¿cómo Arruinar Una Boda?

11. Ayuda Mutua

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—¿Y estudias? —pregunta la madre de Trey, quien me observa con curiosidad.

—Tengo un postgrado en Mario Kart y puedo ganarle a Adler con los ojos cerrados. —La mamá frunce el ceño y mi padre posiciona su mano en su frente.

—¿Quién es Adler? —pregunta Trey y soy yo quien le sonríe antes de engullir un tenedor de pasta.

—Mi amante. —como y degusto mientras todos me observan incluido mi padre.

—Claire, por favor. —pide mi padre y niego.

—Winona para ustedes. —Mi alter ego, es lo que utilizo cuando no quiero conocer personas. Y no los quiero conocer. No quiero agradarles. Quiero que se marchen de mi casa, del lugar donde vivo, y si no es mucho pedir de mi vida.

El silencio reina hasta que el padre del chico, Klaus, creo que se llama. Decide tomar de nuevo, la palabra.

—¿Qué te gusta hacer, Winona? —Mi cabeza se apoya del respaldar.

—Matar gente. —Muerdo un pedazo de carne y niego cuando me ofrece vino la señora de la cocina.

—¿En las vacaciones? —intenta remediar.

—Secuestrar personas y extorsionar a gente de mucho poder ¿Cómo creen que llegué aquí? —Les sonrío y le doy un golpecito al salero—. Es de oro.

—No es gracioso, Claire.

—Es broma… —Guiño un ojo—. Pero si quieren no es broma.

—Me parece verdaderamente horrible lo que estás haciendo, Claire. —Mi padre estrella la copa contra la mesa—. Hice está cena para que los conocieras y no te sorprendieras ese día. Y te comportas como una niña.

—Es insolente. —murmuro la madre.

Rodé mis ojos.

—Y no muy agradable.

—No me agrada. —agrego Tres. Trey es muy difícil de pronunciar.

—Pero si yo quería agradarles. —Hago un mohín falso.

—Y no parece tan estudiada como dices. —Menciona la madre enarcando una ceja.

Estoy cansada. Estoy agotada del trabajo y de hoy. Y esto, aunque me divierte no es mi plan para un viernes.

Hago acopio de toda la paciencia que me queda y me volteó para caminar en dirección a mi habitación.

—Winona está indispuesta. Winona se va a dormir. —establezco y me volteo pero las habladurías hacen que me quedé.

—Está desquiciada.

—Tu hija no es lo que presumes.

—Y tampoco es tan bonita.

—Creo que tiene muchos defectos.

—Nunca conseguirá marido.

Y sé que mi papá me admira y no necesita que yo lo defienda o haga sonar un punto. También sé que no necesito demostrarle nada a esos. Aún así, me devuelvo a la sala con pasos lentos y mi espalda se endereza para enfrentarlos.

Mirada fría.

—No me llamo Winona, por supuesto que no —Tomó una inspiración para que el aire entré a mis pulmones y prepararme para salvar el trasero de mi padre, porque sé que las habladurías también le afectan y para salvar un poco de mi dignidad—. Mi nombre es Claire Blunt, tengo un postgrado en cocina. Sé hablar italiano y puedo pilotear un avión como uno de los mejores pilotos —digo en el idioma—. Sé hablar ruso y sé cocinar tanto comida tailandesa como mariscos. Sé hablar francés, y soy la ganadora de más de 15 concursos de pastelería. Sé hablar portugués con tanta fluidez que le puedo dar una patada en los huevos a su hijo. Sé hablar español y pasé un año viajando por toda América para conocer acerca de su cultura, hice misiones de ayuda. Soy graduada en más de diez cursos de cocina —Vuelvo a mi idioma natal—. Tengo conocimientos básicos de economía, informática, y artes. Sé tocar piano, guitarra y un poco de flauta. Tengo conocimientos de artes marciales. Terminé la escuela un año antes del promedio. Y soy capaz de poner en su lugar a tres idiotas como ustedes que vienen a mi casa a casarme con su hijo sin tener mi opinión al respecto, sin conocernos, sin siquiera saber quien soy o si estoy de acuerdo con esto. Y estoy segura de que si está cena no hubiera transcurrido, y aunque transcurra, ustedes querrán que yo me case con su hijo. Porque soy el mejor partido que podrá encontrar pero también el que nunca tendrá. Disfruten la velada.

El aire sale de mi boca y me devuelvo en el primer piso, los interrumpo.

—Ah, y el vino tiene laxante.

Los oigo escupir mientras termino de subir las escaleras. Cierro la puerta de mi habitación mientras me tiro en mi cama, está vez nadie me interrumpe y puedo conciliar el sueño con facilidad.

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A la mañana siguiente, mi padre no me dirige la palabra. Adler aparece con baba en la cara y Angus tiene un calcetín pegado al pelo, cuando les pregunto, se limitan a decir “Noche difícil”

Repito la rutina de los días anteriores, y apenas termino de comer, voy al trabajo.

Mi escarabajo enciende apenas inserto la llave y voy rodando hasta llegar al restaurante de mariscos. Ni Angie ni Theo trabajan hoy, por lo que Arnold y yo compartimos cocina.

—Te cuento un chiste. —comienza el peliverde y niego.

—Arnold…

—¿Cómo se maldice a un pollito? —Le dirijo una mirada especulativa mientras pregunto como—. Caldito seas.

Se ríe por media hora mientras prepara el calamar. Yo troceo vegetales y servimos por turnos, puesto que el mesero habitual se reportó enfermo, nos toca a nosotros, no es algo que se dé a menudo pero si en ocasiones.

Una cosa buena de los domingos, es el flujo no tan regular de clientes, si vienen no son tantos. Además, como Marcus no está, nos permitimos colocar la música que nos guste.

Según Blanks, la música hace que el humor de los clientes cambie y por ello, siempre coloca clásica.

Pero cuando Arnold y yo estamos…

—You an me, in a Fine Line —canta mientras bate con la batidora y cierra los ojos.

Harry Styles es parte de nuestro repertorio. A veces escuchamos música en español para disfrute de ambos, pero lo que comúnmente escuchamos se forma a partir de Taylor Swift, Selena Gomez y Queen.

Quedan dos clientes apenas, y en cuestión de segundos los despachamos. A las tres, el restaurante está totalmente vacío. Arnold y yo compartimos una mirada. Conecto mi celular al equipo y por los parlantes resuena.



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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