Como en el cielo

Billones de granos de arena

 Ha pasado una semana desde que iniciamos este viaje, y, sin embargo, creo que está es la prueba más dificultosa.

 

– ¡Liam! ¡¿Cómo te adaptas al desierto!? – Gritaba Ary felicidad desde una larga distancia.

 

 Como dijo la señorita, llevamos casi una semana caminando este infinito desierto. No sé cuánto falta para terminar, pero según Ary falta poco. Poco para terminar como una pasa de uva.

 

 

 El Sol cayó y la Luna apareció. Habíamos armado una pequeña fogata con los pocos recursos que nos quedaban. Pocos recursos…creo que no nos va a alcanzar para mañana a la noche.

 

– No te hagas tanto drama en esa cabecita –comento la castaña dando pequeños golpes en la cabeza – esto es pasajero, como todos los problemas de la vida.

– ¿Y si no lo es? – pregunté con cierta desesperación.

–Tranquilízate–me miró con calma–aún tenemos posibilidades de encontrar un oasis en medio de estos granos de arena, ¿Sí? 

 

 Solamente me limite a asistir con la cabeza y proseguimos a descansar.

 

 Hoy es otro día más. Un día más donde hoy se verá que será de nosotros. No puedo creer que una adolescente, una simple adolescente sea tan expectante así ante las situaciones que hemos pasado.

 

 –Sabes Liam — dijo mientras tomaba aire para proseguir — siempre me ha gustado el desierto. Uno se sienta en una duna de arena del desierto, no ve nada, no oye nada. Sin embargo, a través del silencio algo palpita, y brilla. Eso se llama fe. Durante un tiempo, tuve que vivir en el desierto antes de poder entender el valor de las cosas que me rodean. Y hacerlo fue brillante, porque me enseñó a valorar, no obstante, también fue difícil, ya que tuve que aclarar mi desordenada vida. Al dejar ir los escombros y la inmundicia, había llegado a una belleza y claridad más profunda y conmovedora como un oasis en el desierto. Pero allí, en la atmósfera puramente limpia, en el silencio, allí pude encontrarme a mí misma. Y a menos que empieces a conocerte a ti mismo, ¿cómo puedes siquiera empezar a buscar a Dios? El desierto, en general, es un buen lugar para encontrarse a sí mismo. O perderse – ví como se detuvo de golpe, miró fijamente al horizonte y sonrió –Dios creó el desierto para que el hombre pudiera sonreír al ver las palmeras. 

 

 Miré hacia donde ella estaba observando y pude visualizar un montón de palmeras y un enorme estanque. Por fin, un oasis. Ambos empezamos a correr hasta allá, sin embargo, Ary corrió, se descalzó y remojo sus pies en el agua.

 Pasamos horas allí, recogimos agua y seguimos el viaje. Sin embargo, solamente fueron necesarias unas dos horas para poder visualizar el verde pastizal que a cada paso que dábamos se aproximaba.

 Podríamos decir que este desierto medio más fe que nunca antes.



#9946 en Otros

En el texto hay: fantasia, motivacional y espiritual

Editado: 23.09.2022

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