Como si fuera Cenicienta

4. ¿Es hora de pelear?

—Joder, eres Dylan, el princeso, Thompson —se burló Jeremy.

—¡No me vengas con esa mierda! —le grité mientras él se caía al piso de la risa.

No era para nada gracioso lo que estaba haciendo. ¿Yo? ¿Un princeso? ¡¿Qué carajos?!

Si lo analizamos mejor... 

¡Cállate!

—Por dios. Tan solo piénsalo —tomó un poco de aire todavía tirado en el suelo—. Tienes una madrastra, las hermanas que tenía la Cenicienta son como James y Heather solo que populares y tú, eres el princeso que busca a tu princesa azul —hizo otra pausa para poder hablar bien—. ¡Eres como la Cenicienta! —se sentó al dar su conclusión. 

—¡No soy como la Cenicienta! —lo miré desafiante para que parara.

Aunque sabías que tu mirada "desafiante" no iba a funcionar. 

—Solo te falta el hada madrina —dijo ya de pie y entre risas. 

Puto...

—¡Qué gracioso! —dije con sarcasmo añadiendo unas carcajadas al inicio.

—Me olvidaba del baile. ¿Usarás vestido? ¿Perderás un zapato? —tomó mi pie y se lo llevó a la cara haciendo que pierda estabilidad y cayera sobre el sofá—. Oh, mi Cenicienta, usted es la chica a la estaba buscando, le queda perfecta la zapatilla —se arrodilló e hizo como si me pusiera uno de mis zapatos.

Pateé a mi amigo y se apartó unos centímetros cayendo nuevamente sobre el piso. ¡Nadie le dice Cenicienta a Dylan! ¡Dylan merece respeto!

Sí, claro, si tu lo dices... 

¿Qué quieres decir? 

Nada, nada, solo continúa.

—Jeremy, para la próxima te golpeo —me levanté y tomé mis cosas.

—¿Quieres que vaya haciendo tu vestido? Como tu "hada madrina" debo empezar a trabajar —dijo entre carcajadas. Ni siquiera era capaz de ponerse de pie.

Típico de mis amigos... Bueno, de todo el grupo. Reírse de alguno hasta que no nos pudiéramos levantar o hasta que alguien mojara sus pantalones. Lo cual siempre le ocurría a Kyle. No pregunten.

—Si puedes haz también los zapatos. Recuerda que soy una talla más grande que tú. Sabes lo que quiero decir, ¿no?

Debes admitir que lo hice bien. 

Pudiste haberte esforzado un poco más.

—¡Dylan! —ya no estaba tan feliz como hace unos segundos.

—¡Me voy, puto! —exclamé.

Salí y me dirigí a casa. Ya eran más de la una y debía trabajar por la mañana. 

¡A la mierda el trabajo, yo seré actor porno!

Joder, Dylan. ¿Qué tonterías dices?

Mientras caminaba hacia mi destino miraba la pantalla de mi teléfono. Brooke todavía no había visto el mensaje. Pensaba en una forma de remediarlo, aunque todo me llevaba a una cosa en específico: matarme. No tenía de otra.

Está bien, exageré pero es lo que uno siente cuando envía mal un mensaje, ¿no? ¿No? ¡Díganme que no! Bueno, al fin y al cabo tampoco me quería matar. Me amo. No tanto. ¡No sé qué digo! Mi bipolaridad me gana. No debería decir que soy bipolar.

¡Dylan, cállate!

—¿Conoces a los Green? —una delgada voz dijo antes de que abriera la puerta de la casa.

¡Brooke! ¿Qué hacía ahí? ¡A la una de la mañana! ¿Por qué siempre tenía que aparecer de la nada? Otra vez, ¡¿de dónde salió?! Acaso solo era producto de mi imaginación. ¡No! ¡No es estoy loco! ¡No tanto! Bueno, no sé.

¿Qué tal si de verdad estás loco y todo, absolutamente todo es producto de tu imaginación o peor, parte de una novela juvenil? 

Ni lo menciones.

—Eh... yo —intenté explicarle a Brooke lo que ocurría pero eso solo me traería problemas.

No iba a decirle que era parte de la familia Green, no si valoraba el poco tiempo libre que tenía. No sé si me entiendan. Es lo que un Ceniciento haría. ¡Mierda! Hasta yo me llamaba así.

Eres un caso. 

—Se quedará un tiempo con la familia, es uno de mis primos lejanos —llegó James e intentó hacer uno de esos saludos que hacía con sus amigos el cual salió mal y fue incómodo para los dos. ¿Intentaba lucir como un amigo luego de burlase de mí en la escuela haciendo referencia a mi mamá?

Este es el momento en que deben insertar insultos hacia James.

Eh, Dylan, ¿a quienes les hablas?

A los que leen esto.

Nadie lo leerá ni hará nada, solo sigue con la historia.

—¿En serio? —Brooke no se veía muy convencida. Yo tampoco.

—Discúlpanos, nos llaman en casa. Nos vemos luego, ¿está bien? —James le dedicó una sonrisa.

Antes de que pudiera despedirme me empujó hacia a adentro dejando a Brooke con la palabra en la boca. 




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