Salí de casa en cuanto James dijo que los West se quedarían hasta tarde. Aunque yo quería quedarme, era mejor para mi salud física y mental que me mantuviera lejos por unas horas. Llamé a Kyle para ver si tenía algo interesante que hacer y me invitó a su casa para matar el tiempo y hacer un par de estupideces. Lo de siempre. Jeremy ya estaba ahí. Supuse que su competencia de disfraces raros había empezado. Cosplayers de corazón.
Debo añadir un dato importante. El perdedor de una de sus batallas salía vestido de chica a la calle. No como cualquiera, como escolar japonesa. Y, ¿por qué japonesa? Pues no sé. Dicen que tienen uniforme sexy. Y eso lo hace más vergonzoso.
Las japonesas en uniforme son sexy, Jeremy y Kyle dan miedo con esas piernas sin depilar y faldas más cortas que sus calzoncillos.
Recibí un mensaje de Kyle poco antes de que tocara la puerta de su casa. Sus padres no estaban en casa y lo habían encerrado por protección. Además su hermano había salido, lo cual lo incapacitaba para hacer de niñero.
Kyle es todo un niño.
Tú también eres un niño, Dylan.
¿Tenemos que discutir de nuevo?
Claro que sí.
¡Jódete!
Subí al garaje de la casa y logré llegar a la ventana del cuarto de mi amigo. Ahora que lo digo me recuerda a Romeo y Julieta y cómo dos muchachos tuvieron que actuar una escena del libro juntos para una presentación en la escuela. Luego los vimos juntos... y no como amigos. En este mundo todo puede pasar. ¡Hasta que Brooke se enamore de mí!
Eso no ocurrirá. Los milagros no existen.
¡Déjame soñar!
Me dispuse a sorprender a Jeremy y Kyle que todavía no se habían dado cuenta de mi presencia. Y había hecho mucho ruido al trepar la pared para llegar al techo del garaje. Estaban concentrados en sus asuntos. Antes de que gritarles para que pegaran un grito en el cielo, logré escuchar una serie de frases extrañas que me hicieron permanecer en mi lugar. Espero que me comprendan.
—¿Listo? —preguntó Jeremy. Su tono de voz cambió, parecía mucho más serio de lo acostumbrado. Era como cuando trataba de imitar a Batman. Voz de macho.
—Listo —respondió Kyle decidido.
—No creo que entre, el demasiado grueso para el agujero.
—Sí entrará, solo hazlo con fuerza, directo y con toda la fuerza que puedas.
¿Qué era lo que decía Kyle? ¿Con fuerza?
Adiós, Kylan; hola, Keremy.
¿Qué carajos?
Yo empezaba a imaginar cosas que no debía pensar. Las ganas de entrar a la habitación se me estaban quitando de tal solo oír a mis dos amigos hablar.
—Pero el agujero es demasiado pequeño —Jeremy seguía negativo, y yo... pensando en lo que hacían.
—¡Dios! ¡Pásamelo, yo mismo lo haré —exclamó Kyle haciendo que Jeremy lanzaran un grito.
—¡Cuidado! Se puede quebrar, será grueso pero no está hecho de metal —todo se silenció—. ¿En qué ángulo lo coloco? —continuó el puto.
¿Pero qué? ¿Qué ángulo?
—¡Recto, recto! —gritaba Kyle. Parecía desesperado.
—No tan duro, hazlo más despacio... ¡Quema! ¡Quema! —se quejó Jeremy mientras hacia sonidos raros. ¿Gemidos? Ellos... estaban...
—¿Pero qué mierda? —solté todavía recostado sobre la pared sin ver lo que ocurría dentro de la habitación.
—¿Dylan? —escuché la voz de Kyle y luego vi su cara asomarse por la ventana. Hice una saludo con las manos algo confundido por lo que pasa dentro—. ¿No vas a pasar? —preguntó el pelirrojo.
Sí, Dyl, ¿no vas a pasar?
Entré dudando de lo que iba a haber ahí adentro, después de ver los tantos fracasos amorosos de Jeremy no sabía lo que podía pasar.
—¡La pistola está caliente! Ponla en otro lado antes de que pegues —le reclamó Jeremy cogiendo la pistola de silicona y arrojándola lejos de las manos de Kyle que ya se había sentado sobre una silla frente al puto que estaba en la cama, no recostado, no piensen mal.
Acéptenlo, pensaron otra cosa.
No.
Tú pensaste en Keremy.
—¿Proyecto de carpintería? —comprendí la situación y entré como una persona normal.
—Sí, ¿por? —Kyle no mal pensó la conversación que habían tenido. Lo ven, todo un niño.
—Parecía que estaban... —empecé e hice unas señas con las manos para que comprendieran con mayor rapidez.
—¡Qué puto asco! —me interrumpió Jeremy al ver mis manos.
—¡¿Cómo?! ¡Eres un enfermo! ¡Depravado sexual! —comprendió Kyle luego de unos largos segundos. Lo miramos hasta que dijo lo anterior.
—Yo no tengo la culpa. La querían meter en ángulo con fuerza en el agujero —argumenté.