“El recuerdo del primer encuentro.”
De vuelta en casa, Grettel apenas escuchó a su madre preguntar cómo le había ido en la escuela. Estaba demasiado cansada para dar explicaciones, demasiado agotada por todo lo que había pasado ese día.
Se sentó sobre su cama, el dolor en el pecho era punzante. Tomó un suspiro mirando hacia la ventana; pronto, sus ojos se llenaron de lágrimas que comenzaron a deslizarse lentamente por sus mejillas.
—¿Estás bien?— Recordó la voz suave y preocupada de Melissa, quien al notar la respiración de Grettel la giró de un momento a otro, alejándola de la mirada del chico.
Grettel, atrapada en su propio torbellino de pensamientos, no había podido contestar en ese momento. Solo había asentido, esperando que eso fuera suficiente para calmar a Melissa.
Pero no lo era. No para ella.
—Regresemos al salón, ¿vale?— La firmeza de Melissa había sido un ancla en medio de su caos. La presión de su presencia era reconfortante, aunque la sombra de sus pensamientos persistía.
Melissa había permanecido a su lado, manteniéndola fuera del caos, sin hacer más preguntas. Sabía que su amiga no estaba lista para hablar. Grettel podía sentir la tensión en la mirada de Melissa, una mezcla de preocupación y paciencia, como si esperara a que Grettel diera el primer paso para abrirse.
—Grett... si necesitas...— Melissa había comenzado a decir, pero se detuvo al ver que Grettel no levantaba la mirada.
Aquella tarde, no hablaron más de lo ocurrido. Melissa la acompañó hasta la salida, sin soltarle el brazo, dándole un apoyo silencioso que, en ese momento, Grettel no sabía cómo agradecer.
Las lágrimas seguían cayendo, y la pregunta resonaba en su mente: ¿Estaba bien? No, no lo estaba, pero tampoco sabía cómo explicarlo.
Cerró los ojos, intentando bloquear el dolor. Necesitaba hablar, pero las palabras se atascaban en su garganta. ¿Qué le diría a Melissa? ¿Cómo podría explicarle que se sentía perdida, como si todo lo que alguna vez había creído se estuviera desmoronando?
***
Clases de geometría y trigonometría.
Lo mismo de siempre, aburrido y complicado.
—¿Necesitas ayuda?— Preguntó Ophelia, sentándose frente a ella con una sonrisa alentadora.
Grettel levantó la vista de su cuaderno, donde las fórmulas se mezclaban en un mar de confusión. —No sé... no entiendo nada.
Ophelia inclinó la cabeza, estudiando a su amiga. —A veces ayuda tener a alguien que te explique las cosas de otra manera. ¿Quieres que intentemos juntas?
Grettel suspiró, sintiendo que la frustración la abrumaba. —Sí, por favor. Me siento tan perdida con estas fórmulas.
Ophelia sonrió con confianza y abrió su libro. —Vamos a empezar con los conceptos básicos. ¿Qué te parece si revisamos los triángulos primero? Hay algo interesante sobre ellos que podría ayudarte a recordar.
Grettel asintió, observando cómo Ophelia dibujaba un triángulo en su cuaderno. —Mira, cada tipo de triángulo tiene propiedades diferentes. Si entiendes eso, será más fácil aplicar las fórmulas.
Mientras Ophelia explicaba, Grettel empezó a relajarse. La manera en que su amiga desglosaba la información hacía que todo pareciera menos intimidante. Poco a poco, las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar.
—¿Ves? Si puedes recordar estos tipos, el resto será pan comido.— Dijo Ophelia, animada.
—Tienes razón. Nunca pensé en ello de esa manera.— Respondió Grettel.
—¡Fua!, cada vez más complicado.— Dijo Melissa dejándose caer en su asiento. —¿Estudiaron para el examen de inglés?
Ophelia giró hacia ella, sonriendo. —No pude siquiera dormir, me la pasé estudiando hasta las tres de la mañana. ¿Tu ya estás lista?
Melissa rodó los ojos. —Lista no, pero espero sobrevivir.
—¿Y tú, Grettel?— Preguntó Ophelia.
—Grettel es muy buena en inglés.— Dijo Violeta uniéndose a la conversación con una sonrisa.
Grettel se sintió sonrojarse, un poco sorprendida por el cumplido. —Eh, gracias, pero no creo que sea para tanto.
—No te subestimes, todos en el salón saben que eres de las mejores en inglés.— Dijo Violeta, con una sonrisa de ánimo.
Grettel miró a las chicas asintiendo. Se sintió un poco abrumada, pero al mismo tiempo, un pequeño destello de confianza comenzó a florecer en su interior.
—Bueno, tal vez solo me he acostumbrado a estudiar mucho.— Respondió, intentando restarle importancia.
Melissa se acercó más, entusiasmada. —Eso es lo que necesitamos. Si puedes ayudarnos con algunas de las cosas más difíciles, será un gran alivio.
Ophelia asintió. —Y te prometo que habrá galletas de chocolate como recompensa.
La mención de las galletas hizo que Grettel sonriera. —Está bien, trato hecho. ¿Después de clase?
Violeta sonrió. —La siguiente clase es libre, ¿les apetece estudiar en la cafetería?
—¡Sí!— Respondió Melissa con entusiasmo. —Podemos llevar algunas cosas para comer en lo que estudiamos.
—Perfecto, entonces nos encontramos allí después de clase.— Dijo Ophelia, mientras comenzaba a guardar sus cosas.
Cuando finalmente llegó el momento de salir, las cuatro amigas se dirigieron a la cafetería, riendo y charlando sobre sus planes para el fin de semana.
—¿Una pijamada?, ¡Me encanta la idea!— Exclamó Ophelia, emocionada mientras caminaban hacia la cafetería.
—Sí, podríamos hacerla este fin de semana.— Dijo Melissa.
Violeta sonrió ampliamente. —Podemos ver películas de terror.
Grettel caminaba a su lado. La idea de una pijamada sonaba increíble, pero también un poco intimidante. Sin embargo, algo dentro de ella le decía que debía intentarlo, que quizás esa sería una gran oportunidad para seguir superando su ansiedad.
Al llegar a la cafetería, buscaron una mesa en el rincón. Melissa sacó algunas galletas de su mochila, y Ophelia colocó sus libros sobre la mesa.
—Bien, ¿por dónde empezamos?— Preguntó Violeta, mirando a Grettel.
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Editado: 24.10.2024