El amor no debe ser tortura, no debe ser obligación y no debe ser dolor.
Ellos no eran culpables de ser hermanos, ellos eran culpables de amarse, y desearse.
La lujuria del momento era un deleite, ella sabía que con ese movimiento causaba mucho estrago en él, él sabía que con esa mirada podía tenerla a sus pies, ¿Porque seguir? El deseo de cada uno surgía cada día más grande que el anterior, era su única manera de afrontar los golpes, el desprecio y el dolor de un matrimonio del carajo.
Ambos lo sabían
Un beso y una caricia era como viajar al infierno, se quemaban vivos por sentirse, por tocarse, por quererse como cualquier hombre y mujer lo hacen, pero es incorrecto y eso los aleja.
La tensión de sus labios se siente cada que están a centímetros de si, la provocación de sus manos es un peligro y el deseo latente hacia la lujuria es prohibido.
Un amor cohibido puede ser todo a la vez, tanto como la destrucción como el mismo cielo, pero mientras dure se disfrutará siempre.
— Cállate y bésame —susurro en un gemido ronco y grueso