Clive Elrich y El Caso Walker.

Capítulo I: Estoy listo...

El viento de la tormenta de nevada resuena en los oídos de aquel pequeño, arropado con una débil manta y los cálidos brazos de su madre. Una mujer de mediana estatura, con un largo y lacio cabello oscuro. Heredado a su hijo.

La mujer vestida con un gabardina de color café claro atraviesa los violentos vientos mientras avanza caminos sepultados por la nieve. Poco a poco el frío empieza a atravesar la gruesa prenda de piel, así que apresura el paso.

Sus pisadas, fuertes y pesadas resuenan sobre el asfalto de la congelada acera. Sus piernas empiezan a temblar pero sin importar sea cual sea el destino de la joven madre, parecía que se estaba acercando a el. Mientras el viento se torna más violento, así como la falta de energías en mujer reduce su velocidad.

Cada vez el viento sopla más y más. Haciendo nula la vista. El frío despierta al pequeño niño de su incómodo sueño 7 años después. El niño despierta exaltado en una oscura habitación, con la ventana abierta dejando entrar la brisa de la mañana. Dejando de lado su pequeño flashback, el cual se desvanece poco después... Al igual que la mayoría de sus antiguos recuerdos.

Toda una semana despertando de la misma escena, una y otra vez. Una fría y violenta caminata, con una extraña pero cálida sensación que rodea su cuerpo, acompañado de un enorme vacío al despertar. Pero esta vez era diferente.

—«Aguarda... Clive» —Susurraba aquella mujer, con una voz que tristemente luchaba por existir. Pero si de algo estaba convencido, era que aquella voz pertenecía a su madre.

Clive con la sensación del invierno en su piel. Limpia sus ojos entre cerrados y soñolientos, para después despojarse de sus cálida cama. Un poco desorientado, el chico empieza a reconocer su habitación. Amueblada con lo esencial. Una cama, un ropero, un gran librero y un escritorio. No había mucho, más un oso de peluche color marrón a su lado. A su izquierda, un tocador con una pequeña lámpara. Debajo de ella estaba su despertador al cual nuevamente le había ganado, el cual apenas marcaba las 5:58 a.m.

Una vez llegadas las 6:00 a.m. El chico de 14 años camina a hacia su Ropero y saca su uniforme escolar. Un negro traje de gala acompañado del escudo escolar en el lado izquierdo del saco. Planchado y preparado un día de antelación. Una costumbre implementada por sus tíos. 

El chico reemplaza su pijama azul por su uniforme y sale de la habitación rumbo al baño. Justo después abrí su puerta, su tía Alexa lo sorprende del otro lado. Una mujer de mediana estatura, de rubios rizos y notables proporciones. La cual junto con su esposo han cuidado de Clive desde que su madre lo abandonó en su puerta hace casi 9 años.

Ambos se saludan con una sonrisa y continúan hacia lados opuestos. Él hacía la habitación al final del pasillo de la izquierda y su tía rumbo a las escaleras de la derecha que daban al primer piso. El suelo de madera cruje con cada pisada, mientras que sus fías sandalias le congelan los pies... como todas mañanas.

Clive llega al baño y asegura la puerta, para apenas entrar ver reflejado su rostro en el espejo, uno soñoliento junto a su lacio, largo y despeinado cabello negro. El chico abre el grifo del lavamanos, dejando caer la fría agua mañanera. Usando sus manos, recoge el agua y lava su rostro, haciendo desaparecer su soñolienta apariencia. Detrás del espejo deja mostrarse un gabinete secreto, donde sacar su cepillo y pasta dental. Posteriormente comienza a lavarse los dientes.

Ya haceado, Clive sale del baño, el cual apenas abrir la puerta se encuentra un hombre con la misma soñolienta cara que tenía hace unos minutos. El hombre de ojos grandes y oscuros entra en el baño mientras desordena más el cabello del chico.

Clive vestido y casi listo se dirige a la cocina, mientras observa por los pasillos las múltiples fotografías que tienen. Desde el día que llegó a sus vidas, cuando fue adoptado oficialmente por ellos. Haciendo que su apellido fuese sustituido por el de sus tíos. Elrich. Alexa y Martín no tienen parentesco de sangre con Clive. Pero eran los mejores amigos de sus padres, siendo considerados como familia.

Dejando de lado al panorama de imágenes, Clive no ha sido un chico con una vida alegre. Cuando tenía 5 años, una noche fría su madre llamó a la puerta de los Elrich y les pidió cuidar de él por un par de días. La pareja aceptó con tal de ayudar a su amiga... Pero la mujer nunca volvió.

Dejó un sombrero como garantía de su regreso, uno que según sus tíos tiene mucho valor. Pero para Clive solo es un pedazo de cuero disecado que frecuentemente se empolva en su habitación. Al igual que la promesa de su madre. El chico poco después fue víctima de un accidente, el cual le arrebató sus recuerdos. Al menos en su mayoría. Dejando solo su nombre, el fragmento de una canción y aquel sueño que suele tener seguidas ocasiones. Unos lo llaman afortunado, otros opinan lo contrario. Pero si algo le carcome la cabeza además de su tíos y la escuela. Es el sentimiento de no saber quién es, y dónde está su madre. Sumado al vacío que su corazón le recuerda cada día que despierta. El no poder recordar a su mujer perdida entre la nieve.

Clive baja las escaleras, la cual rechina en su último escalón. A la izquierda se encuentra la rubia mujer en la cocina friendo tocino. En la mesa del comedor, se encuentran dos tazas de café como de costumbre. Alexa ya poseía la suya en su mano mientras cocinaba.

La relación de Clive con su tía era muy relativa, debido al carácter rígido de la mujer y la terquedad del joven. Personalidades juradas a chocar eternamente, pero por momentos suelen estar en paz. Este era uno de esos momentos.

Poco después dos platos se deslizan por la mesa, ambos con dos huevos y dos rebanadas de tocino. La mujer apaga la estufa mientras añade un tercer plato a la mesa y acerca uno hacia el chico. Ambos intercambian miradas. Para luego una sonrisa.

Clive frecuentemente ha tenido peleas con su tía debido a un tema que pone loca a la mujer. El hecho que Clive quiera seguir sus pasos de Investigador. La profesión de sus tutores. Otra particularidad de la pareja Elrich es que suelen ser muy sobreprotectores con el chico. Uno que quiere dedicarse a la carrera donde sus cursantes mueren en el entrenamiento.




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