… suena muy bonito.
A Mai Tsi le brillaron los ojos con tanto candor que estuvo a punto de rodearlo con sus brazos y estrujarlo y morirse de amor. Pero no lo hizo, sabía que esta situación para él no era tan fácil como lo era para ella, y era mejor ir poco a poco.
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romance y humor, accion con poderes, sobrenatural y crimenes
Editado: 30.11.2024