Me golpeaba la frente en el casillero, estaba fastidiada, estresada y agobiada.
¿Por qué todo debe ser complicado?
Tenía coraje
Mucho en verdad, pero la pregunta era la siguiente ¿Por Qué?
— Anneliese, ya no estés enojada
— No lo estoy
— Mentirosa
Abrí mi casillero metiendo los libros sin cuidado, de pronto me estrese tanto que termine azotando el casillero para irme.
Esto no podía estarme pasando, simplemente era una estúpida y ya, no entiendo porque le doy tanta importancia a lo que no debería, simplemente es una estupidez.
— Dime que tienes —dijo tomándome del brazo para no seguir caminando, suspiré agotada, mire hacia la derecha donde la misma rubia venía con una sonrisa.
— Alexander, necesito hablar contigo
Pronunció tomándolo del brazo, la ira subió por mi rostro y la termine empujando con fuerza.
— Está ocupado —sentencie
— Pareces celosa Anneliese
Me acerque más a ella dispuesta a todo cuando con una sola mano me llevo con el.
Comencé a caminar por mi cuenta hasta llegar a un salón, cerró la puerta y me senté en la silla, su rostro irradiaba molestia, mordí el centro de mi mejilla mientras que con mis uñas golpeaba el escritorio.
— Ahora dime
—¿Decirte que?
— El porqué de estar así
— ¿Así como?
— Mierda Anny, solo di cuál es la molestia
Me quedé en silencio mientras seguía con el movimiento de mi mano, no deje de hacerlo hasta que él la detuvo con la suya, levanté la mirada y lo encontré muy cerca mío, pase saliva tratando de bajar la cabeza pero con su mano me obligó a retenerla.
— No sucede nada
— Mmh,me pareció ver celos en tu mirada
— Pff, ¿Celos? Por dios, somos hermanos y no me agrada como cuñada es todo
—¿Cuántos años crees que tengo Anny?
— Como cincuenta Y tres —Digo como burla y su mano apretó mi barbilla
— No me gustan esas escenas
— No sabía que eras actor —digo frunciendo el ceño y solo niega soltando mi mano para irse.
Me levanto para seguirlo, tomo su mano y este sonríe mientras sigue caminando.
— No estaba enojada, estaba furiosa
— Ya lo sabía, no sabes disimular
Lo miro mal antes de que la avalancha de sus amigos se acercaron juntos, me separé de él con inconformidad, seguí mi camino al notarlo ocupado, salí hacia la cancha de fútbol dónde ya el equipo escolar estaba preparado, miró a Claudia en las gradas con refresco y palomitas, me hace una señal y asiento antes de esperar a Alexandro.
Cada uno de los futbolistas de la universidad corren hacia su posición, al no ver a mi hermano comienzo a desesperarme, las manos me sudan y cuando menos pensé alguien me asustó detrás obligándome a soltar un brinco.
— Te perdiste mi amor —Dice con el cariño que siempre me ha tenido, aunque mi estómago se retuerce por las miles de mariposas que lo atacan.
Así sea imposible
— Te estaba esperando
— Estaba con Julie
Parpadeo sorprendida, me aclaró la garganta y sonrió forzosamente.
— Ohh, esa chica rubia
La rubia de hace poco no, esta rubia es su mejor amiga, además de que trabajan juntos
— Si, vino a verme —dijo feliz y dejé de sonreír sin querer, asentí dándole un beso en la mejilla, lo abrace y mientras lo hacía la mire sentada en las gradas de arriba, me separé de Alexandro y este beso mi frente con delicadeza.
— Eres mi amuleto de la suerte pequeña
— Tu eres el mío —Dije antes de separarnos, él corrió hacia la cancha y yo caminé hacia mi asiento, el primero de todos, el partido comenzó y para ver exacta la universidad supera al bachillerato.
**********
— ¿¡Puedes creerlo!?
— ¡Es estúpido!
Claudia estaba asombrada con la gran patada que dió su hermano, el equipo que hizo con el mío y el gran golazo que se metió.
Todos nos levantamos al mismo tiempo para lanzar porras y aplaudir, mi hermano corrió por la cancha con felicidad, pero sus ojos no estaban siempre en mi, no era yo la que tenía toda su atención y fue cuando mire hacia arriba donde Julie tenía la enorme sonrisa en sus labios.
— Ey, sonríe
Comencé a aplaudir, deje de prestar atención a lo que no debía, era la hermana y eso debía bastar.
Me senté para seguir observando aunque la incomodidad que tenía era mucha, terminé levantándome y yendo fuera del lugar, entre a los pasillos tomando mis cosas del casillero, pronto salí del instituto para caminar por la calle sola, pedí el taxi más cercano el cual me dejó en la entrada de mi casa, de costumbre no estaba nadie, entre cerrando todo y con molestia subí los escalones poco a poco.
Pero entre más subía más se escuchaba ese ruido, comencé a acercarme hasta abrir la puerta de la habitación donde solté la bolsa de mis libros y me cubrí los labios para reprimir un grito.
— ¡mamá!
Sentí marearme pero con anticipación me sujeté a la puerta, mi mente estaba en negación, levanté mi bolsa para irme, pero en cuanto abrí la puerta de la casa miré a mi padre estacionar el auto.
¡Mierda!
— Ayúdame no te quedes ahí parada —papa indicó molesto así que comencé a ir hacia él, tomé las cosas del súper e ingresé a casa hasta la cocina.
Comencé a escuchar gritos, golpes, insultos y hasta gritos, deje caer por accidente la mayonesa provocando un ruido fuerte, me agache a limpiar mientras mi cuerpo temblaba, aún no me acostumbraba, aún quería regresar a esa familia feliz.
Alexander pide que guarde la calma mientras me auxilia en la cocina, reaccione ante la sangre de la palma de mi mano, no me había dado cuenta de nada hasta ahora, dejó de hacer lo que hacía para tomar mi rostro y decir:
— No lo intentes de nuevo, sube a tu habitación ahora