Después de haber abandonado a sus amigos del trabajo, cada uno en sus casas, Kevin se precipitó a volver cargando las pequeñas bolsas de comida y fruta con su madre.
—¿Eres tú, Kevin? —preguntó Aurora al escuchar el golpe de la puerta.
—Sí, mami, soy yo. He vuelto y te traje algo de comida y poquita fruta —corrió hasta ella, le besó la mejilla y miró a Renata que estaba sentada frente a la silla—. Perdone no haberla saludado, no la vi.
—No te preocupes, vine para hacerle compañía a tu mamá. Espero y no te moleste.
—Al contrario, me agrada saber que hay alguien cuidando de ella.
—Ese tono me llena de curiosidad, ¿piensas salir, hijo?
—Algo así, mamá. Prometo darme prisa para llegar a tiempo al hospital.
—¿A dónde vas?
—Bueno, yo —Kevin se removió el cabello, un tanto nervioso—. ¿Recuerdas a la chica que casi me atropella?
Entonces, Aurora soltó una carcajada que dejó a Renata sorprendida.
—Te dije que ibas a caer, cielo.
—No mamá, Olivia es sólo mi amiga —le besó la cabeza.
—Está bien, me conformaré con eso por ahora. Date prisa que se te hace tarde.
—¿Me estás corriendo? Yo pensaba comer contigo…
—Anda, vete, Renata se quedará conmigo.
—Tú puedes irte tranquilo, Kevin. Yo cuidaré de tu madre.
—¡Salúdame a Olivia!
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Editado: 18.02.2023