Sentí en mi rostro el roce de tu mano,
supuse era una caricia.
Pero frente al espejo me di cuenta
por la marca que me dolía...
que tu no me amabas como decías.
Pensé que tus celos eran perfectos, una
demostración de amor sincero.
Pero la huella de tus dedos en mi cuello
me demostraron que lo nuestro era un infierno.
No sé hasta qué punto reaccioné a tiempo; al
menos aún respiro, vivo y siento.
Y ahora qué sé que el amor es más que un cuento.
Siempre priorizaré... amarme primero.