Con cariño: P.J. Blackbird

Capítulo 8

Camino junto a Peter por todo el salón e inevitablemente terminamos por atraer las miradas de unas cuantas personas porque a él, evidentemente, todos aquí lo reconocen, mientras que conmigo es todo lo contrario. Nadie sabe quién soy y por ende resulta extraño que vaya a su lado. A pesar de ello, él me presenta con unas cuantas personas como ‘Eva, crítica de cine’, y para mi sorpresa todos se comportan de manera increíblemente amable incluso cuando las fugaces conversaciones se mantienen así: fugaces.

Incluso tengo la oportunidad de saludar a los gemelos, dos chicos que interpretan a dos tipos rudos, pero fuera de papel no lo parecen y, cuando me acerco a ellos, me doy cuenta de que hasta son tímidos. Hablan poco y los halagos los reciben con sonrisas pequeñas y agachando la cabeza, me alegro de que Battlecry haya puesto en la mira a personas con talento y poco reconocimiento como lo son Peter, Angus y Max.

Nos pasamos así casi treinta minutos, quizá un poco más hasta que después de lo que llega a sentirse como aplazamiento, llegamos hasta Elizabeth. Es altísima cuando la veo de cerca, con las zapatillas que lleva puestas incuso un par de centímetros más que el propio Peter. Si había creído que se veía espectacular viéndola a unos cuantos metros, no se compara en lo absoluto a lo bella que es de cerca cuando puedo ver a detalle las líneas casi perfectas de su rostro. No puedo evitar sentirme hasta cierto punto maravillada, aunque aquella ilusión se quiebra y cae a pedazos cuando nos presentan y ella solo me observa por un momento, hace un pequeño sonido de asentimiento seguido de una sonrisa más rápida que un parpadeo. Entonces mira a Peter, murmura algo acerca de buscar una bebida, y se marcha.

No esperaba que me diese un trato especial, o algún trato en realidad, pero aun así no puedo evitar sentirme hasta cierto punto confundida. Aquel desconcierto hace mella en mi cabeza por un momento hasta que la expreso en forma de una risita ridícula y dirijo la mirada hasta quien me acompaña. Puedo verlo sonreírme apenado, pero no siento que tenga motivo para estarlo.

¿Qué fue eso? ―murmuro por la bajo para que logre escucharme, tal vez ha habido algo en mí que no le ha agradado del todo. Quiero pensar que he sido yo, pues sus personajes siempre son carismáticos y durante las entrevistas que he visto es todo sonrisas. Me resulta más sencillo creer que el problema es mío.

Perdón por eso ―comenta mientras niega con la cabeza―, es… puede ser extraña a veces. De vez en cuando es una, cómo decirlo, “estrella”.

Aquello me hace pensar que lo mío no es un caso aislado y por lo mismo me siento extrañamente mejor, jamás me hubiese imaginado que fuese la clase de actriz diva.

Ya veo.

 El silencio se levanta entre nosotros por un momento, en parte porque no sé qué más decirle y me imagino que a él le sucede lo mismo. Afortunadamente aquel instante incómodo pasa cuando él me dice de ir a buscar a algún camarero para hacernos con unas bebidas para que podamos hablar entre nosotros un rato. Me pregunto qué puedo contarle a alguien que es una estrella de cine y que de alguna manera le resulte interesante, pero al menos puedo intentarlo.

Al final conseguimos dos vasos de cristal bajo, llenos de un líquido semitransparente color rojo y un par de hojitas nadando dentro para adornarlo. Sabe a manzana, pero no me sabe tan bien como darme cuenta que en un momento ya no me siento tan nerviosa estando a un lado de una persona que he admirado durante años. Peter no es postureo, como fácilmente podría haber sido en la entrevista, es auténticamente agradable.

Vamos, es evidente que sabes lo que yo hago, pero ¿qué haces tú? ―pregunta luego de darle un sorbo a su trago, terminamos sentados cerca de la entrada en una esquina sobre un sofá que de hecho es sorprendentemente incómodo, pero era el único sitio donde la música, a la que cada vez el Dj parecía subirle más el volumen, era tolerable para permitirnos intercambiar palabras sin tener que gritar.

Tú también sabes lo que hago, te recuerdo que te entrevisté y me has presentado toda la noche como crítica de cine ―respondo riendo un poco, pero él me rebate con rapidez.

O sea sí, pero me refiero a si hay algo más que hagas, algún hobby o pasatiempo curioso que tengas. ―Parece auténticamente interesado, y me gusta pensar que no está usando sus dotes de actor para lograr eso―. Por ejemplo, a mí me gusta el box, y soy un gran aficionado al espacio pese a que no entiendo muchas cosas de él.

Me queda un poco más claro una vez que lo escucho, y aunque mi instinto de preguntar sobre otra persona antes de explayarme mucho más sobre mí misma me invita a preguntarle sobre sus pasatiempos, pienso en algunos de mis pasatiempos. El aguarda pacientemente a mi respuesta, hasta que consigo dos o tres cosas de las cuales hablar.




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