POV ISABELLA STERLING
—Isabella, ¡qué sorpresa! —resuena la voz de mi tía, cargada de asombro y confusión.
—Olivia… —respondo, dejando escapar un suspiro tan largo como el viaje que acabo de hacer.
Las gafas oscuras que llevo puesta hacen su trabajo a la perfección, ocultando mi mirada de ‘acabo de atravesar medio mundo y estoy agotada’. Aunque… en realidad solo fueron unas horas.
—¡Por los cielos! ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar ahora mismo con tu futuro marido? — Olivia se inclina hacia adelante, como si pudiera encontrar la respuesta escondida detrás de mis maletas.
Olivia Morgan, la hermana menor de mamá, ronda los cuarenta sin una sola atadura familiar, soltera como un billete de un dólar, pero en lugar de verse envejecida, luce más como una eterna adolescente.
Tan actualizada como es, hablar con ella se asemeja a charlar con una hermana mayor.
Olivia reside en Miami, entre las numerosas mansiones de los Sterling.
—Él no es mi prometido. No tengo ni el más mínimo interés en casarme con ese libertino de primera categoría —entro a su mansión sin invitación y me dejo caer en su mullido sofá.
—Entonces, ¿lo viste o no? —parece juzgarme.
—No. Me retiré antes de que siquiera llegara.
—¡Dios Santísimo! —los ojos de mi tía casi se salen de sus órbitas—. ¡¿Qué hiciste?! Tu padre estaba más que ansioso por esto. Era muy importante para él, ¿lo sabías, Isabella? Si, claro que lo sabías.
—No pueden obligarme a compartir mi vida con ese individuo. ¡Es completamente repulsivo! No logro entender por qué se empeñan en emparejarme con alguien tan... odioso. Seguro que mi existencia estará condenada a vivir con cuernos e infidelidades continuas. No me gusta, en realidad, lo aborrezco.
—Tu padre ha estado organizando esto desde que tenías catorce años…
—¡Pensé que estaba bromeando! Aun así, no tengo el menor interés en pasar mi vida con un arrogante y mujeriego sin remedio. Si toleré las propuestas de mi padre en la adolescencia, fue únicamente para no ver mermado mi mesada, solo por eso.
Hago un gesto de indiferencia mientras muevo los ojos hacia arriba.
Mi tía frunce el ceño y niega con la cabeza.
—¿Un mujeriego sin remedio? Oh, Bella, no deberías prestar atención a esos rumores. Casi todo lo que publican esos tabloides y revistas de cotilleos es puro amarillismo. Recuerda que tú misma fuiste el blanco de esas malintencionadas historias.
—Olivia, esto es real. Que todos los tabloides repitan lo mismo no es coincidencia. Es un libertino, un encantador empedernido... Créeme —una chispa se enciende en mi mente—. Espera un momento. Déjame mostrarte algo —saco mi tableta del bolso.
Conservo algunas fotografías y recortes sobre ese arrogante individuo. Los atesoro desde que papá, con su encantadora forma de recordarme aquel matrimonio convenido, me dijo que finalmente conocería a mi ‘príncipe encantado’. ¡Qué maravilla! Realmente pensé que ese tema estaría archivado en el baúl del olvido.
Mi tía se acomoda a mi lado en el sofá. Le muestro las diversas instantáneas de Alessandro Belmonte en la galería de mi tableta. Ahí está él, emergiendo en imágenes, en abrazos y besos efusivos con varias damas, la mayoría de ellas modelos y figuras célebres. Las fotografías capturan momentos en bares, hoteles lujosos, en su auto deportivo e incluso en grandes eventos, todas y cada una de las veces con una mujer distinta. La última de ellas fue presentada en un evento de renombre, y no era nada más ni menos que la prometedora modelo de Victoria's Secret, Eva Langley.
¡Iugh! pienso de inmediato. También hojeo algunos blogs de chismes que encuentro en Internet sobre el despreciable ser al que me comprometieron.
—Ok, aquí dice que el tipo solo busca rollos de una noche. Cambia de pareja cada semana y no tiene planes de establecerse. Un auténtico Casanova, ¿no?
—Bella, piensa que en estos momentos está soltero.
—Pero eso no significa que deba casarme con un playboy, un seductor...
—Dale una oportunidad. Él y su papá vinieron desde tan lejos solo para conocerte, y ambos tienen oficios como tu papá. No me puedo imaginar lo que está pasando por la cabeza de tu viejo en este momento; ni lo que debe estar haciendo mi hermana para calmarlo —intervino Olivia.
—Pensé que estabas de mi lado.
—Por supuesto que estoy contigo, pero debes entender que tus padres están haciendo esto por tu bien. Te quieren y buscan lo mejor para ti. Además, Alessandro Belmonte es un partido de primera. Es increíblemente atractivo y tiene una fortuna considerable. Tienes suerte de atarte a alguien así.
—¿En serio vas a decir eso? Casarme con ese idiota sería como estar en el infierno. Preferiría mil veces morir. No veo qué tiene de atractivo. Que todas las chicas lo quieran no me importa. Detesto esa sonrisa burlona que siempre muestra en sus fotos y su actitud arrogante. Se cree el regalo divino para las mujeres.
Doy vueltas por la sala de estar de Oliv. Irritada por sus palabras.
—No lo juzgues aún. Tienes que conocerlo en persona antes de decidir si quieres casarte o no.
—De ninguna manera. Conocerlo implica que estoy de acuerdo tácitamente —respondo obstinada—. Lo que deseo es poder elegir a mi propio esposo. Alguien que me sorprenda, que me provoque esos nervios, que sea leal y sincero.
—¡Vaya, vaya! Parece que el manual de ‘Cómo Conseguir Marido’ no está en tu lista de lecturas, ¿verdad? Ten en cuenta, por sobre todo, que con este caballero Belmonte, tendrás el bolsillo bien forrado, eso sí te lo aseguro.
—Espera un segundo, ¿insistes solo por el dinero?
Su mirada brilla más que una joya en rebaja.
—No confío en esa teoría del ‘hombre perfecto’, cariño. Pero, eso sí, el billullo, siempre será el mejor amante.
—Tía, en serio, no estás siendo de mucha ayuda... Yo sí creo en el amor y que por ahí hay un buen hombre esperándome... Alessandro solo me verá como una más de sus conquistas, un simple accesorio o... su entretenimiento. Es el tipo de hombre que usa a las mujeres y las desecha cuando quiere. Tiene un precedente bastante consolidado.
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Editado: 07.12.2023