Olvidarte

Aunque era invisible, tenía un poco de fe en que volvería a explicarme la conversación que Sofía tuvo con su mamá, y por fin podríamos poner en marcha el camino para volver a intentarlo de nuevo. Trataba de ocultarlo, pero estaba feliz.

Las horas pasaron, y no parecía dar señales de asomarse. Continuaba bloqueado, así que no podía escribirle directamente. Me sentí desesperado.

Iban a ser las cuatro de la tarde, y resolví enviarle un correo para preguntar qué era lo que estaba pasando. Era como estar ahogándome sin saber si volvería. No tardó en responder.

"Aléjate de mí. Ya no te amo. Vete." Sí, me agarró por sorpresa.

Algo dentro de mí sabía que esto podía pasar. No se olvida una pelea como la que tuvimos tan a la ligera. Eso era obvio. Yo aún no puedo superar lo que dijo, o todo lo que hizo durante estos dos meses. Pero quería hacerlo. Desde que volvió a decir que quería intentarlo, creí que mis ojos volvieron a brillar como lo hacían antes de morir. Cuando me dijo que me amaba, pensé que lo decía en serio.

"No quiero hablar contigo. Cruzaste la línea. No sé qué mierda pasa contigo. No sé qué esperabas conseguir hablando con mi mamá. Mi papá está super enojado. Ya no eres bienvenido en mi casa. Felicidades, te las ingeniaste para acabar con los pocos sentimientos que me quedaban hacia ti. Deja de escribirme. Deja de buscarme, por favor. Me das miedo. Hay una línea muy delgada entre ser un acosador y extrañar a tu ex. No cruces esa línea. Si sigues mandándome correos, les diré a mis papás. Déjame sola, por favor."

Luego de eso, no volvió a responder. No me extraña. Por alguna razón, tampoco me duele. No puedo llorar. No entiendo por qué. Es un momento desgarrador. Lo sé porque mi cuerpo está hirviendo.

Entiendo. El problema soy yo. Lleva mucho tiempo diciéndome que me aleje, y yo me he negado todas las veces. Siempre soy yo quien termina detrás de ella, buscando cualquier excusa para hablar. Aunque ella me pida que la deje, no puedo ni pensarlo.

"Espero que algún día te enamores. Quizás así entiendas por qué me es imposible dejarte ir."

Alguna vez dijo que no importaba lo que llegara a hacer, ella nunca perdería su cariño hacia mí. Nunca lo tomé como un desafío personal, pues no pensé que llegaría a suceder algo como esto. Tampoco es como si le hubiera dicho todo lo que le dije queriendo hacerle daño, tal como sí fue su intención para conmigo. Me atrevo a decir que fue consecuencia de toda la tortura a la que me sometió todo este tiempo. Es ese tipo de dolor que sientes cuando no sabes si irte, quedarte, o esperar. Y aunque ella decía que me quería lejos, no hacía nada para impedir mi estancia. Llegó incluso un punto en el que me hizo pensar que no quería que me fuera, que solo lo decía porque no sabía cómo lidiar con la separación. El beso, el alcohol, la marihuana... Según ella, esas fueron sus formas de llevar la ruptura. ¿Por qué tendría que ser así? No lo entiendo.

Supongo que nunca fuimos iguales, después de todo. Eso no me importaba. La amaba tanto porque era precisamente lo que yo no soy, y tenía justo lo que a mí me hacía falta. Aunque ahora me doy cuenta de que a ambos nos faltaron muchos años de aprendizaje.

En un principio pensé que quizás en el futuro podremos volver a coincidir, pero mis esperanzas de que eso suceda van desapareciendo con el pasar de los días.

Obviamente seguí escribiéndole. Necesitaba hablar con ella y disculparme. Le escribí muchísimas cartas que sí terminé enviando. Ella respondía con párrafos casi igual de extensos, o con monosílabos. Una de las respuestas que más recordaré es una en la que me decía que deseaba no haberme conocido nunca. Lo peor es que me lo envió a las 11:11... En nuestra hora mágica.

Yo le enviaba canciones, le escribía poemas, le escribía mis sentimientos y quería asegurarme de que los leyera. Al final, sí lo hizo.

Una noche, le pedí que me llamara, y ella accedió.

Extrañaba escuchar su voz, aunque ya no tuviera ese tono enamorado que poseía cuando hablaba conmigo.

Hablamos sobre lo que pasó, y no me pude defender. Aunque haya tenido tantas ideas en la cabeza, no me pude justificar, y tampoco quería hacerlo. No desde que comenzó a llorar. Solo acepté sus palabras, y me declaré culpable. Luego tuvimos una conversación banal sobre música, y lo mucho que yo lamentaba haberla lastimado.

Dijo que nunca podría volver a confiar en nadie tanto como confió en mí. Por miedo. Dijo que me odiaba. Le dije que también me odiaba. Luego de eso, colgó.

Pude pasar algo de tiempo, y todo parecía irreal. No lograba procesar lo que había estado pasando, pero si tenía certeza de algo era que nunca volvería a estar con ella. Nunca.

Nunca.

Y eso me quemaba por dentro.

Sin exagerar, dejé incluso de tomar agua por dos días. Ni siquiera me sentía mal, o deshidratado. El dolor en mi pecho era más fuerte que cualquier otra necesidad. Claro está, también dejé de comer.

Estaba a nada de saltar de un puente. Dos o tres intentos diarios por una semana. Pastillas. Cortes. Cualquier dolor era mejor que seguir sintiendo su ausencia, y ni siquiera eso se asemejaba al sufrimiento de haberla hecho llorar. Debí haberme matado cuando tuve la oportunidad de hacerlo.

«No ibas a lograrlo.» Dijo.

⎯Tu sabías que esto pasaría, ¿verdad? ⎯Golpeé sin fuerza mi ventana.

Él se frotaba el cuello, apoyándose sobre la mesita de noche, al otro lado de la habitación. No puedo verlo, pero sé lo que hace.

⎯¡¿Lo sabías?! ⎯Volví a golpear.

⎯Así es. Yo ya viví todo esto.

⎯Por eso no me detuviste...

⎯Sí ⎯Agachó la cabeza.

⎯¿Por qué? Somos la misma persona, cierto? ¿Por qué no me ayudaste? Si sabías lo que iba a pasar, ¿por qué no hiciste algo como al principio?

⎯No lo entiendes.

⎯¡Exacto, no lo entiendo! ¡No entiendo cómo pude permitirme hacerle daño al amor de mi vida al punto de que ya ni siquiera me considera alguien importante! ¡No entiendo cómo pude ser capaz de lastimarla, de hacerla llorar! ¡¡Odio verla llorar!! ¡¡¿Recuerdas esa vez en la que me contó un problema que tuvo con su papá, hasta que terminó llorando?!!