Código

Capitulo 3.

Si me hubieran dicho que ese día Corin moriría cuando saliera de la escuela, nunca habría ido a celebrar mi cumpleaños. Odiaba pensar que realmente ya no estaría con nosotros, compartiendo sus tontas bromas y tonterías sin gracia. Ahora nos encontrábamos en el Centro puesto que aquel ataque era el primero en su clase.

–Estás seguro –dijo el Código sentado frente a mi–. ¿Podrías describir los hechos una vez más?

  –Solo estábamos pasando el rato en ese lugar –conteste sin ganas–. Sucedió en un momento de distracción, logramos ponernos a salvo protegiéndonos con la mesa. No sé lo que pasó por la cabeza de Corin, debe haber estado tan sorprendida como nosotros, pero eso no justifica que se acercase demasiado al Sinestro.

–¿Podrías decirme cómo era aquel hombre? –prosiguió anotando lo que acababa de decir en un pequeño aparato. 

–No pude verlo en absoluto –repuse–. Solo recuerdo que era calvo y bastante pálido, como si su piel estuviera hecha de cenizas.

–¿Recuerdas algo más? –inquirió el Código, a lo que negué con la cabeza–. Está bien, puedes retirarte, tus amigos deben estar esperando.

–¿Qué pasará si encuentran a más como él? –no quería admitir que me sentía asustado.

–Me temo que es información del Centro –contesto sin disipar mis dudas.

Asentí mientras salía de esa oficina. Kilian abrazaba a ambas chicas tratando de consolarlas, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, pero cada vez menos, como si al grifo se le agotara el agua. Los padres de Corin estaban sentados junto a ellos, su madre jugaba con sus dedos. En sus ojos había angustia, desearía que fuera solo un mal sueño. La culpa me invadió, el padre de Corin no dejó de mirarme con odio. Tal vez si fue mi culpa, pude detenerla.

-Elián –me volví rápidamente al escuchar mi nombre, me sorprendió ver a Brais acercarse a paso apresurado.

–¿Qué estás haciendo aquí? –pregunte confundido.

–Papa descubrió lo que sucedió y me pidió venir por ti.

–No fue necesario –respondió Kilian en un hilo de voz.

–No importa Kilian, iré con el –dije–. Lucy, ¿quieres que te llevemos?

Ella negó mientras se aferraba más a Kilian. Aunque en otra ocasión eso me habría molestado, esta vez lo acepte. Era cierto que mi amigo era un joven atractivo y que era posible que Lucy se sintiese atraída hacia él, aunque Kilian había dejado en claro que ella no le gustaba.

Camine lentamente con Brais hasta el auto. Aun me sentía afligido, un sentimiento que no desaparecería por mucho tiempo sin importar cuánto lo deseara. No tenía ganas de volver a casa. Cuando entre en el auto fije mi mirada en el vidrio. Nuevamente la lluvia estaba presente, era curioso que siempre fuera en los días tristes.

  –Elian –escuche decir a Brais–. Esto no fue culpa tuya. 

–Pude evitar ir a ese lugar –contesté receptivo hacia su intento de animarme–. Era mejor quedarnos en casa como todos los años.

–Pero esto no es como todos los años –Brais fijo su vista en mi unos cuantos segundos–. ¿No es el más importante?

Asentí con la cabeza ante la verdad, se suponía que era un cumpleaños inolvidable, hace unas horas estaba feliz por este día. Sin embargo, al igual que la boda de mi hermana, terminé siendo un fracaso. Todo sería mucho más fácil si esas cosas no existieran, todo sería mejor.

–¿Quieres hablar de lo que pasó? – preguntó después de un largo silencio.

Moví mi cabeza de un lado a otro para decir no, odiaba hablar de tragedias y mucho peor si me encontraba involucrado en ellas.

Tan tranquilo y solo con el sonido del motor y la llovizna del exterior llegamos a casa preparándome mentalmente para todo lo que mi padre inquiriría. Al entrar en la casa pude ver cómo nos estaban esperando en la habitación y justo antes de que mi padre hiciera alguna pregunta, lo evadí subiendo rápidamente a mi habitación, dando un portazo al llegar a esta. Esperaba que con eso sería claro para ellos que no quería hablar del tema.

Me tiré sobre la desordenada cama quedándome allí sin hacer nada, sin pensar en nada. Solo estaba existiendo sin más. Media hora después escuche pasos fuera de la habitación, se detuvieron un momento afuera y continuaron su marcha. Me imagine que sería Brais encaminándose a su habitación. Al menos no intento entrar. Respeto mi decisión de no querer ver o hablar con ellos. Al pensarlo mejor pude recapacitar, encerrarme a sufrir no arreglaría nada. Con decisión fui directamente al baño para lavarme la cara, la tenía sucia gracias a los escombros del ataque.

Intenté caminar con cuidado entre la oscura habitación, solo había un leve resplandor anaranjado que se filtraba a través de la puerta, se podía observar unas cuantas cosas tiradas en el suelo, sin embargo, tropecé. Golpeé mi brazo con la punta del escritorio, tendría un hematoma seguro. Verifiqué el lugar donde me lesioné, el suéter ahora estaba roto mientras que salía sangre de la herida. Me volví para observar el objeto con el que tropecé, un libro.




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