Con amor, Hayley.

Enero 9 de 2017

Querido Tao:

El siguiente hecho relevante entre nosotros ocurrió casi un año después, cuando por fin tuve el valor de hablar de lo sucedido antes.

Sucedió que una tarde después de la escuela, me encontraba organizando mi cuarto y al ver el peluche en mi tocador lo tomé para hundir mi rostro en el y comprobar si aún conservaba el delicioso aroma con el que llegó en primer lugar hasta mí, y descubrí que si le espichabas el pecho, saltaba una voz cantarina que decía "Te amo".

Fue hasta ese momento que finalmente se me ocurrió preguntarte la razón por la que me habías regalado el peluche y todo lo demás. Era más que obvio que fue porque yo te gustaba, pero como me encontraba en mi cuarto con el computador encendido, te escribí a Facebook preguntándote por ello y no fue hasta que me leí textualmente que así era, cuando lo creí. Cuando de una manera muy tímida me revelaste tus sentimientos por mí por primera vez, y cuando por segunda vez que yo te rechacé.

Ahora que empezamos a hablar, a salir, que me convenciste de darte una oportunidad, me doy cuenta que eres un gran chico y puede que haya empezado a sentir cosas por ti, pero todavía no me siento lista para empezar una relación contigo. Sí, me has alborotado las hormonas un par de veces, pero todavía no llegas a mi corazón como al parecer, sin saber muy bien cómo, yo ya me metí en el tuyo.

Veremos con el tiempo que sucede, que tiene el destino deparado para nosotros dos.

En fin, tras escribir la primera carta me quedé pensando en todos los momentos que hemos pasado juntos y a los cuales no les he dado la importancia suficiente hasta ahora porque aun desconocía tu atracción por mí, como las veces que fuimos a los eventos de la iglesia a la que asistes, en las pequeñas camionetas del pastor, donde nos montábamos atrás, tus sobrinos y yo y nos reíamos mucho mientras nos llevaban de un lado a otro, o la vez del concierto.

Recuerdo que te había visto algunas veces en la escuela, otras en el restaurante de tus padres, cuando iba a comprar comida chatarra y en el apartamento que tienen en renta tus padres, cuando tu madre hacia reuniones religiosas para enseñar la palabra de Dios. En las que no recuerdo que hayamos tenido ocasión de hablar, salvo las ocasiones en las que me invitaste a asistir a eventos de la iglesia a la que tu madre y tú asisten.

Y por supuesto, cuando nos regalaste a mi madre y a mí, dos boletas para asistir a un concierto que dio Alex campos acá en la ciudad, en el que debo decir nos divertimos mucho, aunque no juntos.

Entonces, me acorde de una ocasión en la que me invitaste a un evento de la iglesia organizado y dirigido por y para jóvenes, donde ofrecieron una especie de concierto en el que además tu tocarías, pero esta vez fue diferente a los anteriores porque para este momento ya me habías declarado tus sentimientos y además, habíamos comenzado a hablar de manera amistosa por redes sociales. Si mal no estoy fue, semanas después de que me diera cuenta que el peluche decía “te amo” y que habláramos del tema del regalo y te dijera que solo podíamos ser amigos.

Resulta que cuando me extendiste la invitación me emocioné un poco, porque me gustaban mucho esos eventos, por lo que acepté de inmediato, con la condición de pedir el respectivo permiso a mis padres. Pero al segundo después de aceptar pedir permiso, me di cuenta de lo que la invitación podría significar o traducirse a los oídos de mi mamá.

− La está invitando a salir, porque le gusta.

Porque de la misma forma me empezó a parecer a mí, y desde ese momento empecé a sentir nervios. Sin embargo, mamá me dio el permiso sin hacer ningún comentario al igual que papá, por lo que me relaje por completo. Hasta que llegó el día del evento…

Me pasé todo el día con un nudo en el estómago y cada vez que me enviabas un mensaje me saltaban los nervios, hasta me alisté súper temprano, lo que empeoró mi estado de ánimo. Me bañé, lave el cabello, vestí y maquillé lo mejor que pude, tratando al mismo tiempo de no parecer demasiado arreglado porque no quería darte falsas expectativas.

Luego de eso, entré en una fase de expectación sobre lo que pasaría aquella tarde, me acosté en la cama a leer, pero no conseguía concentrarme en la lectura, no dejaba de imaginar cómo sería todo. Para empezar, creí que solo iríamos los dos y que por ello me llevarías hasta la iglesia en tu moto, lo que me parecía por un lado genial y por otro un poco preocupante, por lo que podría dar a pensar a los vecinos si nos veían salir juntos en la moto.

Consideré si era buena idea abrazarte o no y en las sensaciones que tendría en consecuencia y lo que pensarías tú, me permití fantasear sobre todas las cosas que me dirías: sobre cómo me veía, o que te declararas nuevamente y me robaras un beso, y el solo pensamiento de ello me hacía sonreír como tonta y luego sacudir la cabeza diciendo:

− No, no, que locura estoy pensando. Calma tus hormonas es solo una simple invitación a la iglesia.

Me tuve que repetir lo mismo un par de veces, ni siquiera entendía por qué me sentía de esa forma, si hasta ese momento no había considerado la idea de si me gustabas o no.




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